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Ecos de lo que el corazón siente

Hora de

dar las

gracias

Por Carmen Peña Visbal

Esta nota sólo tiene un propósito: dar gracias a quienes aportaron sus luces y su cariño para que

yo pudiera ejercer el oficio de periodista, “el oficio más bello del mundo”, como dijera Albert Camus y luego ratificara Gabriel García Márquez en Los Ángeles, en 1996; o “el oficio más hermoso del mundo”, como lo calificara José Martí Gómez.

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En el Saint Mary School, con Martha Cecilia Alonso y Aniouska Sánchez Romero impulsamos la

edición de ONDA 90 cuando cursábamos sexto de bachillerato. Eran los tiempos de ‘picar’ esténcil. Utilizando las ya obsoletas máquinas de escribir, pero sin cinta, ‘tallábamos’ las letras en el esténcil, que luego nos permitía efectuar las impresiones en papel.
En la Universidad Libre, con Jorge Alonso Sanín Posada (qepd) y Julio de la Hoz Noriega editábamos el UNILIBRISTA. El decano de Derecho, José Antonio Aldana Olave, nos patrocinaba. ¡Hasta nos dio oficina!

Precisamente, una de esas ediciones fue llevada por nuestra compañera de estudios Martha Torres

Nadjar al entonces gerente del recién inaugurado periódico LA LIBERTAD, coronel (r) Armando Torres Salgado (qepd), quien era compadre del propietario del periódico, Roberto Esper Rebaje. El editorial del UNILIBRISTA fue leído durante una emisión del noticiero de medio día de Radio Libertad.

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Semanas después, Germán Grisales ‘El Pintor de la

Morisqueta’, me invitó a que visitáramos La Libertad para proponer que asumiéramos alguna sección del diario. Gracias a Wilderson Archbold Ayure (qepd), entonces Asistente del Director, iniciamos la coordinación de una página: ‘Yo, el Tribunito’, en la que promovíamos los derechos de la infancia y le brindábamos espacio a niños y niñas que dibujaban o escribían. Con Germán nos encargábamos, cada viernes, de distribuir más de un centenar de ejemplares entre quienes ejercían la docencia en escuelas y colegios de primaria.

En junio de ese año, 1979, Wilderson me propuso que asumiera la página social. ¿Social? Si. Con reporte de bodas, nacimientos, cumpleaños… La periodista a cargo había renunciado.

Dije que sí. Me entrevistó don Roberto y me contrató.

Firmé mi primer contrato laboral. A don Roberto, gracias.

El jefe de Redacción era José Francisco Orellano

Niebles, quien impartió las primeras líneas de lo que debía desarrollar, y los primeros –y casi únicos– llamados de atención. Gracias José, realmente fuiste mi primer jefe en una redacción mayoritariamente integrada por hombres.

Carmen Peña Visbal con don Roberto Esper Rebaje y, a su izquierda, Manuel Pérez Fruto, periodista orgullo de Santo Tomás.

Con Margarita Cepeda, otra excelente periodista Caribe. ‘Lo que se hereda no se hurta’ y Margarita tiene legado a su favor: va de su padre, el periodista y escritor Álvaro Cepeda Samudio.

Cuando José renunció, ese mismo año, asumieron Rafael U. Lafaurie y Porthos Campos Pineda,

jefe de redacción y coordinador, respectivamente. Dos caballeros de la palabra escrita. Gracias a ellos.

Don Roberto me promovió (y aumentó el sueldo) a coordinadora de Redacción en octubre de 1979. Fui aprendiendo. Aciertos y errores… Contaba con la asesoría de José Aquilino Sandoval. Gracias a él.

Pasaron los años… Leonidas Otálora me brindó la oportunidad de ‘madrugar’ y colaborar con el

noticiero de Emisoras ABC. La experiencia fue breve… Trasnochaba mucho en La Libertad y estudiando en la U-Libre. Aprendí, sobre todo, a valorar al equipo de reporteros que madrugan para mantener informada a la audiencia. Y madrugar es un decir: 3:30 de la mañana, ya en camino hacia las emisoras. Gracias Leonidas.

