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Época de reflexión

El ‘compu’

y la vida

en pareja

Por medio de algoritmos de inteligencia artificial, el computador ahora sabe mucho más sobre ese sentimiento humano que parece agotarse en la alcoba

Desde nuestras entonaciones vocales no sólo se conocen nuestras emociones, sino también nuestra salud

Por Inocencio De la Cruz

Nuestras emociones, léase bien, ‘en manos’ —o en las ‘neuronas’— de los computadores.

Para problemas de parejas, pareciera que ahora estuvieran demás los sicólogos, los siquiatras y hasta los consejeros matrimoniales, tal pareciera que ‘sobran’. Que para afrontar esos problemas —y también léase bien— está el ‘compu’.

Las terapias de pareja, a las cuales se acude masivamente para que, realmente, haya muy poco de exorcismo de los problemas enquistados en la relación, van, por igual, rumbo al desgaste total: tal pareciera que, finalmente, una computadora las relegará. De acuerdo con algunos científicos, para ello vasta esa máquina electrónica que, mediante determinados programas, permite almacenar y tratar información y, lo afirma DRAE, “resolver problemas de diversa índole”. La ciencia le endilga ahora la resolución de los (problemas) emocionales.

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Me sustraje, por mera higiene mental, a la parafernalia celebrativa de la Navidad y me dediqué a viajar... A viajar por el ciberespacio, sí —precisamente por intermedio de una computadora—, en procura de curiosidades del momento: información curiosa que me intrigara, que despertara mi interés. Y me topé con esta: “¿Problemas de pareja o de matrimonio? Mejor olvídate de la terapia, lo que necesitas es una computadora que te diga si tu actual relación corre peligro”. Y, echando pa’lante, choqué con esta otra: “Por medio de algoritmos de inteligencia artificial, las computadoras ahora saben si estamos tristes, alegres o frustrados”. Los algoritmos, esos conjuntos ordenados y finitos de operaciones para encontrar soluciones a diversos problemas.

En la primera de las advertencias —http://tecnomagazine.net—, se me dice que “nuestras acciones, nuestro tono de voz, nuestro ritmo, el movimiento de nuestros ojos y la mirada, y básicamente nuestro lenguaje corporal, además de las palabras que usamos, pueden llegar a decir mucho más de nosotros de lo que creemos”. Y enseguida puntualiza que “para un profesional que conoce sobre la materia, hay signos claros que dan a conocer información muy específica sobre una persona”, para agregar seguidamente que “si un sujeto puede detectar esos signos entonces una computadora también”.

La otra advertencia, resumida en nueve palabras, les da certero golpe a mis realidades: “Las máquinas ya son capaces de detectar nuestras emociones”.

Metido en el viaje, digiero. Y más allá de que el ‘compu’ nos facilite tanto la escritura de una carta como el control de la seguridad de un conjunto residencial, o corregir en un texto errores de dedo u ortográficos, una y otra vez —cuán dispendioso ha sido escribirlo en máquina de escribir: borrar o romper y volver a comenzar—, lo ‘más bueno’ de la máquinas es que, en infinidad de casos, son capaces de detectar cosas que nosotros no. Por ejemplo, lo que precisa el psicólogo estadounidense Paul Ekman —http://www.lanacion.com.ar—: “Las expresiones faciales de las emociones no son determinadas culturalmente, sino que son universales y tienen, por consiguiente, un origen biológico. Ahora, la tecnología está avanzando sobre este tema”.

La primera información asegura que “un grupo de investigadores de las universidades de Utah y California del Sur ha desarrollado un programa que es capaz de indicar si un matrimonio o pareja tiene problemas”. Y el proceso consiste en examinar la forma de hablar de la pareja. El software es capaz de identificar cambios en el volumen de la voz y en el nerviosismo que la misma transmite, es decir, un indicio de los nervios de la persona por medio de su voz. También se pueden chequear las interacciones, palabras usadas y el lenguaje corporal de la pareja. Y puede, finalmente, “predecir si la relación mejorará, si seguirá igual o si empeorará”.

