El Muelle
CARIBE
Homenaje perenne al Muelle de Puerto Colombia
Crónicas y Opinión
José Orellano, director
Abre-boca navideño
‘Hanukkah’
‘Calabacito alumbrón’
‘Noche de candelitas’
‘Cocoritas’
‘La griteria’ (en Nicaragua)
¡Llegó el 8! ¡Noche de velitas!
Por Arturo López Viñas
Para hablar de todas estas y otras expresiones vernáculas paganas tenemos que remontarnos a la época cuando los hebreos, pueblo elegido por Dios, esperaban, con impaciencia, un Mesías o Salvador que los liberase de sus enemigos: asirios, filisteos, griegos, egipcios, babilonios y sirios.
Judea había sido sojuzgado y vencido por todos los pueblos. Los últimos en
dominarlos, habían sido los romanos, que gobernaban la Judea con mano de hierro.
Formaban pues los judíos, una minoría del Imperio Romano, cuyo Cesar residía en Roma.
Es así que la celebración de esta fecha, que empieza con la consagración o
dedicación, es una fiesta de ocho días de duración que se inicia el 25 de Kislev y que celebra la lucha de los Macabeos contra Antióco IV Epifanes (11 a. de C.)
Recibe también el nombre de Jag Haurim o ‘fiesta de las luces’, ya que, según el Talmud, al entrar de nuevo los judios en la reconquista de Jerusalé, hallaron solo una vasija de aceite puro, necesario para mantener encendida la lámpara perpetua o ‘Ner Tamid’ del Templo.
Pese a contener solo la porción de un día, el aceite duró milagrosamente el lapso de ocho días, permitiendo con ello que se lograra el aprovisionamiento de aceite de oliva puro.
El precepto más importante de esta fiesta es el encendido de luces: una, la
primera tarde; dos, la segunda, y así sucesivamente.
El ‘festival de luces’ es parte de nuestra celebración ritual siguiendo la
cronología del calendario romano y honrando la memoria y la fecha consagrada a venerar a la madre del Hijo de Dios y quien, como Ella, pertenecía a la tribu de Judá.
‘Las cocoritas’, ‘Calabacitos alumbrón’, ‘Farolitos’
Establecido ya el origen de la ‘fiesta de las luces’, pagana y folclóricamente conocida como la ‘noche de las velitas’ o ‘noche de los farolitos’, la
popular celebración de esta fecha es antesala a la gran ofrenda en honor a nuestra Madre, la Virgen de la Inmaculada Concepción, cuya fecha en el calendario romano corresponde al día o noche del siete (7) de diciembre. Es en la víspera cuando la feligresía, los amantes de esa parte de la liturgia católica, apostólica y romana nos congregamos en oración y esperamos el paso de la Virgen, cuyo onomástico es venerado el día ocho.
Cuando yo era niño, y en uso de mis vacaciones estudiantiles, me desplazaba a visitar al tío José y su familia, quienes residían en Chinu, antes del departamento de Bolívar. En toda esa región, otrora ganadera y con un campesinado ajeno a las filosofías de lo que se conoce hoy en día, ese pueblo humilde, orgulloso de su legado piadoso y sus convicciones religiosas, esperaba con ansiedad esta fecha de ‘las cocoritas’, ‘las calabacitas’ o ‘noches de farolitos’.
Yo conocí, viví y aprecié esta arraigada y muy venerada compenetración del
sentimiento cristiano cuando aplican la expresión vernácula, el folclor y toda la sapiencia y el ingenio propio para crear la mejor alabanza, la mejor oración, el mejor altar utilizando elementos de la forestación, concretamente el fruto de ese palo de ‘totumo’ con su elemento güiro, que después del proceso de ser curado y despojado de su bagaje o comida interior, se prestaba para crear toda clase de adornos y ornamentos que el pueblo en general utiliza para exponer su rosario de ofrendas iluminadas con ese ramillete de ‘farolitos’ y ‘cocoritas’ que engalanan y adornan un bien diseñado altar, monumento confeccionado y dirigido a la plegaría que acompaña nuestra ferviente y religiosa costumbre que nos hace esperar además, el glorioso paso de la Virgen de la Inmaculada Concepción.
La romería empezaba desde tempranas horas de la tarde. Se esperaba el atardecer, para disfrutar de esa concatenación de colores producidos por la quema del aceite vaciado en esos contenedores de totumos que conocíamos como ‘cocoritas’ o ‘calabacito alumbrón’.
La población entera participaba en la gran romería-paseo y con tremenda
algarabía recorría calle por calle, escogiendo y alardeando hazañosamente de los méritos de tal o cual cuadra y tal o cual altar con su despliegue artístico-religioso, expuesto por la familia de Pedro Yudez o la piedad en oración de la familia Castillo.
En Barranquilla, esta tradición es más pagana, más carnavalesca y aún cuando es la misma —‘Festival de las Luces’ de la práctica hebrea—, se espera el paso de la Virgen en tremendo jolgorio, con la quema de velas en frente de ventanas, pórticos y demás, propio de las fachadas de las casas, donde los residentes se agrupan para fomentar la práctica de las velitas, triqui- taquis, voladores y buscapiés, que hacían las delicias de chicos y grandes en esta magna celebración con que se inicia la temporada dicembrina, la época de las impertinentes brisas de ‘La arenosa’ del ayer y que engalana el advenimiento del hijo de Dios, la Pascua de Navidad. Hoy la quema de pólvota está prohibida, porque con el paso del tiempo se volvió un peligro, incluso mortal. Lo registramos, pero ya no lo compartimos.
En Nicaragua, esta misma fecha se conoce como ‘La noche de la gritería’, que comienza el 28 de noviembre y termina el día seis de Diciembre. Durante todos estos días, en el susodicho lapso, se reza el santo rosario y al final, de día o de noche, se grita y se canta el estribillo que dice: “¿Quién causa tanta alegría?” y el coro contesta en armoniosa gritería: “La Virgen María”.
En México se practica este fervor a la santísima Virgen de la Inmaculada
con la ceremonia también legado judaico, producto del ‘Festival de las luces’ y que en la República del mariachi, del jaripeo, del taco y la enchilada con sede empotrada en una laguna, allí se conoce como ‘la noche de las candelitas’.
He querido escribir sobre mis vivencias costeñas y folclóricamente
costumbristas, para aportar un granito de arena y hacer un recorderis o
memorabilia de esas bellas épocas del periódico empolvado del ayer, de esos años que añoramos y que deberíamos revivir, rescatar, fomentar y promover para mantener en vivo ese lindo legado de nuestros antepasados, hoy extinguido por la transculturación y el desinterés de una nueva generación plástica y obnubilada por la riqueza material.
Arturo_lopez@ belsouth.net
En Barranquilla, todo el Atlántico y otras ciudades de la Costa, las velitas se encienden al amanecer de este martes 8 de diciembre, día de la Vírgen de la Inmaculada.
En Nicaragua, Día de la Gritería o la Alegría... Y lo
propicia la Vírgen María. A Ella la veneran.