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(I) Los infaltables ecos del...
Caballero a carta cabal...

Por Edgardo Caballero Gutiérrez

Textos de recuadros de El Monje

Juntos, pero...

Juntos, Edgardo Caballero y José Orellano se caminaron la batalla de flores desde la Base Naval hasta Siape y viceversa… Cuando hacia el final de la jornada vespertina comenzó el desorden, el público invadiendo La vía 40, los dos salieron de ese entorno y se dirigieron en busca de un taxi que los sacara hacia sus trasbordos a sus respectivos lugares de residencia… Caminaban por la 72, cuando Edgardo dijo que no se sentía las piernas, que le había dado un vahído, que tenía como que ‘la pálida’… Para seguir

andando se apoyó en los hombros de Orellano y los dos, abrazados, siguieron en busca del transporte… En esas iban cuando se les acercó un chico que repartía hojas volantes y les entregó una a cada uno… “Vive una experiencia INOVIDABLE con esa persona ESPECIAL”, reza el volante… Nos toteamos de la risa… Seguimos andando hasta que apareció el milagro: CocaCola en lata de las pequeñas y vasao de guandú con carne salá y adiós pálida… Compartimos la anécdota del volante con mucha gente que, al igual que nosotros, terminaba cagada de la risa… El chico creyó que éramos y cumplió con su labor de ‘orientarnos’, para eso le pagaban… El Muelle Caribe reproduce el volante y… ¡se las deja ahí!...

El pelo natural en rizos desordenado de José Orellano, al garete, níveo, peinado hacia todas partes, generó abundantes situaciones curiosas durante el previo y los cuatro días del Carnaval… Una de ellas, que lo llamaran ‘Gamero’ durante su recorrido por toda la batalla de flores, en unas malaparidándolo, en otras insinuándole que se fuese para Panamá, que nada era lo que, como técnico, estaba haciendo para hacer a Junior un equipo de fútbol no un cardumen de ‘toyitos’…  Y hasta con invitación para que participara en más de una selfie en grupo… Algunos se lo jalaban sin permiso y en otras ocasiones se lo solicitaban, porque mucha fue la gente que creyó que lo que lucía era una peluca… En Santo Tomás, un padre de familia no pudo convencer con palabras a su hija de que era cabello natural y se vio precisado a pedirle el favor a Orellano de que se dejara jalar el pelo de la niña para que se convenciera… En Soledad ocurrió lo mismo… Ilustramos la nota con la niña que jaló para convencerse… Oriunda de Santo Tomás, hacía honor a la siempre bien ponderada ‘virtud’ de aquel apóstol llamado Tomás: “Ver para creer”. En este caso “tocar, jalar para creer”

Tocar para creer

‘La bicicleta’, atractivo a la vista de los espectadores. Hasta ahí todo indicaba que la batalla de flores sería fastuosa. Pero no fue así… El certamen se convirtió en ‘El reino de los baaaaches’.

En el conjunto residencial Villa Sofía, en la vía que de Barranquilla conduce a Soledad —en Barranquilla, la 17; en Soledad, la 18—, alguien supo que José Orellano era periodista y aprovechó para tomarle del pelo, que eso es lo que este tiene para que le tomen… Lo buscó en la casa de los Barceló-Orellano, donde José era huésped, y le lanzó la chiva: “¿Quiere ver a los jugadores de ese Junior que no gana jugando un deporte diferente al fútbol?”, preguntó. Orellano le dijo que sí, como es de suponer, y el ‘informante’ lo fue conduciendo hasta el sitio en donde había de tomar la fotografía que había de constituirse en ‘prueba reina’ de la desordenada actividad que cumplen los ‘tiburones’ cuando Gamero no los ve: “Uno es muy fino y toma whisky, el otro que lo acompaña bebe ron blanco…”. Y en efecto, llevó al periodista hasta el lugar: la foto lo dice todo. Hace parte de un contexto carnavalérico que cada año monta en los entornos de su residencia en Villa Sofía el curador segundo se Soledad Javier Villar.

Son de Junior...

Un par de silleteros (2) de Medellín… ¿Sinónimo de qué?

De verdad, ¿se va la luz?

