top of page

Anti-turismo DETC

...Apenas despunta el día

Camellón de Riohacha:

¡deterioro y decadencia!

Texto y fotos:

Luis Roberto

Herrera Mendoza

El video lo repiten y comparten, una y otra vez. Se volvió viral en la red. Tanto, que medios noticiosos escritos lo han destacado como noticia.

Es más: alguno de nuestros prolijos creadores ha publicado una canción en ritmo de champeta.

El deterioro de la infraestructura social y física del Camellón de Riohacha, ya es parte del paisaje de un Distrito Turístico y Cultural.

Hablo del video filtrado por uno de los agentes de policía que atendieron una situación de perturbación del orden en un motel de las afuera de la ciudad: dos travestis que, en forma airada, le exigen a un cliente-taxista el pago de servicios sexuales prestado durante toda una noche.

El video contiene violencia: las ‘damiselas’ vociferan para cobrar, amenazan con romper los vidrios del taxi y obligan a la participación de los uniformados, mientras el taxista, entre fresco e impávido, se deja grabar mientras insiste en que no tiene plata para pagar.

En algunos pasajes de la situación, las travestidas acompañantes de cama del taxista no se dejan doblegar de la policía, forcejean y ¡vaya fuerza la que muestran! Mientras tanto, todas las escenas se las traga completas el celular de uno de los agentes que, al margen de acciones para imponer el orden, se dedica a grabar y gritar indicaciones a sus colegas.

Y a lo mejor sin pensar de a mucho sobre las consecuencias de sus actos, el policial cuelga el video a la red para reseñar, públicamente, los gustos sexuales del taxista. Traspasó las fronteras de lo que hubiera de configurarse como una mamadera de gallo y el video penetra la vida social y el círculo familiar del principal protagonista: el taxista que, sin habérselo propuesto, se ha convertido en seguro personaje del próximo carnaval. Los caribeños sacamos partida de hechos como este, le sacamos punta al asunto y no perdonamos que nos den papaya. ¡La faena del taxista ha sido todo un papayazo!

Las coprotagonistas del video son conocidas en el medio como ‘tortilleras’, es decir: prostitutas de profesión que no es que hayan llegado a Riohacha con la entrada en vigencia de la ley 1766 del 24 de julio de 2015 que declara a nuestro municipio como Distrito Especial Turístico y Cultural. Las o los dos hacen parte de un grupo de jóvenes, algunos de origen interno, que desde hace un buen tiempo vienen ofreciendo sus servicios de compañía sexual en la avenida ‘14 de mayo’ o ´Calle primera’ o ‘El camellón’: se pasean desde el parque Nicolás de Federmann hasta el hotel Arimaca o se ubican estratégicamente en la esquina de la Gobernación, guarecidos por el monumento ‘Identidad’, la obra del maestro Yino Márquez que adorna a la primera Avenida de Suramérica.

Así como lo leen: la avenida 14 de Mayo de Riohacha es la primera avenida de  América del Sur —por su ubicación geográfica, La Guajira es la región más septentrional del subcontinente—, un icono del Distrito Especial Turístico y Cultural y que se deja colorear por los mil y un matices del trabajo artesanal de las tejedoras indígenas del desierto representado en las ya mundialmente reconocidas ‘mochilas wayuu’, atractivas para cientos de visitantes en su parada obligatoria por sitios de la ciudad en sus recorridos hacia los numerosos lugares turístico que tiene la península.

De un tiempo hacia acá, la ‘Calle de la marina’, como también es denominada la avenida, ha pasado del sano esparcimiento y el paseo familiar con rumba sana a la ‘prima noche’ a una especie de ‘zona de tolerancia’ cuando se adentra la noche y esta se abre hacia la madrugadas para que fluyan expendedores de alucinógenos, consumidores, prostitutas trasnochadoras, travestis alborotados(as) y toda clase de personajes que van refugiándose en recovecos nocturnales de la oscura playa, los extendidos espolones y el abandonado Camellón turístico.

Triste espectáculo en las actuales madrugadas riohachera: riñas, pillaje, escándalos, barullos entre los pelafustanes moradores de la avenida, noctámbulos empedernidos, en un territorio sin ley, tierra de nadie —mentira: de los malosos—, sin que ninguna autoridad civil o policial se apersone del asunto.

