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Editorial

La Paz es mejor que la guerra

Las bicis de Vives y ‘Pedro Pérez’

De antemano, nos declaramos admiradores del artista samario

Carlos Vives en cada una de sus facetas al través de los tiempos. Incluso, desde cuando pasó por la agencia barranquillera Sonovista Publicidad, como miembro de su equipo creativo. Y eso hace más de un cuarto de siglo, luego de su paso por ‘Pequeños Gigantes’.

Somos sus admiradores, pero sin fanatismos. Y cuando —posterior

a ‘Gallito Ramírez’ y ‘Escalona, un canto a la vida’— lo vimos actuar en una de las noches de Festival de la Leyenda Vallenata, nos arraigamos en nuestro sentido de admiración por ese cabellón Caribe y de pantalones mochos que se atrevía a fusionar, en compañía de ‘La provincia’, los cuatro aires del vallenato con cumbia, pop y rock, cosa muy diferente al ‘vallenato llorón’, muy pobre en letra, sin poesía, sin mensaje y casi desechable, y contra el cual, ¡hay que admitirlo!, la Unesco lanzó un S.O.S. al incluir las costumbres vallenatas, entre estas sus cantos raiza-

les, en una de las listas de ‘Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en Necesidad de Salva-guarda Urgente’... ¡Categoría de urgente…!

Que tal declaratoria no se entromete en el aporte de Vives, desde su concepción interpretativa,

a la vigencia de los aires de ese folclor que brotó y se asentó, dinámico, en torno a la leyenda de Francisco El Hombre: la decisión de la Unesco no toca en lo más mínimo la proyección mundial del vallenato forjada por Vives, aun contra las críticas que despertó su atrevimiento: su producción fresca en torno al merengue, el paseo, la puya y el son vallenatos impactó al mundo: sonó allende las fron-teras y mucho más allá de los charcos hemisféricos y abrió las puertas hacía el exterior a muchísimos artistas colombianos.

Su adaptación a lo moderno de la poesía de Rafael Pombo ratificó la versatilidad artística de este

Caribe universal y la gran capacidad creativa de un Vives que, incansable, ahora acaba de embarcarse en su propia nave-plataforma llamada ‘Gaira’ con el objetivo de cruzar, bajo los acordes de toda instrumentación musical, el ‘Río Grande’: su ambicioso proyecto de escuela de música para niños y adolescentes, sin discriminación musical ni falsos colombianismos: habrá cabida para los aires de todo el mundo.

Exitoso en todo lo que emprende, Carlos Vives, junto con Shakira, ‘volvió’ música, reciente-

mente, a una bicicleta. Y, como era de esperarse, el tema, tanto en video como en audio, se hizo

popular rápidamente, las emisoras de radio y la televisión catapultaron ‘La bicicleta’ que, incluso, se volvió tendencia en las redes… Y el mundo globalizado se montó al velo-cípedo video-musical de un samario en compañía de una barranquillera…

Y esa bicicleta, en la cual Shakira quiso que Carlos

la paseara porque “quiero que recorramos juntos esas olas desde Santa Marta hasta La Arenosa” ha de rodar como el tema de nuestra nota editorial en esta actuali-zación de El Muelle Caribe

Porque en twitter, el pasado 17, Carlos Vives le

dijo  a Shakira —y, obviamente, para que todo el mundo lo supiera— que “no te puedo llevar en este momento en mi bici porque me la acaban de robar y llueve mucho en Bogotá”…Y es que bastó ese mensaje para que la Policía Metropolitana de la capital de República actuara ipso facto, ‘en un dos por tres’, ‘en menos de lo canta un gallo’,

‘en un santiamén’, como se ha dicho desde siempre.

Y para redondear su ‘reacción inmediata’, la Policía inspeccionó, de una, los videos de cámaras

de seguridad circundantes al lugar del ‘papayazo’, expertos en el tema los ‘auscultaron’ con deteni-miento, se asumió la investigación, se ‘estableció’ e informó que era una banda que estaba azotando a quienes tienen relación con bicis al norte de Bogotá y hasta se ofrecieron diez millones de pesos de recompensa a quienes dieran informe que llevaran al desmantelamiento de la pandilla ‘roba bicicletas’.

“Tenían que robarle la bicicleta a Carlos Vives para que la Policía se decidiera a desmantelar

una banda y ofreciera 10 millones de recompensa”, trinó Juan José Valencia, en medio de la andanada de críticas que inundó las redes.

Resulta tan inaudita la reacción

policial ante el robo de la bici del samario, que el mismo Vives diría, cuando los comentarios descalifica-dores crecían como la espuma en las redes, que “ahora me conocen más como al que le robaron la bicicleta...

Pido disculpas porque, de verdad: ¡qué tontería! Con tantos problemas que tenemos, que se pongan (la Policía) a buscar mi bicicleta. Además, estoy de acuerdo en no promover la idea de ‘dar o no dar papaya’(¿?)”.

No es que estemos en desacuerdo con la acción policial frente a lo sucedido a Vives (y de paso

a un ahijado), ¡ni más faltaba!… Lo que exigimos es igual reacción, inmediatez y hasta espectacula-ridad, no importa, ante el robo de la bicicleta a tantos ‘Pedros Pérez’ como se está dando en Bogotá, en ciclo-rutas, en ciclo-paseos, en ciclo-vías: robo al ciudadano común y corriente, al ciudadano de a

pie que quiere probar en el velocípedo, y que incluso quiere acogerse al ‘Plan bici’ de la Alcaldía de Enrique Peñalosa que busca posi-cionar la bicicleta como el medio de transporte preferido por los bogotanos.

La Secretaría Distrital de Movilidad im-

pulsa el ‘Plan bici’ desde diferentes sectores, pero debe implementarlo, de una, con seguri-dad garantizada para los bicicleteros, en espe-cial en los lugares críticos, que las autoridades saben cuáles son.

¿Dónde estaba la reacción inmediata

de la Policía Metropolitana de Bogotá, la ins-titución, en 2013 cuando fueron robadas 1421, por dónde andaba en el 2014 cuando los dueños de lo ajeno cargaron con 1450 bicis, dónde en 2015 cuando fueron 889? ¿Dónde en 2016 cuando las informaciones señalan que cada día se roban más de una? Casi 240 días del año transcurridos y, como apuntaba

La barranquillera Shakira y el samario Carlos Vives: Caribes universales, de canción en bicicleta por El Rodadero, en Santa Marta.

en twitter Juan José Valencia, “tenían que robarle la bicicleta a Carlos Vives para que la Policía se decidiera a desmantelar una banda y ofreciera 10 millones de recompensa”.

Tuvo que ser Vives la víctima del robo de una bicicleta para que la Policía actuara ‘más rápido

que volando’, es verdad, pero no por esto ha de cambiar nuestra admiración por el samario universal. Nadie quita que este pasaje resulte, a lo mejor, positivo a favor de la seguridad plena para quienes se decidan, por ejemplo, a asumir en su integridad el ‘Plan bici’ como una opción eficiente y segura para movilizarse por el Distrito Capital.

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