Andábamos rumbeando a nuestra manera, estábamos en un más allá del ángelus vespertino y nos alistábamos para irnos de Carnaval gastronómico en la plaza principal de Soledad, cuando, sin más allá y sin más acá, nos cubrió el manto de la oscuridad y se callaron los equipos de sonido… “¿Habrá algún lugar en Barranquilla donde, por estos días, no se les haya ido la luz?”, preguntó alguien… “No es que la luz se vaya, lo que pasa es que Electricaribe nos la raciona”, dijo otro. Y viéndolo bien, eso de que “se fue la luz” —¿doña Luz Amparo?— está mal dicho, así lo diga todo el mundo, incluso los más doctos… “Vino la luz” —¿doña Luz Amparo?—, tampoco está bien dicho… Bueno: eso cree El Monje.

El autor de la crónica y el director de El Muelle Caribe, al bordillo —cansaos de tanto peladero—. Cuatro ojos ven más que dos. Caballero-Orellano, juntos y...

José Orellano no podía dejar de tomar esta foto: Patricia Escobar, la madrina… Casi obligada, pero es un Caballero…

Entre caballo y radio-patrulla policial ‘enmarimondados’, el lente sobresaliente de ‘Mundo costeño’ realiza su ‘trabajo reporteril’ en la batalla de flores: ahí están Ernestico MuCullan, David Brillo Cotopla, Cachuza Preño y Juanqui Rueda Labola. Muchos se asombraban, los otros la disfrutaban. Algunas se apenaban...

Sin maquillajes, lo descrito es lo que se vio en el ‘Rumbó-

dromo’, mientras que el Carnaval del Recuerdo, el de la Carrera 44, el de ‘El bordillo, ese que tiene sabor a pueblo´, a patrimonio oral e inmaterial, el que institucionalizo que toda música que suene en el desfile debe ser de bandas ‘papayeras’ o grupos de millo, en vivo para deleite de los presentes, ha llegado, fortalecido, a su mayoría de edad. En cabeza este año de la reina Valeria Rocha y el rey Momo Osman Torregrosa en este 2017 demostró que cada año aumenta su número de participantes: 203 grupos folclóricos, con representantes de Cundinamarca, Meta, Santander, Bolívar, Cesar, Córdoba, Antioquia y diferentes municipios del Atlántico, pasó de los 20 mil asistentes en todo el recorrido de 4 kilómetros aproximadamente.

La pobreza representativa de manifestaciones culturales y

folclóricas de otras regiones la hizo gráfica el lánguido desfile de una muestra de los silleteros de Antioquia: un parcito, ¡solo dos!

Pues bien: así como muchos grupos se salieron de la vía 40

para irse a engrosar el Carnaval del Recuerdo de la Kra 44, yo me sumaré a ellos y me iré de bordillo en las próximas ediciones de Carnaval hasta que el cuerpo aguante… Me iré, con ‘Gamero’ o ‘El Pibe’ o ‘Piero’ u Orellano a ‘El Carnaval de la 44, para Vivir lo Vivido’.

90… ¿Dónde estaban? ¿Y qué fue lo que se les vendió a los ‘25 mil asistentes’ debidamente acomodados en palcos y palquitos? ¿Un poco de gente corriendo sobre el lomo ardiente de la vía 40? Como decía el ‘Gamero’ que andaba a mi lado —que así bautizó el respetable y lo expresaba a gritos, a José Orellano, con vivas o insultos por lo de Junior, gracias a su voluminosa y desordenada melena, o Piero o Pibe, pero ganó Gamero que hasta autógrafos y fotos le pidieron a Jose—, “no te des mala vida, que, en esto de Carnaval, quien lo vive, aunque mal, es quien lo goza”.

Sin querer herir a nadie, sin pretender mortificar a

personas o entidad alguna, vale preguntar: ¿De qué sirvieron tantos ensayos? Para salir, finalmente, disfrazados de marimonda. Todos los años dicen lo mismo: el próximo no habrá baches tan largos. Pero en este 2017 ocurrió todo lo contrario: aumentaron, tristemente, sí, aumentaron. ¡Y vaya extensiones! ¡Hasta más de un kilómetro de peladero!

