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Con más esclavos negros que en La Habana

Falta escribir literatura

sobre ‘rastro negro’

en Santa Marta y el Magdalena

‘Africanía o los 

afrodescendientes

invisibilizados

en los estudios

sobre Santa Marta

y el Departamento’

Punto
de vista
de Edgar
Rey Sinning

Por José Orellano

Venían las historias y el pinteño Edgar Rey Sinning, sociólogo, académico, investigador y

docente, traía la suya: “Hablar un poco de una literatura o una historia del Magdalena un poco desconocida”.

Debía ser breve, solamente quince minutos, y había que aprovecharlos: y la prioridad de su

charla —en medio de algunas páginas de historia contadas— era la de exhortar a las nuevas generaciones de escritores magdalenenses a que, en la cuna grande de Gabriel García Márquez, se haga algo que aun no se ha hecho: hace falta todavía por escribir una literatura recreada “en la presencia negra o afrodescendiente o africana en el Magdalena”.

Y había aludido, en la introducción, la tradición narrativa de la región, la tradición narrativa

desde hace años, la narración oral de mamas, kogui, arhuaco, arsario y kankuamo, los hermanos mayores de la Sierra Nevada de Santa Marta, expuesta en textos que recomendó consultar.

Con tinta invisible

Un texto de Alejandro D. Marinovich, ‘La Santa Marta invisible de la colonia’, dice “que la historia colonial de Santa Marta ha sido escrita y repetida sólo a la presencia y el encuentro de dos culturas: la indígena y la española, mientras que la tercera cultura, la africana, no se resalta porque su historia ha sido escrita con tinta invisible. Sin embargo, durante los últimos 20 años el interés por estudiar la población negra de la ciudad ha adquirido relevancia, a pesar de que la tarea no es fácil porque la documentación al respecto es muy fragmentada y la temática ha sido soslayada por los historiadores”.

Pinteño es gentilicio de Pinto*, un pintoresco sitio

del Magdalena y cuna, terruño de Rey Sinning, quien en su intervención durante el conversatorio literario cumplido el 30 de abril pasado en Corferias, cuando se cumplió el ‘Día del Magdalena’ en el marco de FilBo-2016, resaltó la producción académica en torno al tema desde la historia, la antropología y la sociología, pero reclamó la auténticamente literaria sobre el rastro negro en ‘La perla de América’ y el Magdalena Grande en general. Y mientras hablaba, mentalmente nos íbamos directo a las páginas de la novela ‘Las uvas de la ira’, del premio Nobel de literatura, y Pulitzer también, John Steinbeck.

Hablaba ante un puñado de magdalenenses con-

centrados en el salón VIP de Corferias —había “desde los menos pigmentados, por llamarlos de alguna manera, hasta los más pigmentados”— y, de modo reiterado, sostuvo que en el Magdalena y su capital Santa Marta hubo, entre sus antepasados, abundante presencia de africanos, que llegaron traídos de África, arrancados de España, más allá de la creencia generalizada de que esclavitud solo hubo en Cartagena y Popayán, que “de hecho eso es lo que más sabemos”.

En algunos momentos de la historia, precisó, “hubo más esclavos en Santa Marta que en

Cartagena. Es más: hubo más esclavos en Santa Marta que en La Habana, solo que hace falta todavía escribir esta parte”.

La historia que contaba la llamó ‘Africanía o los afrodescendientes invisibilizados en los

estudios sobre Santa Marta y el Departamento’ y, para sustentar sus puntos de vista, el actual profesor de la seccional Santa Marta de la Universidad Sergio Arboleda se refirió a textos del investigador e historiador Dolcey Romero Jaramillo, de él mismo —Rey Sinning— y del sociólogo Tony de la Cruz sobre el tema de la esclavitud en Santa Marta, innegable hecho histórico para aupar la reticencia de los Díaz Granados, los Cotes, los Zúñiga, los Vives, los Dávila, porque “todos

Desde 1951 se discutía la posibilidad de que Pinto, en condición de corregimiento y ardiendo en deseos de emancipación, se separara del municipio de Santana, pero todo quedaba en reuniones. En 1981, Edgar Rey Sinning expuso la idea de convertir al pueblo en municipio y buscó información en la Escuela Superior de Administración Pública (Esap). La idea la mantuvo viva un grupo de pinteños encabezados por Pompilio Sinning Madera, pero por falta de organización y recursos económicos se fracasó. El 6 de mayo de 1999, Pedro Martínez, en compañía de José Acosta Marriaga, Luis Larios, Luis Benítez, William Jiménez, Fanny Rada, Zenaida de Fernández, Fernando Fernández, Hernán Fernández, Lucina Jiménez, Sigilfredo Sinning, Armando Sinning, Lobeida Ibarra y Magalis Rossi Trespalacios, realizaron una primera reunión para el proceso de emancipación y municipalización de la región de Santa Bárbara de Pinto. El proceso culminó con la creación del municipio de Santa Bárbara de Pinto, mediante a la Ordenanza 003 de la Asamblea del Magdalena y sancionada el 23 de Junio del año 2000, por el entonces gobernador Juan Carlos Vives Menotti.

