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(II) Los infaltables ecos del...

¡Quien lo

vivió…

lo gozó!

El debut del Jr...

Las escenas que ilustran la nota del debut en El Muelle Caribe de José Francisco Orellano Ripoll, el Jr., corresponden a la batalla de flores del municipio de Soledad, cumplida el lunes de Carnaval. Priíncipes del folclor, tambora y flauta’e millo, fotos que fueron captadas por la cámara del director, José Orellano. Bienvenido, Jr.

La danza autóctona, la cumbia, debería imponerse ante tanto reguetón, hip hop, electrónica y pare de contar y que, a la final, desdicen de la esencia del folclor que debe imperar en certámenes del Carnaval. Especialmente en Soledad, sitio Caribe de cumbias y cumbiambas.

La tigresa, el policía y la negra puloy, sobre la vía principal de Soledad, en su batalla de flores. Ellos lo vivieron, ellos lo gozaron. Desde pequeños, protagonistas de la fiesta anual del ingenio, la creatividad y el desparpajo, entre otros estados del Carnaval. Una cruzada, pues, para recuperar lo genuino...

Carrizal, y también en Soledad, Área Metropolitana... No es solamente en las altas esferas, es también en esas calles impregnadas de pueblo, llenas de gente del común que goza y vive a mucho más carta cabal estas festividades.

Alguna vez en tiempos de antaño logré disfrutar de lo excitante que fue esperar un martes de carnaval,

víspera de la finalización de las carnestolendas… Derecho hacia la empresa de bolsas cerca de la vía 40 comprábamos con moneditas pedidas o ganadas con cualquier cuidada de carros los días de fiesta, esos cientos de bolsitas para elaborar bolis, los cuales se llenaban con agua y daban paso a esa batallas campales intercuadras de las cuales quedaban en la piel, incluso en la de la cara, unos rojos recuerdos que demostraban que en ella habías participado; en la actualidad se le abrió paso a la espuma y hasta al talco de colores que hace ver nuestro carnaval de manera diferente y con adhesiones culturales de tierras lejanas.

Recordemos aquello que se perdió; los salones burrero, esas magnificas K-Zetas o bailes de carnaval,

cuando la pachanga era en el bordillo, cuando el Ron Blanco era el rey; ese mismo que por la avenida ‘Veinte de julio’ algún día pasó y que para poder verlo, este servidor trepó un árbol por el almacén de Carlos Dieppa, esa fue una muy exclusiva gradería para un solo espectador… ¡Tiempos divinos! ¡Etapa bella del carnaval del ayer…!

…Ayer, hoy, mañana… no hemos terminado de pasar esa resaca de jolgorio y ya pensamos en que, a

partir del 10 de febrero del 2018, gozaremos, durante otros cuatro días seguidos, de ese nuevo fundingue cargado de emoción, adrenalina y ganas de rescatar lo nuestro… porque eso es: el Carnaval es de todos, si lo defendemos y hacemos de él una fiesta de paz, seguro escalaremos más alto… Esta es una época de día a día, de apego a un aparatito cuadrado que a veces y casi siempre nos hace olvidar de lo que realmente vale apreciar, vivir, rescatar… Un consejo para lo que ha de venir y, como acabo de extractar de un gran ejemplo, ¡Quien lo vivió, lo gozó!… y de qué manera, sin excesos, con prudencia y, ante todo… ¡En familia!

¿Agenda para el 2018?... En ella el Carnaval de Barranquilla, si el que manda desde lo alto, lo permite.

pase rumbero, al tiempo que los brazos van y vienen rítmicamente.

Carnaval que enalteció y fue enaltecido por grandes músicos, aquellos mismos que plasmaron en sus cantos y toques que Barranquilla es única, el mejor vividero del mundo… Donde se baila y se goza arrebatao… Donde ‘la alegría se come’… Donde esa mezcla de rio y mar genera sensaciones frescas en el rostro al recorrer cualquier calle o evento de frenesí y jolgorio.

Mezcla de sabores y olores que nos llevan a esos momentos de

nuestras niñez, juventud, madurez… Recordar el sancocho de mamá, las caribañolas de ‘La mona’, los pasteles y hayacas de mi vieja, ese delicioso refajo que en tiempos de otrora saciaban y aplacaban esas ganas de líquido de algún guayabo de ayer y que acompañaba de manera agradable cualquier manjar carnavalero que estaba presto a ser devorado a totalidad.

Como no traer a colación ese popurrí de torito, marimonda, mono-cuco y congo, disfraces que se concatenan en un solo desfile y muestran al mundo esa gama de creatividad y atino que tienen los hacedores del carnaval para elaborar tan excelentes e impecables galas. No olvidemos las cumbiambas, las comparsas, las carrozas, los bailes tradicionales, toda esa mezcla intercultural y racial que hacen de nuestro carnaval ese patrimonio inmaterial de la humanidad que llena de cultura al mundo entero.

…Y así es: estas son unas fiestas en las cuales visitantes de tierras

extranjeras  se lanzan a la calle, al bembé, a la guachafita, al reírse de todo y por todo, fotografía va, fotografía viene, estar al lado de ‘María moñito’, ‘La loca’, cualquier mandatario o ex-mandatario vivo o muerto, cualquier reina o rey, en fin lo que hay es donde escoger y llevarse plasmado de manera digital ese paso a paso y transcurrir por las fiestas del rey Momo.

Desfiles que quedaron en la mente lúcida de todo aquel que alguna

vez asistió… Cómo no repasar la frescura mental recordando a las gigantonas que patrocinaba una empresa muy reconocida de tostado de café, como no tener esa foto viva de ‘Cantinflas’, ‘El gordo bebé’, ‘María moñito’ el original, de ese ‘Drácula’ que alguna vez y por muchos años creyó que su papel no era solo eso, sino que hacia parte de su realidad —nuestra realidad mágica, la misma en la cual este país vive como en pacto eterno—… Barrio abajo, Prado, Alto Prado, La chinita, El bosque o

Por José F. Orellano Ripoll

Ritmo del tambor, flauta de millo y maracas, mezcla autóctona de sonidos

únicos que incitan al alma y al cuerpo a compenetrarse en ese mundo mágico que nos hace gozar y sentir que en cuatro días podemos desaforarnos y sacar de nuestro ser todo aquello que nos envuelve en el imperecedero estrés del día a día tecnológico, avanzado y virtual.

Desde las primeras semanas que preceden las carnestolendas, el pueblo

barranquillero se viste con sus mejores galas de bacanería  y sale a la calle al encuentro con el gozo, la maicena, uno que otro traguito social y ese run-run de baile que hace que hasta el más pequeño de nuestros músculos entre en calor y los pies tiren uno que otro

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