Y pasaron, a manera de cuen-

tagotas, las carrozas que nunca faltan, la autopromoción: las de las cadenas de Televisión Nacional, RCN y Caracol —con escaso talento para mostrar en esta oportunidad—, la de Aguardiente Antioqueño, la de las Chicas Águila ‘Light’, que no lucieron ‘sin igual’ como en años anteriores… Y vimos también otras carrozas como las de las Reinas de carnavales del último cuarto de siglo y las de algunas modelos y la de la reina popular del año anterior y una con una actriz, aparte de la carroza real, la de Stephanie Mendoza, ‘Fefi’, que, sin duda alguna, lucía la comitiva más numerosa y extensa de todo el recorrido.

Y bueno, insisto en el número

de grupos folclóricos, se anunciaron

A lo lejos, movimientos de motos de la policía nacional que para esta ocasión dispuso algo más de

3500 uniformados pen procura de mantener el orden dentro de este desorden organizado. Y cumpliría.

A las 12:30 pm, se escucha a la distancia ‘La bicicleta’, de Shakira y Carlos Vives, versión original

tecnológicamente amplificada, y veíamos a más de 250 jóvenes montados en sus ‘ciclas’, abriendo el desfile al ritmo de tan pegajosa melodía, seguidos de la Banda de Baranoa. Hasta ese momento todo bien.

Lo que siguió a continuación, fue, por momentos, el orden previamente ensayado… Pero al poco

rato, la constante sería los BACHES, se perdió la continuidad sostenida del espectáculo, el avance de los 90 grupos folclóricos y las 22 carrozas de que habló Carnaval S.A.S. Creo no haber visto todo eso.

barranquillero ‘arrebatao’ y de los modos de divertirse del cachaco, del paisa, del pastuso y de los visitantes del exterior, gente de todas partes del Caribe colombiano y del país, queriendo vivir una vez más o por vez primera, el encanto del ‘Cumbiodromo’ de La vía 40. Subíamos, al encuentro con el inicio del que, se suponía, había de ser fastuoso desfile en el imaginario colectivo. Fastuosidad que, en efecto, solo existió en la imaginación.

base Naval ARC Barranquilladispuestos a caminar hasta Siape —y lo hicimos y regresamos—, bajo un sol brillante y una temperatura por encima de los 30 grados centígrados. Palcos a lado y lado llenos de gente alegre, feliz y a la espera del comienzo a la Batalla de Flores.

Eran las 11:30 de la mañana, el

arranque del desfile multifacético más importante del Carnaval estaba programado por los organizadores para las 11:00 am. Caminábamos hacia nuestra meta inicial disfrutando de la espontaneidad del

reinas y enredados con los danzantes, este año, en compañía de José Orellano, quién vino de la capital de la República para revivir momentos de su época de reportero carnavalero y para vivirlo y gozarlo —de hecho se encontró con viejos amigos al igual que yo—, volvimos a hacerlo, pero en La vía 40.

Iniciamos el recorrido desde la

Hoy describo lo que vi en La vía 40 el sábado de Carnaval

en la mal llamada ‘Batalla de Flores’ del Carnaval de Barranquilla. Y en honor a la verdad, la real batalla se vivió por evitar los baches que por momentos lograron tener hasta más de un kilómetro de peladero sobre el lomo del supuesto ‘Rumbódromo’.

Los palcos a reventar, vendidos a precios exorbitantes para

ver un espectáculo que lastimosamente va en decadencia, y desde los cuales los observadores exigían un real y buen espectáculo de Carnaval con grupos que hicieran honor a ese reconocimiento que hizo la Unesco —Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad—, hace más de dos lustros.

Como cuando tenía 16 años, etapa en la cual recorríamos desde Murillo (calle 45), con 20 de Julio

(carrera 43), hasta la calle 84, subiendo y bajando en combo, recochando en ese empuja que empuja y evitando que nos pisaran las llantas de las carrozas y carros que jalaban los tráileres con las diferentes

La injusta justicia o la justa injusticia, la corrupción, Odebretch, Otto Bula… Lo cotidiano colombiano… Todo dicho en este disfraz.

La batalla de flores o...

el reino de

los baaaches

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