El Muelle
CARIBE
Homenaje perenne al Muelle de Puerto Colombia
Crónicas y Opinión
José Orellano, director
Con el primer ‘bre’... ¡el mes del amor y la amistad...!
Cuando la
conciencia
amarra…
Por Kelly Estrada Orozco
Dos generaciones, dos mentes distintas… o al menos eso creemos…
Dos razones poderosas, las tuyas, las mías…
Tu mundo hecho, el mío a medias…
Tu calma, mis ganas de devorar la vida,
nada de eso importa cuando estamos cerca,
nada de eso importa porque sin palabras nos convencemos…
Difícil resulta dar explicaciones a la razón cuando de amor se trata,
difícil luchar contra el sentimiento cuando la conciencia amarra…
Llamémoslo locura y guardemos los secretos, está bien dejar de estar cuerdos por momentos… llenando espacios, gastando el tiempo, viviendo sueños, buscándonos entre las personas, reconociendo las miradas… queriéndonos en silencio… ->KEstrada<-
Amor filial
Faro y brújula en las
oscuras noches de
invierno de los viejos
Nota: Finaliza el mes del Amor y la Amistad en Colombia, con la connotación que cada quien otorgue a tal institución, desde lo afectivo o desde lo comercial. Y para comenzar a prepararnos para lo que se nos
aproxima —con el primer bre vuelan raudos los cuatro últimos meses del año—, demos lectura a un diciente texto que encontramos en internet en torno a lo que significa, al margen del amor en pareja o amor al prójimo o amor entre amigos, el AMOR FILIAL.
Chévere contenido, sobre todo en ese momento en que recrea, en breve párrafo, la decisión —en medio de tal relación— de hacerse libres… Leamos:
El amor filial es el afecto por la familia, por los padres, los hermanos, los hijos, los nietos. Con todos
ellos, en general, la mayoría está ligada por un genuino sentimiento; y aunque los avatares de la vida, las discusiones o cuestiones de dinero puedan llegar a distanciarlos, siempre permanecerán unidos de alguna forma a ellos.
Pero el afecto hay que cultivarlo, prestarle atención y tiempo, porque la indiferencia y el olvido hacen
que se marchite y se seque.
Hay personas que tienen un solo hermano en el mundo y ningún otro familiar y no se hablan entre
ellas por antiguas heridas que ni siquiera recuerdan; quizás porque algo las ofendió, porque creen que el otro se cree superior, que no las quiere, porque no les gusta cómo es o cómo piensa; por envidia, por celos o por un montón de motivos diferentes.
Tener un hermano lejos que nunca recuerdo, una madre sola que anhela verme o escuchar mi voz por
teléfono, o un hijo que no me habla porque no lo acepto como es, son asignaturas pendientes que nos hacen sentir mal con nosotros mismos.
¿Por qué no los llamo? ¿Por qué no voy a verlos? ¿Por qué no los perdono? ¿Por qué no los quiero?
Todo eso es lo que nos preguntamos cuando pensamos en ellos.
Sin embargo, cuando estas personas mueren o están enfermas, de pronto, nos acordamos de ellas y
somos capaces de ir a verlas, ocuparnos de todo y hasta de gastarnos el último peso si es que se han muerto, en flores o en un mausoleo que exprese todo nuestro oculto amor por ellas.
Es que sólo somos capaces de enfrentarnos cara a cara con un muerto, cuando ya no nos puede
devolver la mirada ni saber que hemos vuelto.
La relación con los padres cuando son viejos, a veces se hace difícil, porque no tenemos tiempo.
A veces, el ignorarlos hace que se vuelvan dependientes y se enfermen, porque necesitan saber que
todavía le interesan a alguien y que sólo por eso vale la pena seguir viviendo.
Hay padres que tratan a sus hijos maduros como si todavía fueran niños, les dicen lo que tienen que
hacer, lo que les conviene, lo que es mejor para ellos. No es fácil convivir con sus ojos clavados en la nuca todo el tiempo.
Es que no tienen nada que hacer y para ellos lo único que cuenta es lo que nosotros estamos
haciendo.
A veces es peor todavía, dejamos de ser sus hijos para convertirnos en sus padres, cuando tenemos
que cuidarlos como niños. Cuesta pasar esa etapa en que los padres creen que somos sus padres y ellos nuestros hijos.
Con nosotros no será tan diferente, también alguna vez nos volveremos dependientes de los hijos y
¿Quiénes como este par de viejos? Se amaron... Amaron, fueron amados y aún, muchos años después de su muerte, siguen siendo amados desde un sincero amor filial: Francisco Javier y Evelina Dolores. Orellano Hernández-Niebles Monslavo...
y anhelemos más que nada en el mundo estar con ellos o que nos hablen por teléfono.
Las relaciones humanas son difíciles porque cada uno de
nosotros somos un universo y ya es un milagro que nos comuniquemos. Sin embargo, cuando los años comienzan a notarse y la soledad es la única compañía de los viejos, hay que tener compasión y acercarse a ellos.
Nos pueden sorprender con su sabiduría y podemos pasar un
buen rato con ellos, tal vez mejor que ver por televisión por quinta vez un programa viejo.
Es hora de perdonar todos los agravios y llamemos a nuestros
padres o vayamos a verlos, los abracemos una vez más y recordemos viejos tiempos. No guardemos rencores ni resentimientos, perdonemos, porque si no lo hacemos, después se hará más difícil enterrar a los muertos.
Hay gente que va a pedir perdón al cementerio y no le alcanza
su vida para tener paz en su conciencia. Son personas que prefieren cuidar una tumba con esmero en lugar de relacionarse en vida con afecto.
Ser libres no significa liberarse de la responsabilidad que
tenemos, quiere decir ser libres para ser quienes realmente somos y dejar que también los demás lo sean y ninguno puede impedirnos eso.
Dejemos libres a los viejos vivir a su manera y cultivemos su
afecto, no los dejemos a la deriva, seamos su faro y su brújula en las oscuras noches de su invierno.
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