Así las cosas, para quienes hemos navegado por mares inmensurables de problemas de pareja, esta experiencia computadorizada vivida en Navidad nos conduce a creer que el tal software de los investigadores de las universidades de Utah y California del Sur, puede generar mejores resultados que los divanes de sicólogos, siquiatras y consejeros matrimoniales: ¡pronostica el futuro de la pareja!

Aunque el escepticismo puede también aparecer y ubicarnos en raya dubitativa: El hecho de que una computadora —entre otras cosas, alimentada por mentes humanas, por sicólogos y siquiatras— indique un determinado resultado en eso se la relación de parejas, eso no quiere decir que dicho resultado vaya a convertirse en realidad. Y hasta podría terminar sucediendo lo contrario a lo indicado: en vez de romper relaciones, hombre y mujer, mujer y hombre, pueden consolidarlas y solidificarlas.

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En la advertencia dos, la información complementaria: “Varias empresas cuentan con programas y soluciones que permiten analizar las emociones de los consumidores, pacientes y empleados”.

Y al respecto, la vicepresidenta de marketing de ‘Affectiva’ —compañía estadounidense nacida del Massachusetts Institute of Technology—, Gabi Zijderveld, precisa que “las emociones influyen en todos los aspectos de nuestras vidas. Sin embargo al pasar cada vez más tiempo en el mundo digital, nuestra habilidad para comunicar y mostrar emociones se está perdiendo”.

En la era de la tecnología comunicacional la misma tecnología conlleva a que la habilidad humana para comunicar y mostrar emociones se esté perdiendo. “Actualmente, muchos encuestados no quieren o no pueden comunicar lo que sienten o piensan sobre determinada marca o producto”, precisa la ejecutiva de Affectiva. Razón por la cual, mientras las respuestas emocionales sobre marcas, productos y publicidades se buscan mediante encuestas o grupos focales o ‘focal groups’, se activan, por medios de las nuevas tecnologías, herramientas que son imperceptibles para la persona que se analiza.

Y así, los participantes ven un anuncio o video y Affdex —dispositivo que utiliza el análisis facial avanzado para medir científicamente respuestas emocionales discretamente, de manera rentable, y a escala— pone a su cliente en línea para que observe cómo los espectadores están respondiendo emocionalmente a su contenido digital.

Muchas empresas han utilizado este programa para seleccionar las mejores escenas de sus publicidades, evaluar sus efectos y hacer un análisis predictivo del mercado. También lo utilizaron canales de TV para probar pilotos de programas y analizar en qué momentos emitir sus anuncios.

Emotient, es otra firma estadounidense que, a través de su servicio web, analiza las expresiones faciales. “El cliente sube a nuestra web un video, lo procesa y obtiene resultados en forma inmediata. Entregamos informes de nueve grandes emociones expresadas y de lo que llamamos tres indicadores clave de rendimiento, esto es, los de atención, compromiso y sentimiento”, explica su responsable de marketing Rick Bilodeau.

Pero además de esto, el programa permite ayudar a los médicos —en especial a los de la siquis— a saber el estado emocional de su paciente.

Simple Emotion, también de USA, reconoce el estado emocional del usuario por medio de su voz. “Nuestro sistema extrae características del audio de voz que ya están etiquetadas como una emoción específica”, explica el CEO Matt Fernández.

Emotions Analytics, de Beyond Verbal, una compañía israelí, analiza e identifica las entonaciones vocales. “Estamos incluyéndolo en aplicaciones y dispositivos para que las máquinas puedan entender las emociones humanas y puedan interactuar mejor con las personas”, dice su vicepresidente de marketing Dan Emodi.

Matt Fernández cree que la información emocional podrá ayudar a que las máquinas puedan interactuar con los seres humanos de forma más natural. “Creo que las interacciones entre los equipos y seres humanos se aproximarán bastante a la interacción que hoy tenemos entre las personas”, predice.

En conclusión, se vislumbra un mundo en que las máquinas entiendan nuestras emociones y puedan interactuar con nosotros en un nivel emocional. Desde nuestras entonaciones vocales no sólo se conocen nuestras emociones, sino también nuestra salud.

“Nuestra misión final es utilizar estas capacidades para ofrecer un mejor bienestar, una mejor calidad de vida y, en última instancia, una mejor salud”, dicen los ‘auscultadores’ de nuestras emociones desde un ‘compu’.

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