top of page

Educación a lo cangrejo-violinista

‘Megacolegios’

La esperanza guajira

para calidad educativa

En la Guajira se repite la historia: este año volvimos a estar entre los últimos departamentos de Colombia en las pruebas Saber 11. Para colmo de males, bajamos en cuanto al promedio del puntaje global (de 1 a 500) con respecto al año anterior, 2014.

La educación en nuestro municipio va un pasito pa’lante, un pasito pa’trás, así como camina el pequeño cangrejo violinista —que posee una muela gigante para su cuerpo, el cual asemeja a un ejecutor de violín—, que habita en los hermosos mangles que bordean el riito.

Nuestros dirigentes y gobernantes se vanaglorian de la inversión que se realiza en calidad educativa en Riohacha... Hay que oírlos cuando, sacando pecho, vociferan a los cuatro vientos lo importante que es la educación para su gobierno —“estamos certificados”, dicen—. Ahí caminamos, en apariencia, hacia adelante.

Pero cuando se publican los resultados de las mediciones nacionales es cuando, con certeza plena, caminamos hacia atrás.

Preguntamos: ¿Quién tiene la razón? ¿Nuestros ilusionistas gobernantes o el Instituto Colombiano para la Evaluación de la Educación, Icfes? Los números le dan la razón al Icfes y dejan en entredicho las famosas inversiones en mejoramiento y calidad educativos que tanto cacaraquean nuestros gobernantes. Contra todo, hemos tenido algunos resultados sobresalientes, pero de carácter individual mas no en lo colectivo.

Los malos resultados nacen en diversas causas. Una de ellas, las inadecuadas instalaciones locativas: se quedaron en el pasado y no cumplen con los nuevos estándares de la calidad educativa. Nuestra infraestructura educativa es vetusta.

Estas edificaciones están más o menos adecuadas para la instrucción académica, pero no para la formación integral requerida para fraguar calidad competitiva entre nuestros estudiantes. No hay instalaciones construidas bajo los nuevos estándares para la formación.

Nuestro país ha venido implementado, mediante construcción de amplísimas sedes para instituciones escolares, los estándares nacionales e internacionales. Y como en Colombia todo lo exageramos, las hemos denominado ‘megacolegios’, aunque, la verdad, las grandes dimensiones tampoco son garantía para elevar la calidad de la educación. Porque es un conjunto de variables lo que determina el buen nivel en la formación.

En La Guajira, en el periodo de gobierno 2008–2011, se dio inicio a la construcción de varios ‘megacolegios’ pero ninguno ha sido terminado. Cuatro años después son clásicos ‘elefantes blancos’, sin nada qué aportar al mejoramiento del desempeño de los jóvenes estudiantes guajiros. ¿Y los organismos de control qué? “¡Muy bien gracias, reciban todos los más respetuosos de los saludos!”.

El mejoramiento en el desempeño de nuestros estudiantes, era uno de los principales objetivos de esas ejecuciones, pero también quedo estancado. Uno de esos ‘megacolegios’ fue asignado a Riohacha y la construcción se inició en un sector muy congestionado por la violencia juvenil:  Comuna 10, una especie de epicentro de los barrios el Dividivi, El Minuto de Dios, el 31 de octubre, Las Mercedes, Villa Yolima, Tawaira y otros más. Todos de estrato bajo, habitados por gente trabajadora pero donde, lastimosamente, campea la delincuencia, la violencia juvenil y el microtráfico de drogas con un amplísimo consumo.  Razones de pesos para que califiquemos como de incalculable el beneficio que generaría la obra, la cual acallaría el clamor de cientos de padres que diariamente luchan para que sus hijos tengan una oportunidad de salir adelante.

Pero ese monstruo que ya sobrepasa en grandes proporciones las mil cabezas, la corrupción, no considera alternativa distinta sino la de apropiarse de las finanzas públicas, sea cual fuere el destino inicial de estas, incluido el derecho fundamental a la educación. Se roban la plata de manera descarada, mediante acciones propiciadas por unos administradores carentes de interés social, sin voluntad para sacar adelante proyectos que aporten al mejoramiento del nivel de vida de sus conterráneos.

Para escribir esta nota, partí de una confusión personal que crecía. Informaciones emanadas desde la Alcaldía distrital sobre diferentes acciones que se estaban tomando para el mejoramiento en la comuna 10, me hicieron pensar en que se estaba interviniendo socialmente. Pero por otro lado recibía noticias negativas sobre la ola de violencia que estaba azotando la comuna, peleas de pandillas, robos, drogadicción, asesinatos de jóvenes, escuelas de sicarios y, por último, disputa territorial entre bandas juveniles.

