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Al rescate de lo antiguo

Riohacha y su pasado

arquitectónico... ¿O es

que lo viejo poco vale?

Las casonas de los Barros y los Pinedo, en la calle 3 con carrera 5 esquina, y la de los Vence, en la carrera 6 o del Comercio al lado del hotel Padilla. En el recuadro, un bono del Banco Dugand, que tuvo importante presencia en la Riohacha del ayer.

La Historia arquitectónica de Riohacha se desvanece poco a poco. Esas casonas de balcones propicios para ‘fresquear’ con las brisas del mar Caribe —los vientos alisios de siempre— como la de los Weber, los Deluquez, los Pinedo, la de la Aduana, la de los Vences y el teatro Aurora, entre otras, que nos muestran vestigios de un fulgurante pasado ahora están a merced del imparable paso del tiempo, las dolorosas consecuencias del descuido y lo que es peor: el abandono estatal, diría que el olvido oficial. No hace parte de los programas de gobierno la acción oficial para mantener palpitantes los vestigios de una época que ya no volverá. Tal pareciera que las nuevas generaciones riohacheras están condenadas a no conocer su pasado.

Pero vale la pena recordar que el teatro Aurora fue epicentro cultural de aquella época. Allí se presentaron grandes espectáculos y numerosos artistas extranjeros. Allí, en 1956, el exitoso ‘anacobero’ Daniel Santos, vocalista de la sonora Matancera, ídolo de los jóvenes cincuenteros, realizó, interpretando boleros y guarachas, la única presentación como solista de un artista de esos quilates en Riohacha y La Guajira. Por aquí estuvo de paso hacia una presentación en la ciudad de Barranquilla. La edificación fue adquirida hace muchos años por el Estado, pero no ha logrado gestión favorable por parte de nuestros gobernantes y ha sido dejada a su suerte. Testigo mudo del implacable paso de una, otra y muchas más calendas, es habitado por palomas a la espera de que algún mandatario se digne adelantar las acciones pertinentes antes los entes nacionales, en busca de la financiación para su restauración y puesta al servicio de la comunidad.

Las Casa de las Fuentes, edificación que se encuentra en la esquina de la carrera del comercio, calle 5 con carrera 6, edificación también declarada ‘Monumento patrimonial’, es otra abandonada. La Nación no la ha adquirido y sus actuales propietarios, al ver que no se las compran ni los dejan demoler para construir, han optado por dejar que el tiempo la destruya, y así poder utilizar el predio como ellos quieren. Por ley, por ahora nada pueden hacer. ¡Qué barbaridad la de nuestros gobernantes, qué desidia! Una bella edificación en adobe, arena marina, barro y madera se ha convertido en algo grotesco en pleno centro comercial e histórico de nuestra capital. Y es más: representa grave peligro para los transeúntes, que trafican a diario por el sitio, a expensas de ser víctimas de un accidente, puesto que puede caerles encima un pedazo de la edificación, que se está cayendo a pedazos. Entonces vendrán las lamentaciones y, a lo mejor, se alzarán las voces de la ciudadanía pidiendo la demolición de la misma, se contribuirá a los planes de los dueños actuales y, ahí sí, habrá actuación de gobierno.

Más adelante, en la misma ‘Carrera del comercio’, podemos encontrar otra hermosa edificación de amplios balcones, donde por muchos años tuvo su sede la Ferretería de los Vence, cuyo dueño era don Emilio. T. Vence. Hace varios años, tras la muerte de don Emilio y debido a la situación actual de la zona, se optó por trasladar el negocio a otra zona comercial de mejores perspectivas. Esta edificación también está abandonada y día a día ofrece el triste espectáculo del incremento de su proceso de ruinas.

Estos, pues, son solo algunos ejemplos de la desidia y el desgreño de nuestros gobernantes frente a lo histórico y lo cultural. Como ya lo dije, para ellos la cultura se circunscribe no más a festivales y celebraciones de una que otra fecha conmemorativa. ¿Será acaso porque nuestros últimos alcaldes han procedido de la Riohacha rural?  ¡Averígüelo Vargas! Porque lo cierto también es que otros burgomaestres que nacieron en la zona urbana y vivieron en el Centro Histórico tampoco hicieron por la conservación de nuestras joyas arquitectónicas.

