Nos acercamos al final de un cuatrienio administrativo y para quienes vibramos con el reciente título alcanzado por Junior en la Copa Águila, con la interpretación de ‘Te olvidé’ por parte de su última hija en el ‘Día artístico’ previo al de la ceremonia de graduación de bachiller en el San Façon de Bogotá —o cuando, por cualquier circunstancia, escuchamos, acá en la distancia, coros armónicos que dicen que “Barranquilla sabe cantar y sobre el yunque martillar”— también nos emociona saber que la alcaldesa distrital Elsa Noguera sube a lo más alto del podio de la aprobación pública a una gestión de gobierno.

Otro triunfo barranquillero, no hay duda. Y que ha sido alcanzado con un alto porcentaje, de acuerdo con Gallup, en la más reciente de sus encuestas: favorabilidad de un 76 por ciento frente a una desaprobación del 23 por ciento. O sea que el ‘monstruo de los miles de cabezas’, la comunidad, ha legitimado democráticamente —partiendo de la buena fe, la encuesta puede constituir también un mecanismo de democracia: la participación es libre—; la comunidad, decía, ha legitimado democráticamente las decisiones político-administrativas adaptadas a sus necesidades en este cuatrienio, decisiones ejecutadas por el gobierno distrital de la capital del Atlántico en cabeza de Elsa Noguera. Están expresando de esta manera que la burgomaestra interpretó acertada y decididamente el querer de sus gobernados.

Esta mujer auténticamente barranquillera, cuya baja estatura y su desplazamiento apoyado en par muletas, algo que jamás la limitó, no representan impedimento para avanzar con idoneidad en el manejo de la cosa pública —los intereses de una urbe de, quizás, algo más de un millón seiscientos mil habitantes—, se yergue, hoy por hoy, a menos de 40 días del final de su mandato, como paradigma de buen gobierno.

Elsa, que es, de acuerdo con la antroponimia, mente de pensamiento convincente, que se expresa como pensadora de alta responsabilidad moral, que tiene apego a la vida de las comunidades —con una personalidad que se hace notar, que es fuerte y capaz de tener la última palabra, en caso necesario—, representa, ad portas del final, la mejor administración local del país —32 son las ciudades capitales, aunque la muestra solo mide las cinco más importantes de Colombia—, sobre incuestionables capacidad y preparación intelectuales, su total dedicación a la misión que le fue encomendada hace cuatro años por algo menos 226 mil sufragios y la transparencia de sus actos, tanto públicos como privados.

En julio pasado, la alcaldesa Elsa Noguera había alcanzado una favorabilidad del 65 por ciento y una desaprobación del 32 por ciento, pero —de acuerdo con observadores del discurrir gubernativo barranquillero— la dinámica de gobierno impartida durante el segundo semestre del año: ejecución final de las obras, la han llevado no solo a superar en 11 puntos aquella calificación también Gallup sino también al alcalde de Medellín, Aníbal Gaviria, 68 de favorabilidad contra 27 de reprobación, y al de Bucaramanga, Luis Francisco Bohórquez, con aprobación del 51 por ciento. Al alcalde de Bogotá Gustavo Petro lo deja bien relegado la alcaldesa de Barranquilla: ¡66 por ciento de desfavorabilidad!, el de mayor desaprobación, último entre los cinco.

De acuerdo con acuciosos observadores, Barranquilla ha experimentando un nivel de inversión sin antecedentes, gracias a lo cual se ha dinamizado su desarrollo. Para el exitoso logro, la alcaldesa Noguera ha reconocido el aporte del Concejo que otorgó el marco legal para la ejecución de obras, aprobó el programa de Valorización e incluyó las partidas correspondientes en los presupuestos aprobados.

Constituido para ejercer funciones administrativas y control político precisamente sobre el titular de la Alcaldía, el Concejo de Barranquilla facilitó todas las herramientas a la alcaldesa Elsa Noguera para adquisición de predios, expropiaciones y transacciones legales con las empresas de servicios públicos, previos del gran caudal de obras ejecutadas, concretamente en el último año y medio.

La favorabilidad de un 76 por ciento frente a una desaprobación del 23 por ciento que ha logrado por estos días la mandataria barranquillera se sustentan en el hecho de que Barranquilla no es la misma. Es otra, frente a la Barranquilla de comienzos de este siglo. Tiene otra cara, en la urbe se respira otro ambiente, a cada momento surgen metros y más metros cuadrados de parques para recreación y solaz del espíritu, la capacidad destructora de los arroyos se ha minimizado al máximo y, con tantas obras ejecutadas, la imagen del Distrito Especial Industrial y Portuario ante el país ha mejorado ostensiblemente.

Y la Alcaldesa se ubica como un referente de buen gobierno, concepto que encaja en la lucha contra la corrupción, la observancia de los derechos humanos, la preservación del medio ambiente y la seguridad y protección a la ciudadanía, de acuerdo con Planeación Nacional.

El logro de la burgomaestra barranquillera emociona desde nuestra condición de barranquilleros lejos del terruño. Y entonces, alma adentro, musitamos... Sí, 

musitamos: “Tajamares de Bocas de Ceniza,/ cuchillada del río sobre el mar,/ al Caribe central colombianiza/ tu robusta aptitud de navegar/... Barranquilla, procera e inmortal”.