Por Luis Roberto Herrera Mendoza

El rector y su cuerpo de profesores tomaron la determinación de mudar el bachillerato a la nueva sede. Hay ganas, falta...

Las noticias de los diarios y emisoras dando cuenta de todas estas acciones delictivas emanadas de la famosa comuna, complementadas con información de muchos amigos que habitan en la zona en mención —no solo confirmaban las informaciones de los medios sino que detallaban los hechos, mientras iban expresando su preocupación por la situación al interior de los barrios y el abandono estatal— contrastaban con la informaciones oficiales de intervención de la comuna.

Toda una serie de circunstancias que me llevaron a visitar la comuna y adentrarme en las entrañas de la que en estos momentos es la zona más violenta de Riohacha. Aquí son reiterados los hechos delictivos, como por ejemplo las ultimas masacres de jóvenes, a las cuales hay que sumarle un cruel episodio ocurrido el sábado 7: en el barrio Tawaira frente a ‘El parque de la vida’ moría asesinado un joven de 17 años. Este parque es, constantemente, promocionado por el alcalde Rafael Ceballos como un gran aporte social para la comuna 10. El joven asesinado, según amigos residentes en el sector, fungía como uno de los líderes de la pandilla ‘Los cara dura’, que se disputa el territorio con sus rivales de otros barrios.

Terminé más preocupado. La situación percibida durante mi visita resulta más compleja que la que me habían descrito mis amigos de la zona y los medios informativos. Encontré cientos de hogares cuyos jefes, padre o madre-cabeza, salen bien temprano de sus casas a conseguir el pan y tienen que dejar solos a los hijos, prácticamente cercados por las pandillas juveniles, que no todos sus integrantes son de la zona, muchos provienen de barrios de otras comunas.

El acoso económico obliga a hacerlo, aunque para su intranquilidad diaria, porque es la forma de conseguir recursos para que sus hijos se eduquen y tomen el camino del bien. La lucha diaria de un puñado de estos seres por subsistir legalmente en medio de las delicadas condiciones sociales en que viven, contrasta enormemente con el papel de otros padres irresponsables no solo con sus hijos y con ellos mismos sino con la sociedad. Son esos que hasta inducen a sus hijos a la delincuencia, son los dueños de casas donde se vende droga y se esconde lo robado por las bandas juveniles.

Pero durante mi visita —¡gloria a Dios— no solo tropecé con situaciones anómalas y negativas. Gratamente sorprendido encontré que el inconcluso ‘megacolegio’ está en funcionamiento. Valientemente el rector de la Institución Educativa Denzil Escolar y su cuerpo de profesores tomaron la determinación de mudar el bachillerato a la nueva sede, apremiados por el alto hacinamiento en la antigua sede del barrio Dividivi, donde, sin embargo, aún continúan las secciones de pre-escolar y primaria.

En estos momentos, allí reciben educación más de 1300 niños entre pre-escolar, primaria y bachillerato, este con 800 alumnos. De acuerdo con la coordinación académica del plantel, basada en el censo realizados para abrir matrículas, la población en edad escolar de los barrios bajo la influencia de la institución es de 3500 niños, a los que hay que sumar más de 3000 jóvenes pasados de edad para ingresar al sistema normal de escolaridad. Total: una población de más de 6500 estudiantes que habría de beneficiarse.

En estos momentos solo el 30 por ciento de esta población está utilizando los servicios escolares, porque el 70 por ciento restante está por fuera del sistema escolar. Muchos de estos, reclutados para integrar las pandillas delincuenciales.

La encargada de la oficina sostiene que ha sido una lucha constante, inclusive con algunos padres de familia que van a reclamar porque a sus hijos no los dejan asistir a clases con motilados estrafalarios, aretes y tatuajes. Al respecto, el plantel fija normas en el manual de convivencias.

La información emanada del colegio sostiene que cuando se dio el traslado, los estudiantes de décimo y undécimo grados asistían a su jornada de clase en horas de la tarde con el propósito de darle vida a la institución, pero lo que hubo fue muerte. Como consecuencia de la guerra entre pandillas por el territorio, han caído asesinado muchos jóvenes y dadas las circunstancias decidieron suspender la jornada de la tarde y agruparlos a todos en la mañana, como mecanismo de protección.