Un pinteño emancipador...

*

ellos siempre han creído que son puros, blancos, herencia española, nobleza… bien o mal”. Una actitud que, “a cocotazos”, han tenido que variar para aceptar la visibilidad de lo invisibilizado, después de 1991, des-de que fue expedida la actual Cons-titución Nacional.

Los textos que ponderó Rey

Sinning, denominados por él mismo como ‘El que abrió el camino’, ‘Testimonio’ y ‘La pasión por la africanía’, hicieron marco perfecto para la alusión a una página de la historia de discriminación y vasallaje de que está llena la Patria y que, al momento de la charla, se fusionaba con la transmisión, por esos días, de la telenovela ‘La esclava blanca’, que referencia a Santa Marta en el escenario, más allá de ser una bella e histórica locación.

“Pues bien, esta presencia de

negros tiene su historia en hombres que llegaron a luchar”, dijo Rey Sinning para comenzar. “Tiene su historia en el gran ‘Negro’ Robles, en Luis Antonio Robles Suárez, de Camarones: el primer negro que llegó al parlamento… No fue representante por el Magdalena, porque allá estaban Dávila, Vives, Díaz Grana-dos. Fue representante por el depar-tamento de Antioquia, en reemplazo de la curul que había dejado Rafael Uribe Uribe. Y fue enemigo de este señor que escribió un himno de Colombia feísimo —que yo trato de 

no cantar, lo hago solamente cuando me lo obligan—: una poesía horrorosa de un señor de apellido Núñez. Fue su enemigo, porque Núñez era esclavista y en cambio Luis A. Robles era un hombre libertario. Y fue tanto el odio contra los negros, que cuando Robles entró al Parlamento por primera vez le dijeron que “se ha oscurecido el recinto”. Así era el desprecio por ‘El negro’ Robles, pero él era un repentista: “Hay muchos blancos que tienen la conciencia negra”, les contestó”.

Mucho material sobre negritudes diseminado en Santa Marta y el antiguo Magdalena Grande

—La Guajira, con su Camarones de ‘El Negro’ Robles, y el Cesar incluidos—, mucha historia por ahí escondida, a la espera de los buenos escritores para contarlo todo, y mucho más, en aire de Literatura: la rebeldía de los negros en La Ramada; lo que es hoy Guachaca; en lo que son

Nada más oportuno para tener una idea de la afluencia de la población negra y sus descendientes en Santa Marta, es analizar la composición étnica de la población. Un análisis al censo de 1793 permite establecer que los esclavos negros en la ciudad de Santa Marta era en realidad un grupo minoritario, conformado por 591 esclavos que representaban el 16.4% de los habitantes. Pero los blancos tampoco eran cuantiosos, solo alcanzaban un número de 499 habitantes que representaban el 13.9% de los habitantes. En cambio, los libres de todos los colores, es decir, los afrodescendientes: mulatos, zambos y mestizos, si eran considerables, ya que alcanzaban 2.490 habitantes, equivalente a un 69.1%, los cuales adicionados a los esclavos sumaban 3.081 habitantes que representaban el 85.5% del total de la población (Alejandro D. Marinovich).

Censo y color...

Censo en Santa Marta-1793: libres de todos los colores, 2.490 habitantes.

el Palenque de Masinga, de Santa Cruz de Masinga, ahí al lado de Bonda. “Testimo-nio fiel, precisamente, de cómo esta cultura tenía incidencia en las decisiones de la ciudad”, de acuerdo con Rey Sinning.

Y cuando desgranó lo

referente a los trabajos académicos existentes, dijo que ‘El texto que abrió el camino’ lo escribió un negro barranquillero que se llama Dolcey Romero Jaramillo, que él prologó 1997. “Fue una tesis de grado de   

maestría en historia de la Universidad Nacional. El trabajo muestra el tema de la esclavitud en Santa Marta. Este texto es tan bueno que ha sido publicada una segunda edición, y para que publiquen un texto de historiadores de la Costa dos veces,

no es fácil. Lo publicó la Universidad Simón Bolívar —‘Escla-vitud en la provincia de Santa Marta’ 1791-1851—, en un homenaje precisamente a reivindicar la presencia de las negritudes y de la cultura negra en Santa Marta y en el depar-tamento del Magdalena”, dijo Rey Sinning.

Sobre ‘Testimonio’ precisó que su argumento se sustenta precisamente en testimonios reco-

gidos entre los negros que habitaban en el decenio de los setenta en los barrios Cristo Rey y La Paz, de Santa Marta. “Recuerdo el pretexto para que ese trabajo se hiciera y que se llama ‘Cristo Rey, un espacio para permanecer en el tiempo’. Ese fue el pretexto para hablar de la presencia negra, de la esclavitud en Santa Marta, apenas llegó un señor que no era ni adelantado, ni era notario, era un simple comerciante, un vividor que se llamó Rodrigo de Bastidas: “Don Rodrigo Bastidas”, como después le dijeron, que él no era ningún Don, el mismo lo compró. Pues bien, el señor Bastidas trajo los primeros negros a Santa Marta”.