En una de las tantas veces que me retiré de La Libertad, gracias a Joao Herrera y a Alba Olaya de

Herrera coordiné la sala de redacción de Radio Minuto. Interesante y enriquecedora experiencia profesional. Conformamos un equipo dinámico e innovador.

Volví a La Libertad como Asistente de Dirección y luego como Subdirectora.

En 1986 me sorprende una llamada. Rafael Sarmiento Coley me cuenta que “los Santos compraron

Diario del Caribe”… y me propone para que trabaje con el nuevo equipo. Ese fue el momento profesional clave, gracias a Rafa. Gracias… Nunca olvidaré esa oportunidad.

Enrique Santos Calderón me entrevistó en el Hotel El Prado y enseguida me contrató. “¿Cuánto

quieres ganar?” “No me importa cuánto… Sólo espero ganar un peso más que cualquier periodista del que yo haya sido jefa”, le dije. Muchos de que quienes integramos la sala de redacción de Diario Del Caribe habíamos transitado por La Libertad. Gracias Rafa. Gracias Enrique.

Desde noviembre de 1986 laboré en Diario Del Caribe. Tuve dos directores maravillosos: Eduardo

Posada Carbó y Armando Benedetti Jimeno. Conté con la confianza de ambos. Eduardo nos inculcó la rigurosidad y Armando ‘atrevimiento’. Renuncié a los cargos de editora de Ciudad y Judiciales y jefa de redacción de fin de semana en junio de 1991. También apoyé la coordinación del suplemento Dominical que dirigía el escritor Julio Roca Baena, entrañable amigo, asesor y confidente. Gracias Eduardo. Gracias Armando. Gracias Julio.

En agosto regresé como subdirectora a La Libertad, cargo que ejercí hasta marzo de 1992.

En abril de ese año, gracias a invitación de Gustavo Bell Lemus, llegué a la Oficina de Información y Prensa de la Gobernación del Atlántico, para apoyar a Julio Roca Baena, entonces jefe de la oficina (falleció al finalizar julio de ese año). Asumí la Jefatura de Prensa hasta los primeros días de enero de 1995. Gracias Gustavo. Gracias Julio.

A finales de febrero fui convocada por Rafael Matallana Rivera, entonces jefe de planta de El Tiempo

y editor de la edición tabloide de Tiempo Caribe. Enrique, Rafael y Francisco Santos Calderón respaldaron mi vinculación. El 14 de marzo de 1995 asumí como coordinadora de Tiempo Caribe y en julio de 1996 asumí como Editora Regional de El Tiempo en la Costa Caribe. ¡Conformamos el mejor equipo de redacción de la Costa Caribe! En 1998 celebramos la edición 1.000. Todo un acontecimiento, y al finalizar marzo de 2000 renuncié a una de las mejores épocas de mi vida. Gracias Enrique. Gracias Rafa. Gracias Pacho.

Gustavo Bell Lemus, quien había asumido la Dirección de El Heraldo, me llamó el 18 de marzo de

2005 para invitarme a ser parte del equipo. Me ofreció la Jefatura de Redacción. El editor general era Heriberto Fiorillo, quien se retiró a mediados de ese año. Conté con el acompañamiento de Manuel de la Rosa y Juan B. Fernández Noguera. Renuncié en septiembre de 2006 para asumir otros retos. Gracias Gus. Gracias Firori. Gracia Manuel. Gracias Juanchito.

El resto… será otra historia. Los nombres que he mencionado forjaron mi ejercicio profesional, me

enseñaron, me apoyaron.

Nuevamente, a todos y cada uno de ellos, gracias.

Gracias a Dios Todopoderoso por las oportunidades.

(Tomado de Facebook)

Nadie podrá jamás poner en duda que Carmen Peña Visbal ha sido una excelente conductora de cuanto proyecto haya asumido, especialmente en periodismo, su pasión-oficio, escenario para sus acertados juicios. 

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