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El deceso del revolucionario eterno 

Fidel Castro, crónica de

la muerte más anunciada

En diciembre (de 2011) el Comandante Fidel Castro entró al Libro de los Records Guinnes porque lo intentaron asesinar en 638 ocasiones. Empresa en la que coordinaron esfuerzos la Casa Blanca, la mafia, la CIA y los exiliados de Miami.

No tuvieron éxito a pesar de que contrataron a los

mejores asesinos, compraron a algunos allegados de Castro, contrabandearon fusiles y bazucas, convirtieron cámaras en pistolas, inventaron venenos y contaminaron regalos.

Sin embargo, lo que no lograron estos especialistas arma-

dos hasta los dientes lo han hecho los medios de Miami. Real-mente los Records Guinnes deberían inscribir a Castro también como la persona que más veces murió… en la prensa.

Allá por los años 90, en una cena con un grupo de corres-

ponsales extranjeros, el entonces Presidente Fidel Castro, nos dijo en tono burlón que los periodistas habíamos anunciado tanto su muerte que el día en que suceda nadie nos iba a creer.

Hacía poco tiempo que en La Florida habían publicado un

nuevo informe sobre su deceso a pesar de lo cual reapareció en la inauguración del curso escolar. Acudió toda la prensa acreditada y nos empapamos viéndolo hablar bajo la lluvia.

Las fuentes que originan los rumores son lo suficientemente

cercanas a él como para darles credibilidad y lo bastante difusas para nunca poder comprobarlos, son “militares de alto rango”, “fa-miliares de dirigentes cubanos” o “miembros del equipo médico”.

Pero las profecías del exilio anticastrista pocas veces se

cumplen, lo cual no parece importarles mucho, es como si apostaran por la cocreación, la habilidad de convertir los deseos en realidad utilizando solo la fuerza del pensamiento.

Nosotros nos guiamos por hechos comprobados, no publi-

camos rumores de Twitter pero los investigamos aunque todo lo que tiene que ver con la vida íntima —salud incluida— de los diri-gentes cubanos son secretos de Estado celosamente guardados.

En principio descartamos la posibilidad de que hubiera falle-

cido a comienzos de diciembre porque es muy improbable que su hermano, el actual presidente, mantenga los festejos de fin de año y en todas las emisoras de radio se oiga música salsa.

LA MUERTE DE FIDEL CASTRO SE

CONVIERTE EN NOVEDAD EN TWITTER

Tampoco se nos ocurre una razón para ocultar su muerte

durante un mes. El seísmo social y político ya ocurrió hace 5 años cuando su secretario personal sorprendió a la nación leyendo un comunicado del Comandante en el que cedía todos sus cargos.

Lo gracioso es que, en esa ocasión, cuando Fidel Castro

realmente estuvo al borde de la muerte, no hubo rumores previos. Seguramente ese verano, las fuentes que la prensa de Miami tiene dentro del gobierno cubano estaban en Varadero de vacaciones.

Los periodistas nos ahorraríamos fracasos si nos centrára-

mos en informar sobre lo que ocurre y dejáramos las predicciones para los astrólogos mayas. Mucho más si nos toca escribir sobre un país tan impredecible como Cuba.

Una revolución verde que resultó ser roja, la que los ameri-

canos iban a derrocar en unos meses, hasta que vieron misiles rusos asomados entre las palmas. Nunca pudo producir más leche que Holanda ni evitar que “el hombre nuevo” emigre, pero sobrevivió al derrumbe soviético.

Se trata de un país de paradojas en el que un Papa exco-

mulga al presidente y otros dos Papas lo visitan como si nada hubiera pasado. Donde Fidel nunca iba a renunciar, Raúl sería incapaz de sostenerse en el poder y los ortodoxos no tolerarían reformas.

Para entender esta nación es imprescindible aceptar que

aquí nada es lo que parece, el salario no es el ingreso, los pobres no están desnutridos, el profesor gana menos que un portero y la Salud es el sector que más dinero aporta a pesar de ser gratuita.

Es una sociedad en la que la gente no roba, pero “resuelve”,

lo que no es lo mismo, aunque al profano le parezca igual. De gente muy nacionalista que, sin embargo, aceptan el liderazgo de generales y comandantes extranjeros en sus guerras.

Y si difícil es entender el acontecer de la nación mucho más

es predecir la fecha exacta del fallecimiento de uno de sus hijos. Por esa razón lo más cuerdo y profesional parece ser informar del hecho cuando tengamos una confirmación oficial.