Y para referenciar el tercer texto, Rey Sinning recreó, como en un previo, otro pasaje sobre

negritudes en la samaria, no exento de cierto humor. “Sociólogo samario, Tony de la Cruz me decía, hace un año tal vez, que “en Santa Marta dicen que tú y yo estamos locos. Algo así como ‘Chespi-rito’: tú y yo estamos locos, como los del programa de televisión ‘Chapulin’…” —¿Y por qué estamos locos, Tony? —pregunté. “Porque tú y yo andamos buscando negros en Santa Marta y aquí no hubo negros”. Esto, para que se aprecie cuál es el grado de estigmatización para los que hacemos este tipo de programas. De todas maneras él escribió un libro y precisamente por eso,

Tras su charla, Edgar Rey Sinning descansa.

En su texto , Alejandro D. Marinovich afirma que la “presencia del negro en la Gobernación de Santa Marta, data desde los comienzos del siglo XVI como lo demuestran diversos documentos de la época. Por ejemplo, se conoce que, con Rodrigo de Bastidas en la fundación de la ciudad, llegaron unos cuantos negros, en 1525; así mismo, se sabe que en la expedición de García de Lerma, en 1530, figuraban algunos negros. También existen documentos donde afirman que Pedro Fernández de Lugo, en 1536, trajo a la Gobernación de Santa Marta 100 esclavos negros. De igual manera, está demostrado que el primer palenque en tierra firme del cual se tenga noticia, se conformó en los alrededores de Santa Marta, denominado como el palenque La Ramada, de donde salieron algunos negros esclavos e incendiaron la ciudad de Santa Marta en 1529”.

El primer palenque: La Ramada

a un alto tribunal y tuvimos la fortuna de que allá estaba nuestro hermano Juan de Dios Mosquera y esa tutela que habíamos perdido en los tribunales y los juzgados de Santa Marta, la ganamos en la Corte Constitucional. ¿Por qué? A partir de ese momento no solamente se nos dio la razón a lo que estábamos diciendo en el sentido de que en Santa Marta y Magdalena había negros, sino que se convirtió en jurisprudencia para el país. Y era que había que reconocer la presencia de los negros en las juntas departamentales y distritales de educación”.

Recomendando que el camino a seguir es el de trabajar para visibilizar lo que está invisible

pero que se siente todos los días, Rey Sinning invitó al final de su intervención a revisar, con carácter de importancia, “los textos históricos y textos antropológicos, para tener una visión diferente de lo que es Santa Marta y el Magdalena”.        

este texto lo he llamado ‘Tony de la Cruz, o la pasión por la africanía’”.

“Y es allí donde trato de encon-

trar unos puntos de amarre con Tony de la Cruz, desde su visión de hacer visible lo invisible del departamento del Magdalena, dijo. “Tanto es así que Germán Sánchez, cuando estaba discutiendo con el doctor Edgardo Vives que le diera asiento en la Junta Distrital de Educación, perdió dos tutelas en Santa Marta y se la negaron por una razón: ‘En Santa Marta no hay negros’ le dijeron. Yo estaba de director del Instituto de Cultura y me pidió Jorge Caballero que le dijera si eso era cierto o no. Yo di mi explicación y se mandó ese concepto

De navíos de esclavos y desembarques en Santa Marta

De los numerosos navíos de esclavos introducidos legalmente por el puerto de Santa Marta —escribe Alejandro D. Marinovich—, vale destacar solo los que transportaron una cantidad de cierta consideración. De acuerdo con Vila Vilar en 1609 llegaron las embarcaciones conocidas como Nuestra Señora de la Concepción y San Martin, procedentes de Guinea con 37 y 46 esclavos respectivamente; en 1613 el navío San Benito procedente de Angola trajo 156 esclavos; en 1614 el navío San Antonio dejó 60 esclavos y en 1619 el navío Nuestra Señora de las Nieves vendió en Santa Marta 205 esclavos; en 1636 una nave sin registro dejó 80 esclavos procedentes de Guinea; en 1638 entraron 60 esclavos procedentes de Angola y en 1640 llegaron 88 negros de Angola y 41 de Guinea. De estas cifras se puede deducir que el número de esclavos introducidos por Santa Marta va mucho más allá de lo que suponíamos. Según la misma Vila Vilar, el número de esclavos introducido por Santa Marta que pagaron derecho de aduana entre 1609 y 1640 alcanza la cifra los 800 esclavos. Al respecto es preciso aclarar que Santa Marta no fue una sociedad esclavista, pues su economía no dependía del trabajo del esclavo. 

La presencia de esclavos en Santa Marta tiene sus historias.

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