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Época de conversión

Del ‘Santo cachón’

a... ‘¡Santo canción!

La alcadesa de Barranquilla Elsa Noguera cuando hacía entrega de la concha acústica del Parque del Sagrado Corazón, que borra para siempre el mote que pesaba sobre el parque: ya no es ‘Santo cachón’ sino 'Santo canción', si ers queremos que tenga apodo. FotoYou Tube.

Una inversión de $1.400 millones acaba con fragorosos cuentos de amores escondidos a edificantes historias de presentaciones artísticas y encuentros familiares

Texto y fotos

David Campo

Pineda

Cuando el maestro Leonardo Marulanda levantó el brazo derecho —casi imitando al monumental Jesús a sus espaldas— y enseñó a sus 97 músicos, en un arco elegante y autoritario de su mano, la batuta, se hizo un silencio tan profundo en el parque Sagrado Corazón de Barranquilla que los más de 600 asistentes espontáneos al concierto de la Orquesta Filarmónica de Bogotá se percataron que desde ese mismo instante, y para siempre, se acababa la mala fama de ese espacio emblemático de la ciudad...

Emblemático, sí, qunque por décadas fue el lugar preferido por borrachos y borrachas ‘pupis’, drogadictos y toda clase de gente urgida de soledad, silencio e impunidad para hacer el amor, no la guerra —aparentemente—, atracar o, simplemente, llegar al ‘cielo’ de manera artificial con sustancias naturales y no naturales...

El Parque Sagrado Corazón de Jesús, hoy por hoy —y en razón del crecimento de la urbe— en el corazón de la ciudad, fue en una época considerado el mejor de Barraquilla por estar dentro del ‘cachetoso’ barrio Ciudad Jardín, uno de los preferidos por la ‘gente bien’ por la amplitud de las casas, el estrato al que pertenece, la calidad de las vías y el fresco que permanentemente impera en toda su área, frescor favorecido por su altura geográfica y el parque cuya arborización ha contribuido a esa cualidad ambiental siempre deseable en una ciudad de trópico.

Esta área está delimitada al sur y al este por la carrera 42E; al sur y al oeste por la calle 80, y al norte por la carrera 42F, formado un diamante verde —en otrora gris y muy criticado, pero, eso sí, bastante visitado en nocturnales—, que en sus casi 10 mil metros cuadrados cobija gran variedad de árboles frutales y ornamentales, plantas de coloridas flores, abundante y bien cuidada grama y, algo muy llamativo, por cierto, numerosos animalitos de la fauna tropical que pasean libremente por las bien definidas callecitas peatonales: iguanas, muchas iguanas; lobitos, muchos lobitos, y aves, muchas aves, que en cualquier momento se hacen visibles ante los caminantes o estacionarios visitantes que sienten, en ese instante, un inusual contacto directo con la naturaleza: el Parque Sagrado Corazón es un pulmón de Barranquilla, un ámbito recuperado para el ambiente de la ciudad que ha levantado una gama de positivos comentarios presenciales y digitales, de gente que reconoce la extraordinaria recuperación de ese sitio de la ciudad.

La Concha Acústica, construida en tres meses a un costo de 1.400 millones de pesos, es una obra diseñada, dirigida y plasmada en la realidad por la arquitecta barranquillera Katya González. La inauguración se cumplió en un día memorable para la ciudad: era el primer partido de la final de la Liga Águila con Junior de local, razón suficiente para que durante el evento ondeara la bandera del cuadro ‘tiburón’ al lado de la de Barranquilla.

La recuperación del Parque es una realidad. Los senderos peatonales están limitados por setos que impedirán el deterioro de la grama por el tráfico humano.

Ese día, miércoles 16 de diciembre, el concierto de la Filarmónica de Bogotá fue un preludio del primer tiempo que protagonizó el equipo currambero en el Metropolitano ante su eterno rival, Atlético Nacional. En el Metro, al final, ganó júnior 2-1 y en el parque ganaron ‘por goleada’ los más de 2 millones de barranquilleros que pueden disfrutar cuando quieran y como quieran —sin volverlo a ‘cachonear’— del agradable sitio al noroccidente de su ciudad.

CONDICIONES ESPECIALES

El director de la orquesta, David García, aprobó las condiciones de la concha acústica para el concierto de ese día y resaltó que “Barranquilla es la única ciudad con la que hemos hecho una relación tan estrecha para realizar conciertos de la Filarmónica. Enviamos a especialistas —como se hace habitualmente— para que se midiera la acústica y la calidad del lugar. Todo el resultado fue espectacular, técnicamente, todo funciona muy bien”, aseguró García.

La música esparcida a toda la cercanía por los cuatro vientos, llenó de orgullo y emoción a los asistentes al evento más aún cuando sonaron aires propios de nuestra tierra interpretados por cantadoras de Las Flores, la Orquesta Filarmónica de Bogotá, el guitarrista argentino Francisco Rodríguez y la solista Laura Chaparro. También interpretaron conocidas y muy queridas canciones navideñas a cargo del Coro Filarmónico Juvenil que acompañó a la orquesta bogotana.

PARQUE: BENEFICIO NO SOLO AMBIENTAL

El barrio Ciudad Jardín es uno de los más valorizados en Barranquilla y a ello contribuye muchísimo la existencia del parque del Sagrado Corazón de Jesús, renovado lugar de esparcimiento familiar, sitio ideal para la lectura, escenario de conciertos, obras de teatro y eventos de diversa índole, que lo han transfigurado en un referente del crecimiento y la promoción cultural barranquillera. La alcaldesa de Barranquilla, Elsa Noguera, sumó con esta obra una perla más al rosario de logros de su administración en beneficio de la ciudad y de sus habitantes.

El parque —cuyo nombre infamante ‘Parque Santo Cachón’ sirvió de inspiración a Los Embajadores del Vallenato para crear la canción del mismo nombre:

Que te perdone yo, que te perdone,

como si yo fuera el Santo Cachón;

mira mi cara, ve, yo soy un hombre,

y no hay que andar repartiendo perdón...

Ya no debería ser reconocido por ningún barranquillero, ni propio ni adoptivo, como el sitio para candentes actos de amor a escondidas ni escenario de reprobables conductas de perdición humana.

De ahora en adelante, por la naturaleza de los actos artísticos-culturales que allí se llevan a cabo, por la clase de personas que lo frecuentan y por la calidad de la recuperación de que fue objeto el sector, debería llamarse el Parque del Santo Canción. Al fin y al cabo, la música es una forma de agradar a Dios y es una de las más excelsas maneras de mostrar lo sublime del alma humana.

Según el director de la Filarmónica, la obra reúne las condiciones de construcción y acústica para la presentación de esta clase de orquestas.

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