Sentarse a esperar la muerte del adversario anunciándola

una y otra vez como voceros de funeraria, es humanamente poco ético, periodísticamente de escasa credibilidad y políticamente implica una confesión pública de su propio fracaso.

enero 5, 2012

http://cartasdesdecuba.com/

Mi fidelismo y mi

deliciosa simpatía

por el demonio…

Nota del director: Amigo incondicional, el presentador de radio y televisión barranquillero Edgardo Caballero nos alertó la noche del sábado para que leyéramos en Facebook —y si  era del caso la aprovecháramos— la nota que ha escrito el intelectual Caribe, sabanero, Miguel Iriarte a raíz del fallecimiento del líder cubano Fidel Castro. Nos ha parecido tan bacana la nota, otra cara del cuento, que nos hemos atrevido a satisfacer la inquietud de Edgardo, tras titularla así, desde el punto de vista, prestado, claro está, de Miguel, del poeta, el escritor, el amigo del bordillo y miembro de la bacanería barranquillera, aunque haya nacido en Sincé, Sucre: ‘Mi fidelismo y mi deliciosa simpatía por el demonio…’

De Miguel Iriarte

Que yo recuerde,

siempre he sido Fide-lista.

Cuando era un niño

en los años 60 una de mis abuelas pretendía asus-tarme diciéndome: ¡Vaya a dormir que por ahí viene Fidel Castro! Y cuando mataron a Kennedy una de mis tías llorando a ma-res gritó mirando al cielo: ¡Ese tuvo que ser el hije-

puta de Fidel Castro! Y una vecina que allí estaba remató: Cero y van dos: primero fue Jorge Eliécer Gaitán y ahora Kenide (sic).

Desde entonces aprendí que en todo lo

malo que pasaba en el mundo Fidel Castro siempre tenía la mano metida. Y para mi había algo en su maldad que siempre me llamó mucho la atención. Debía ser esa deliciosa simpatía que tuve siempre por el demonio.

Pero lo jodido era que las imágenes y

relatos que empecé a ver en algunas revistas y libros en la biblioteca de mi pueblo, que atendía Juanita Navarro, me informaban otra cosa.

Las fotos mostraban a un hombre de

gran carácter y atractivo en trance iluminado de discurso. O empujando una recua de mulas famélicas en las montañas de la Sierra Maestra. O metido en un tanque de guerra repeliendo a unos cochinos gringos en una bahía.

Y muy rápido aprendí que no era ningún

demonio, pero en cambio sí era ‘juanlaverga’, como decían mis primos del barrio Sevillar en Barranquilla. Y nunca más pude dejar de admirarlo y de quererlo. Pese a toda la carrandanga de improperios que siempre adornó su leyenda.

Y ahora me digo: si los uribistas lloran y

añoran a Pablo Escobar, cómo va a ocultar uno la admiración y el cariño que siempre me ins-piró Fidel Castro. ¡Ni por el putas!

Nada de lo que digan lo rebaja un tris en 

su grandeza. No importa si lo dicen en Miami o lo dicen en La Habana.

Cinco veces he visitado Cuba. Y nunca

como un triste turista güevón. Y en cada oca-sión me he maravillado con mil cosas; y emo-cionado hasta las lágrimas al ver la grandeza de su gente; al ver juntas la belleza y la pobre-za; la dignidad y la rabia; la exclusión y el pri-vilegio; la inteligencia y la esperanza; la loa y el reproche; el humor y el orgullo; el talento y la queja; el dollar y un peso de mierda; el gran prestigio cultural y el gran desprestigio polí-tico...

Pero, así y todo, siempre seguí teniendo la

certeza de que era infinitamente mejor que más de la mitad del mundo conocido. O díganme dónde es entonces mejor. ¡No me jodan!

No faltará quien diga que el líder revolu-

cionario cubano Fidel Castro esperó a que se firmara el acuerdo definitivo de paz en Colombia para decidirse a bajar tranquilo al sepulcro.

Tendrán argumentos para decirlo, sí, porque el

líder cubano no solo fue anfitrión, durante cinco años, de la mesa de diálogo, sino que expiró 30 horas después de la firma de ‘El acuerdo del teatro Colón’ de Bogotá, donde el ahora ciudadano Rodrigo Londoño Echeverri, líder de las Farc, y el presidente Juan Manuel Santos habían suscrito el jueves 24, el documento.

La última leyenda de la izquierda, ‘El revoluciona-

rio eterno’ —quien dijera que “una revolución no es un lecho de rosas, una revolución es una lucha a muerte entre el futuro y el pasado”—, falleció el viernes en La Habana, a los 90 años, tras haber gobernado Cuba durante casi medio siglo y transformado a su país en un Estado socialista.

