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La encrucijada de un Distrito Especial

Tanto en El Rodadero como en el Centro Histórico de Santa Marta, las corrientes de agua residuales por calles y carreras, ya hace parte del paisaje. El ambiente, como es de suponer, se ha vuelo irrespirable. Y las vías, intransitables.

Metroagua, en deuda eterna

con la ciudad más antigua de Colombia, y

el alcalde Rafael Alejandro Martínez, al igual que su

antecesor, dispuesto a no prorrogar contrato con el tradicional 

operador de los servicios de acueducto y alcantarillado de Santa Marta.

Histórico, que posee un gran valor arquitectónico y cultural, como en El Rodadero, que pese a las circunstancias aún conserva su condición de balneario para vacacionar, el Distrito Turístico, Cultural e Histórico de Santa Marta se haya en una encrucijada por cuenta de un contrato de concesión que data de varias décadas y con el cual se cedió la administración del sistema de acueducto y alcantarillado a un particular. Las dos últimas administraciones distritales —antes, Carlos Caycedo; en la actualidad, Alejan-dro Martínez— decidieron que no tendrá más prorrogas.

Esta decisión mantiene polarizada la ciudad: los que están a favor de la administración y de acuerdo

con que la empresa Metroagua S.A. E.S.P. no continúe operando el acueducto y el alcantarillado y los que están en contra de la administración y, en contrapeso, aprueban la operación de la empresa de capital español, situación que, en últimas, ha llevado a Santa Marta a un punto de no retorno: mientras todos, los de un bando y los del otro tratan de demostrar que tienen la razón, ya sea a través de los medios de comunicación, en las instancias judiciales, en los puntos de reunión de los samarios o en las redes sociales, lo cierto que es la ‘Ciudad de Bastidas’ se ahoga en los olores nauseabundos y en las “aguas de mierda” —literal— que corren por calles y carreras y que buscan afanosas su salida al mar, no se sabe si por el declive normal de la ciudad o, ¿quién quita?, a causa de la presión de las opiniones que cada día va en aumento. Y se presume que irán hasta el 17 de abril próximos, fecha en la cual debe darse por terminado el criticado contrato.

Lo cierto es que a estas alturas, cuando se evidencia una grave crisis sanitaria que está poniendo

en riesgo la vocación turística de Santa Marta y la salud de samarios y turistas, se hace necesario que se piense en el bien común y como tal se aclaren muchos interrogantes que surgen a causa de los diferentes puntos de vista que hay en torno a la concesión, toda vez que según lo que se lee en los medios de comunicación, en los boletines de prensa oficiales publicados en las páginas webs y en las redes sociales no hay claridad en nada en torno al cuestionado convenio.

Sería sano para Santa Marta que las cosas se digan claramente, que prime la transparencia, y tan-

to la administración Distrital como la empresa Metroagua S.A. E.S.P., que tanto se ha lucrado, en vez de emitir comunicados de un lado y del otro acusando y/o desmintiendo, se precise, por lo menos al final de dicho contrato, el real trasfondo del mismo para que la ciudadanía conozca los términos en que se desarrolló, a fin de que se pueda ejercer una efectiva veeduría con el nuevo contrato que necesariamente suscribirá la administración distrital para la operación de los servicios públicos de acueducto y alcan-tarillado a partir del 18 de abril próximo.

Una transacción que facilite la erradicación definitiva, para siempre, se eso tan feo a que por estos

días huele Santa Marta para que su turismo, su cultura y hasta su historia se encuentren en alto riesgo.

Por Inocencio De la Cruz

Fotos de http://deracamandaca.com/

https://opinioncaribe.com/

Haber sido catalo-

gada por la Constitución Política de 1991 como un Distrito Especial, la ciudad más antigua de Colombia hoy tiene en riesgo su condición reconocida por la norma de normas, al estar en la actualidad en una encrucijada política por culpa de un contrato de concesión.

Y es que desde hace

varios años la histórica ‘Perla de América’ viene enfren-tando una seria problemática sin que se vislumbre una solución: su sistema de al-cantarillado, el cual, en vez de ser un servicio que brinde seguridad en materia de saneamiento básico tanto a samarios como a turistas, se ha convertido en un inmi-nente peligro porque hoy tiene a la ciudad expuesta a un alto grado de contami-nación por cuenta del rebosamiento de manjoles.

El problema que exis-

te desde hace varios años se ha hecho más evidente desde el mes de diciembre, porque no sólo ha sido el Centro Histórico en donde se derraman las aguas servidas

sino también en El Rodadero, que en otrora fuera uno de los lugares turísticos más visitados e insignes de la ciudad. Los últimos días del año 2016 y los primeros del 2017, el balneario fue considerado el peor lugar para estar, debido precisamente al rebosamiento de los manjoles y los olores nauseabundos de las calles, gracias al derramamiento de las aguas residuales que en vez de correr por el sistema de alcantarillado corrían por las calles y carreras del lugar. Y al igual que en el Centro, todas estas aguas fueron a parar al mar.

Y es por cuenta de estas corrientes de aguas en putrefactas que des-

embocan al mar que muchos samarios dan por descontada la contaminación de las orillas marinas. Y aunque todavía no se ha hecho público, se sabe que en escritorios de entidades oficiales reposan serios estudios que prueban la alta contaminación del mar por cuenta precisamente de las aguas de alcantarilla que corren por las calles y que terminan en el mar.

En medio de esta inundación de aguas malolientes tanto en el Centro

A algo muy feo huele Santa

Marta: en riesgo su turismo,

su cultura y hasta su historia

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