Definitivamente nuestro ‘Patrimonio histórico’ no ha contado con la oportunidad de tener una ventana abierta hacia el futuro que ahora es nuestro presente. Todo indica que así seguiremos y que ya no habrá manera de mostrarles a las nuevas generaciones el esplendor de nuestro pasado. Y pensarán equivocadamente que el presente riohachero es superior al pasado. Y para la continuidad de la alteración de lo real, las edificaciones que patentizan la gloria pasada de Riohacha seguirán cayéndose poco a poco. Y su trozo de tierra se removerá para que se levanten edificaciones sin el más mínimo atractivo cultural o turístico.

¡Cuán grande es la diferencia con las otras ciudades del Caribe colombiano! En Barranquilla, por ejemplo, sus gobernantes han comprendido la importancia del rescate y conservación de sus monumentos arquitectónicos y gestionan a nivel nacional recursos para esos fines. Y se ha logrado la recuperación de varias edificaciones y sitios histórico de la Barranquilla de ayer. Edificaciones que ahora, como en la gloria de su pasado, están generando recursos económicos como sitios turísticos.

Acá en Riohacha, pues, continuaremos como testigos —con una que otra posibilidad de revirar contra ello como esta que nos permite El Muelle Caribe— de la destrucción de nuestros sitios históricos. ¿O será que lo viejo o antiguo poco vale?

Vuelvo y lo digo: «Pueblo que olvida su historia, es pueblo que no conocerá su futuro». Y entonces, ¡o que venga el pirata Francis Drake y arrase de nuevo con lo que queda de ciudad o, peor aún, que sigan nuestros gobernantes obstinados en hacernos creer que lo cultural solo debe limitarse a festivales y reinados!

Dos recuerdos de la vieja villa: fotos —la de la derecha del archivo de Nereo—, que eternizan el próspero pasado de la calle tercera y la carrera del Comercio en Riohacha. 

El hotel Padilla, en la carrera 6 entre calles 3 y 3 A; la casa Real, en la carrera del Comercio con calle 6, esquina, negocios de los Pérez Ballesteros; la casa de la Aduana, en la calle 3, entre carreras 5 y 6; la casa de los Deluquez, en la calle 3 carrera 5, esquina, y las ruinas de la casona de las Fuentes, en la carrera del Comercio con calle quinta.

Por Luís Roberto Herrera Mendoza

«Pueblo que olvida su historia, es pueblo que no conocerá su futuro».

Riohacha está cargada de historia y de monumentos arquitectónicos, culturales y naturales. Por lo cual bien podía ganarse el título de ‘Pueblo Patrimonio’ y aprovechar las ayudas que para preservación y fortalecimiento otorga el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo. Oferta que debe ser aprovechada para la promoción turística del territorio, con más veras ahora que es Distrito Especial Turístico y Cultural.

Lastimosamente, nuestro municipio no ha podido consolidarse como pueblo patrimonio. Algunas razones de peso impiden que esto suceda. Un recorrido por el Centro Histórico de nuestra capital guajira nos permite volver a encontramos con varias joyas arquitectónica de la época colonial, tal cual las poseen otras poblaciones de nuestra costa Caribe y del resto de Colombia... ¡Nada tenemos que envidiarle a las construcciones antiguas de otras ciudades costeras como Santa Marta, Barranquilla o Cartagena! Pero sí tenemos que envidiarles el aprovechamiento que hacen por aquellos de sus edificaciones antiguas, explotadas incluso como sitios turísticos.

Riohacha es de las ciudades más antiguas de Colombia, acaba de cumplir 470 años de fundada, sitio próspero en sus inicios, prosperidad soportada en sus relaciones comerciales con los países e islas del caribe. Y posee algunas edificaciones calificadas como ‘Patrimonios históricos arquitectónicos’, construidas en los inicios del siglo X.