Ha muerto quien en diciembre de 2011 entró al

Libro de los Records Guinnes por una increíble situa-ción generada por su ideología y su carisma: había asistido, hasta entonces, a 638 intentos de asesinato en acciones coordinadas —según convicción del periodista excorresponsal de la BBC Fernando Ravs-berg— por la Casa Blanca, la mafia, la CIA y los exilia-dos de Miami. Nota que aparece en esta página.

No ha muerto cualquier ciudadano del común y

por eso el gobierno de Cuba, en cabeza de Raúl Cas-tro —hermano del líder fallecido y presidente de Cuba desde hace diez años—, ha decretado nueve días de duelo nacional. Y ha dicho que las cenizas de Fidel Castro han de ser sepultadas el próximo domingo 4 de diciembre en el cementerio Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba, hasta donde serán transportadas en medio de una procesión de cuatro días, de miércoles a

sábado, y que partirá desde La Habana.

Toda esta semana en la isla no habrá actividades ni espectáculos públicos —es obvio suponerlo, y se incluye la

suspensión de un concierto del grupo colombiano ‘Aterciopelados’— para dar paso a multitudinarios actos en La Habana, donde será cremado, y Santiago de Cuba. Durante la vigencia del duelo nacional ondeará la bandera nacional a media asta en los edificios públicos y en los establecimientos militares, ha informado la prensa estatal.

Para quien fuera un orador reconocido por sus fervorosos y extensos discursos, capaz de conceder una entre-

vista de cinco horas seguidas —“Nunca vi una contradicción entre las ideas que me sostienen y las ideas de ese símbolo, de esa extraordinaria figura, Jesucristo”, dijo en 1985—, habrá un homenaje que comienza a considerarse como el más especial: la peregrinación de unos 1000 kilómetros de recorrido que se realizará en sentido inverso a la que el líder hizo en su ‘Caravana de la Libertad’ en 1959 Ctras proclamar el triunfo de su revolución—, desde Santiago de Cuba hasta La Habana. Sus cenizas irán desde La Habana hasta Santiago de Cuba.

Para este martes, está previsto un multitudinario acto de despedida en la Plaza de la Revolución de La Haba-

na, el corazón político de la isla —tribuna desde la cual arengó Fidel por más de 55 años—, donde serán expuestas las cenizas del padre de la revolución cubana el lunes y el martes, para que el miércoles viajen en la peregrinación.

El grupo Crónica —principal fuente para la elaboración de esta nota, ilustrada con fotos de Presa Latina— pre-  

cisó que otro multitudinario acto se realizará el sábado 3 en la Plaza Antonio Maceo, de Santiago de Cuba, 960 km al este de la capital cubana y considerada la cuna de la revolución. “El modelo cubano ya no funciona ni para nosotros mismos”, reconocería Casto en 2010, en entrevista al periodista estadounidense Jeffrey Golddberg.

El gobierno cubano informó que la revista militar prevista para el 2 de diciembre, como celebración de los 60

años del desembarco del Granma y Día de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, se pospone para el lunes 2 de enero de 2017.

El Muelle Caribe no puede ocultar su admiración por el líder fallecido. Y tiene la certeza de que su nombre,

Fidel Alejandro Castro Ruz, en solo dos palabras: Fidel Castro, será recordado por siempre jamás. Como líder de una revolución que aun pervive en su isla, la historia lo juzgará y, a lo mejor, lo absolverá, como él mismo lo vaticinó en 1953, cuando era un joven abogado que asumió su propia defensa en el juicio por el asalto al cuartel Monca-da, en Santiago de Cuba. “Condenádme, no importa, la historia me absolverá”, dijo en un julio de hace 66 años.

Paz en la tumba de El Revolucionario Eterno.

El Papa Francisco visitó en La Habana a Fidel —como lo habían hecho Juan Pablo II y Benedicto XVI— y le obsequió dos libros de Alessandro Pronzato, experto en catequesis y en la Biblia y divulgador teológico: ‘Evangelios molestos’ y otro sobre la relación entre humor y religión. También le regaló ejemplares de la exhortación apostólica Evangelii Gaudium y su famosa encíclica sobre temas medioambientales ‘Laudato si’. El líder revolucionario, por su parte, le regaló al papa el libro ‘Fidel y la religión’, la entrevista que el teólogo brasileño Frei Betto le hizo a Fidel Castro en 1985: “Para el papa Francisco en ocasión de su fraternal visita a Cuba. Con admiración y respeto del pueblo cubano”, le escribió Fidel en la dedicatoria.

El papa Francisco y el revolucionario Fidel

Adiós a Fidel, un líder

que había escapado a

más de 630 atentados

Amigos de Fidel: el tabaco, Ernesto ‘Ché’ Guevara y la práctica al tiro al blanco. El líder fallecido es historia, es leyenda...

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