Complace ver cómo, a pesar de que el colegio esta rodeado de puntos de encuentro de integrantes de las pandillas y muy cerca de casas que sirven de huacas y desguasaderos de motos hurtadas, al llegar al perímetro del colegio todo parece normal. Al parecer los pandilleros guardan respeto a la institución y no se les ve merodeando. Inclusive, no se meten con los carros de los docentes parqueados a la entrada de la institución.

Ya adentro del ‘megacolegio’ se respira un ambiente estudiantil como en cualquier institución de sectores normales. La planta física de la institución está terminada en un 70 por ciento. Faltan secciones muy importantes para el desarrollo formativo de los jóvenes, como las áreas de educación física y deportes, la cultural, la de talleres, como también la de cafetería y recreación. Pero lo importante es que hay espacio para construir estas áreas y muchas más.

No hay duda: fue muy acertada la decisión de mudarse a esta sede. Y algo muy importante: por gestión de la directiva de la institución se ha conseguido mucha de la dotación del plantel. El actual gobernador José María Ballesteros ha logrado algunos recursos y se está trabajando en la parte física. El último día de mi visita al plantel se desarrollaba una jornada de ciencia y medio ambiente y contaban con la visita de un grupo de danza de una universidad pedagógica de Ibagué que iba a realizar una presentación para los estudiantes.

Falta y mucho. Pero, sobre todo, buena voluntad de nuestros gobernantes y de muchas instituciones del orden nacional, que aporten para el mejoramiento en la formación de los jóvenes que luchan contra todo para salir adelante. La coordinación del plantel siente preocupación por todos esos jóvenes que están por fuera del estamento estudiantil y desea tenerlos como estudiantes. Pero lo cierto es que no se cuenta con las herramientas necesarias para rescatarlos de las garras de las pandillas y la drogadicción. Da grima, sostiene la vocería del plantel, ver tantas niñas en esos grupos, engrosando el ejercito de embarazadas prematuras, trayendo hijos al mundo, sin futuro, como repitiendo su misma historia, una historia sin fin.

Imperativo: ¡Hay que terminar de adecuar el ‘megacolegio’!, el cual ha de ser pieza fundamental para el inicio de la resocialización integral que necesita la Comuna 10 de Riohacha, Distrito Especial, Cultural y Turístico. Hay que dotarlo de todas las herramientas necesarias e incorporarle programas formativos atractivos para poder iniciar el proceso de recuperación y rehabilitación de los jóvenes de la zona.

Hay que implementar una escuela de música, una deportiva, otra de Bellas Artes... Hay que formar grupos de danza, de teatro, bandas musicales, clubes de patinaje, grupos juveniles, grupos de coreografía... Todo eso falta por hacer.

¡Hay que hacerlo!, pero dotándolos a todos de sus implementos y uniformes.

Hay que propiciar la implementación de la jornada continua, ya que por las características de su estructura es la adecuada para la modalidad. Y también hay que aprovechar el ‘megacolegio’ de la Comuna 10 para activar la jornada nocturna, con programas de formación técnica para adultos.

La administración municipal tiene que tomarse la Comuna 10. La alcaldía está en la obligación, más allá que en el deber, de liderar las acciones y formar un gran equipo interdisciplinario convocando a la participación a Bienestar Familiar, Defensoría del Pueblo, Policía Nacional, Gobernación, Fondo Mixto para la Promoción de la Cultura y las Artes, Uniguajira, Sena y hasta Corpoguajira. Y se debe exhortar, además, a las multinacionales que hacen presencia en el departamento para que se metan en el cuento. 

Señor Alcalde electo del Distrito Especial, Cultural y Turístico de Riohacha: en sus manos está el futuro de miles de jóvenes de nuestro territorio. De su gestión depende la efectividad de programas que permitan la superación del estado delincuencial en que se encuentra la comuna 10.

Usted no puede estar de espaldas a la situación, usted no puede propiciar, por omisión, olvido o desidia, que tal situación de violencia se propague por todo el municipio. Con el ‘megacolegio’ de la Comuna 10 como epicentro de todas las acciones, vamos, todos a una, por un mismo fin: pelear y arrebatarles a las bandas delincuenciales a los jóvenes de la comuna.

Tenga usted por seguro, doctor Fabio Velásquez Rivadeneira, que por cada joven educado, siempre habrá un delincuente menos y desarmado.

Hay que formar grupos de danza, de teatro, bandas musicales, clubes de patinaje, grupos juveniles, grupos de coreografía... Eso falta para formar personas que sirvan a la sociedad. 

Las pandillas juveniles guardan respeto por el colegio y su entorno.

Respetan hasta los

autos de los docentes que se estacionan afuera.

bottom of page