Años atrás la Alcaldía reglamentó que hasta las 3:00 am debían prestar servicios los locales comerciales de la ‘Calle de la marina’, disposiciones que los comerciantes formales cumplen. Contrario a los vendedores informales que se pasan la medida por la faja y expenden, sin control, bebidas alcohólicas y chuzos de quién sabe qué clase de carnes. Se ubican sobre ‘El camellón’, pernoctan y así los sorprende el amanecer: rodeados algunas veces por foráneos que quieren seguir la rumba, pero las más de las veces por los asiduos trasnochadores, muchos de ellos venidos de los negocios nocturnos de ‘La calle del crimen’ —zona de tolerancia en inmediaciones del antiguo, pero aun utilizable mercado público—, donde funcionan cantinas, bares, burdeles, billares y todo tipo de negocios relacionados con la rumba. Al parecer, a la hora que del cierre ‘normatizado’ son desterrados por la Policía y en ‘La calle de la marina’ encuentran el sitio perfecto para continuar con la ‘pernicia’ y los juguetes que involucra: mucho tabaco o porros humantes de marihuana, mucho perico con los sonoros ‘snif’ a la cocaína y el oleaginoso y penetrante aroma del bazuco.

Entre los vendedores informales se camuflan expendedores de esas y otras drogas, raponeros y muchos viajeros del bajo mundo que trasladan su campo de acción a la zona turística del Distrito bajo la mirada, diríamos permisiva, casi complaciente —nada hacen para contrarrestarlo— de todas las autoridades, administrativas pero sobre todo las policiales, que recorren  constantemente en sus patrullas y motocicletas el sector sin siquiera tomarse la molestia de hacer cumplir la norma entre los vendedores informales muy a pesar de que, en más de una decena de veces, se les ha visto intervenir en riñas de  ‘peri-borrachos’ y putas.

El ambiente familiar que se convive en la avenida Primera después del ángelus vespertino se tranforma en sórdidez con el avance de la noche y el arribo itinerante de actividades de zona de tolerancia, con prostitución, drogas y noctambulismo pernicioso.

A todo este anómalo fenómeno de ribetes sociales, se le suma el estado de abandono y el deterioro que cae, implacable, sobre ‘El camellón’ y las playas. Un recorrido por ‘El camellón’ nos permite apreciar pedazos de piso arrancados, huecos, muchos tramos sin baldosas... pareciera como si lo hubieran bombardeado. La mayoría las lámparas luminarias, tipo pescador en aluminio y adornadas con motivos florales en antimonio, fueron robadas, son pocas las que han quedado. ­Muchas veces se les informó de estos robos a las autoridades, sin que se generasen acciones para evitarlos. Las bancas también están destruidas.

La falta de cultura ciudadana es notable más la apatía de las administraciones ha dado como resultado que la avenida se haya convertido en un baño público al aire libre, que despide un permanente y repelente olor a orina y excremento humano.

Al despuntar la mañana, en el bulevar de enfrente de los locales de venta de alimentos, podemos encontrar arrume de bolsas llenas de desechos de los productos comercializados, pero también regados por la acción de habitantes de la calle que escarban en su interior en procura de recuperar trozos para su consumo. Lo hacen tal cual la jauría de perros callejeros que a toda hora deambula por las playas y que en muchas ocasiones ha atacado a ciudadanos que trotan y caminan en las madrugadas por la playa. Este reguero queda allí hasta la media mañana, cuando la empresa de aseo lo recoge. En otro sector del bulevar quedan por días.  

Al inicio de la carrera 11, en el sitio donde estuvo la cárcel municipal de Riohacha —según algunos historiadores, allí estuvo preso Henri Charrière, más conocido como ‘Papillón—, la cual fue demolida para construir el amplio bulevar que divide la avenida 4 de mayo en dos, funcionan quioscos de ventas de comida rápida y mariscos cuyos administradores depositan toda clase de desperdicios al frente del monumento al acordeón ‘Génesis’, obra del artista Nicolás Freyle. Al espantoso aspecto de insalubridad que tal acción le da al lugar, se suma la oscuridad.