Nuestro director de elmuellecaribe.com, cuando le comenté que el próximo tema a tratar en mis notas seria sobre nuestras edificaciones antiguas, me expresó: “Pelón: ¿habrá alguna en la cual hubiera podido esconderse Francis Drake antes de arrasar con Riohacha?”... No maestro José Orellano, no conseguí entre los antiguos caserones uno solo donde el terrible pirata pudo haber pernotado o pudo haber saqueado, pero sí algunas que fueron construidas luego del paso por estas tierras del filibustero destructor. Y entre estas, la casa de los Pinedos, en la calle 3ra, con carrera 5ta, esquina, construida en el año 1874 por el arquitecto y ebanistas Juan E. Zúñiga; casona en la cual hoy, lamentablemente, podemos palpar cómo el tiempo transcurrido y sin cuido ha dejado terribles huellas en sus estructuras físicas. Un hermoso caserón, vestigio de la prosperidad de los comienzos de Riohacha, abandonado a su suerte por los entes gubernamentales encargados de proteger monumentos como este.

En el Centro Histórico —la zona central y comercial de la población— se pueden apreciar todavía algunas edificaciones ‘sobrevivientes’ de esa esplendorosa época de crecimiento económico, solo igualado por otra ciudad costeña: Barranquilla. Y se debía al fluido intercambio comercial con nuestros vecinos antillanos, actividad que propició la llegada y asentamiento de un sinnúmero de comerciantes a nuestro territorio, lo cual contribuyó al florecimiento de construcciones en esa época, cuando incluso contábamos con la presencia en las actividades económicas riohacheras del segundo banco de la costa Caribe colombiana: el Banco Dugand.

Universalmente el Patrimonio Tangible Inmueble está compuesto por todos aquellos sitios, obras de ingeniería, lugares, edificaciones, conjuntos arquitectónicos, zonas típicas, centros industriales y monumentos de interés o valor relevante desde los puntos de vista arqueológicos, históricos, arquitectónicos, artísticos o científicos reconocidos tal cual son. Las obras culturales inmuebles son producciones humanas que no pueden ser trasladadas de un sitio a otro, ya sea porque son estructuras grandes y pesadas, como, por ejemplo, una edificación. Y aquí queríamos llegar, porque la gran verdad es que muchos de nuestros caserones antiguos han sido declarados ‘Patrimonio histórico’ o ‘Monumento nacional’ por el ministerio de la Cultura. Y entendemos que así se hizo para perpetuar y conservar por ley esos valores patrimoniales —históricos, sociales, arquitectónicos, constructivos, urbanos— que son  de  interés  para  nuestro país y nuestra cultura. Y para que cada nueva generación pueda conocer, por su intermedio, aspectos de nuestro desarrollo pasado tanto en lo arquitectónico como cultural. Se supone que, como primera medida, tras las declaratorias oficiales, el Estado tome bajo su protección el inmueble para su protección y conservación. Y si el inmueble está en posesión de privados, el Estado debe de adquirirlo y tomar las medidas necesarias para consérvalos.

Pero en Riohacha, a pesar de lo que se especifica, se han pasado la norma por la faja. El inventario del patrimonio cultural de Riohacha y de La Guajira está totalmente abandonado y cayéndose a pedazos, bajo la mirada indolente de los encargados de protegerlos y preservarlos. Algunos pertenecen a herederos de los propietarios originales y han tratado de conservarlos en buen estado, pero les resulta económicamente pesado invertir en su restauración y su sostenimiento. Otras se han venido adecuado y entregando en alquiler para que funcionen ciertos negocios que no le dan relevancia a lo histórico-cultural que las distingue, y algunas — ¡el horror de los horrores!— fueron demolidas para realizar construcciones modernas. Y muchas más han quedado abandonadas a su suerte: que el tiempo las destruya, pero con un cierto afán de engorde para el trozo de terreno que ocupan: puede fijarse un ganancioso precio si el sitio es mirado para una construcción moderna.

Riohacha, en definitiva, es una ciudad sin dolientes. Sus administradores han sido indolentes con esta hermosa ciudad. La falta de sentido de pertenencia, es total, salta a la vista. Hay dejación ciudadana, sí, pero son los gobernantes los llamados a ejecutar acciones tendientes a que la ciudad cada día sea más grandes y productiva. Muy pocos de nuestros gobernantes se han preocupado por el desarrollo cultural de ‘El portal de perlas’. Para gobernadores de La Guajira y alcaldes de Riohacha, la inversión en lo cultural ha de centrarse solo en festivales y reinados.

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