Este entorno es aprovechado por inescrupulosos para realizar sus necesidades fisiológicas en la playa, muy a pesar de que hay cerca un CAI que presta el servicio de información turística. El cual, más bien, es utilizado como lugar de descanso de uniformados en turnos nocturnos. A menos de 50 metros del lugar, en la playa utilizada como zona de estar para las embarcaciones de pesca y en la cual se comercializa el pescado, se encuentra, allí no más, a un ladito, una venta pública de drogas y ahí mismito se consume. Todo el día hay una fogata encendida y el aroma a marihuana quemada envuelve toda la zona.

En el mismo bulevar de los ‘típicos’ y tradicionales kioscos donde se venden los cocteles de mariscos que son apetecidos por turistas y comensales locales, encontramos otro punto envuelto en malos olores: mezcla de orina y detritus, con los líquidos sobrantes de la manipulación de los mariscos que, sin ninguna contemplación, son lanzados a las arenas de la playa por los dueños de las ventas.  ¡Anda p’al carajo, se jodió esta vaina! O, como suele decir el maestro Chelo de Castro en su columna periodística: “Cógeme ese trompo en la uña”.

La Avenida 14 de mayo es una bomba de tiempo social a punto de explotar, tierra de nadie, donde no existe control por parte de las autoridades, situación que, más temprano que tarde, terminará perjudicando el desarrollo turístico del hoy Distrito Especial Turístico y Cultural.

La nueva administración distrital —la actual, que ya camina con el sol a la espalda, no fue capaz de realizarlo durante su periodo— se tiene que poner los pantalones y atajar de una buena vez la comisión de todas estas anormalidades.

Está conminada a implementar acciones drásticas y a exigirle al comando de Policía que actúe, que su accionar no debe de ser pasivo sino activo. Que tenga en cuenta que todas estas personas involucradas en la decadencia de la avenida tienen derechos pero también deberes que cumplir.

Doctor Fabio Velásquez: es necesario que la intervención sea integral, mucho más allá de la aplicación de medidas coercitivas. El respecto por el espacio público debe de incluir a todos, vendedores de chuzos, de licores, de mango, de helados, de papas rellenas, de arepas y de toda clase de artículos, y cambiar la sensación de que esa es una plaza de mercado.

Al tiempo de atacar las anomalías, hay que aportar para mejorar las condiciones del Camellón: repáralo, limpiarlo y acondicionarlo, como se merece este sitio emblemático. Que los comerciantes de la zona aporten y contribuyan con el mejoramiento y embellecimiento del sector de influencia de sus negocios. Tenemos el ejemplo de la empresa Chevron, que invierte en el mejoramiento y embellecimiento del muelle de madera, a raíz del convenio para su uso.

Si la autoridad competente no toma el control, no es difícil presagiar que un día de estos se generen actos de violencia protagonizados por algunos de los noctámbulos de la Primera. Lamentable en extremo sería que una víctima fortuita resultara siendo un desprevenido turista.

Hay que prevenir antes que lamentar. No podemos permitir que un extranjero pague las consecuencia por la desgana de nuestros gobernantes, que en vez de fortalecer la actividad turística, como fuente generadora de empleo y prosperidad, como generadora de divisas, que es lo que todos deseamos, parece que estuvieran de acuerdo con lo contrario. Con la desidia, fortalecen a los vendedores ambulantes y estacionarios, a los reponeros, al microtráfico de drogas, a los expendedores informarles de licores, a los y las jovencitos y jovencitas prepago, a las prostitutas trasnochadoras y, sobre todo, a los ya famosos transformistas, coprotagonistas del video de moda en las redes sociales. Y seguros personajes, al igual que el ‘amante bandido’, el ‘conejero’, del próximo Carnaval de Riohacha.

En el amplio bulevar que divide la avenida 4 de mayo en dos, funcionan quioscos de ventas de comida rápida y mariscos cuyos administradores depositan toda clase de desperdicios al frente del monumento al acordeón ‘Génesis’, obra del artista Nicolás Freyle.

bottom of page