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“El cronista soy yo” y el agradable ejercicio de escribir

TUBARÁ

Un pueblo de sobrenombres,

tradición familiar única: viene

de generación en generación

Por Fernando Molina Molina

Recién nacidos, pasan por la pila bautismal de la iglesia parroquial del pueblo, reciben un nombre, pero muy pocos los llaman por esa gracia. Por sobrenombre es más bacano.

Cerro de Conuco

Parque de el Mirador

Su fiesta... su aire

Chorro de San Luis, lugar turístico de profundo significado para el tubareño.

Piedra pintada, petroglifos de los bravos Mocaná., aborígenes de Tubará.

Tubará, sus paisajes, sus noches de romántica luna me inspiraron a escribir estos versos que he tenido la oportunidad de entonar rodeado de amigos y familiares:

“Ya llega el fin de semana,

lo vamos a disfrutar,

en ese pueblo bonito que se llama Tubará (Bis).

Entre los cerros dormida

del Conuco y Mirador,

el paisaje se hace vida,

Tubará es mi inspiración (bis).

Coro: Aquí yo me quedo, sí señor,

en este pueblito encantador,

a esos ojos indios con amor

que de mi alma son la inspiración (Bis)

FMM  

Solo por eso, sus amigos lo bautizaron para el resto de su vida con el sobrenombre de ‘El único’.

Sobrenombres o apodos alusivos a animales: El perro, el gato, mata perra, los chivos, los micos, las

cotorras, las zorras, los chirríos, el iguano, el pavo, perro mocho, la cucaracha, la gallina, capa chivo, mañe mico, rabito’e yuca, caballo… Algunos de los apodos recopilados por un amigo tubareño en noche de bohemia.

Sobrenombre o apodos teniendo en cuenta la apariencia física: la muerte, pipón pelúo, pinga brava,

lucho loco, cara e chácara (fallecido), pata larga (fallecido), pata e cama, morrana callúa,  la chocorito (visitante), Tusa, Pedro Banqueta (carpintero), tirajochas, buqueque, pampanillo, Clavo (maestro de construcción), mosquito, el libretón.

La tierra de los apodos: (Complemento tomado del Heraldo 1992). Si la primera vez que usted pisa

suelo tubareño se le ocurre preguntar por la dirección de Alejandro González, por ejemplo, seguramente no encontrará respuesta alguna entre los pobladores.

Pero si en vez del nombre, entonces indaga por ‘la muerte’, no faltarán espontáneos guías que le dirán

la calle y la carrera en donde puede encontrar a uno de los habitantes de esta población, considerada patrimonio arqueológico, ecológico y cultural del Caribe.

Porque además del legado histórico del que hacen parte ‘Piedra pintada’ (morro hermoso), el chorro de

San Luis y la parroquia de San José, o del trabajo laborioso del hombre del campo, a Tubará se le podría llamar la tierra de los apodos.

‘El diablo’, ‘el ronco’, ‘el chivo’, ‘el barraco’, ‘la cotorra’, ‘el mico’, ‘la brisa’, ‘las lancha’ y ‘la zorra’, son

algunos de los sobrenombres que se escuchan en lugar de Manuel, León, José, Abel o Julio, para solo enumerar unos pocos ‘bautizados’.

Pierda cuidado —apunta ‘la muerte’— que aquí nadie se molesta porque lo llamen por el apodo, al

contrario, rara vez se escuchan sus nombres. Es una tradición que lleva muchos años, desde que yo estaba pelao.

Manuel Cepeda, vendedor de El Heraldo en Tubará, dice orgulloso que esta es la tierra de los apodos,

pero también un pueblo que construye paz.

Para Muelle Caribe y su estibador José Orellano

Fernando A Molina M

C.C. No. 7447730

T.P. No. 91666 C.S.J.

amables lectores sabrán deducir, pero antes les contaré una de esas anéc-dotas que solo se le ocurren a la mente creativa del ser tubareño.

Un día cualquiera llegó

a Tubará, para disfrutar de una semana de vacaciones, el señor Pedro Pérez. No tardó en contactar a sus amigos y se armó el parrandón de costumbre, tres días de rumba, ron blanco y guandulada trifásica incluida para mitigar el guayabo. Pedro, más contento que mica en bicicleta con cincuenta miquitos y una sola teta, gritó de contento: “Nojoda, tres días en Tubará y soy el ÚNICO a quien nadie le

ha enganchado un apodo”.

apodo o sobrenombre.

Esos apelativos hacen alusión a animales, cosas, al trabajo o actividad que realiza la persona, a la

apariencia personal y estos se transmiten de generación en generación.

Esa tradición arraigada en su gente le da a Tubará una identidad particular como caso único y original

en ‘toda la bolita del mundo’ —como decían nuestros abuelos— y se acepta como parte importante de esa historia que se ha escrito por más de 400 años.

No comulgo con llamar a una persona por su apodo, pero aquí en Tubará es tan natural hacerlo, pero

contrario a la costumbre prefiero emplear su nombre de pila, aunque a veces me contagio de esa graciosa manera de endilgar apodos a amigos sobre todo cuando improvisadamente se arman esas parrandas donde se cuentan chistes y anécdotas que hacen referencia al significado del apodo en mención.

Entremos en materia para familiarizarnos con los sobrenombres y su procedencia, los que ustedes

cautivador, enclavado en una cadena montaño-sa de paisajes reverdecidos por la exuberante vegetación y de lugares paradisíacos cuyo nombre proviene de la lengua de los indios Mocaná, quienes bautizaron este terruño como Tubará, originalmente:  Xtupará, que significa ‘Paso al mar’. 

Su gente es amable, acogedora, con un

marcado rasgo indígena que se puede observar a primera vista en las facciones de sus habitantes, particularmente en sus atractivas mujeres de ojos rasgados, negra cabellera y hermosa sonrisa que cautivan a nativos y visitantes.

HECHO TRANSMITIDO

No resultaría extraño que a alguien que

llega por primera vez a este acogedor municipio nadie le dé razón o información si pregunta por algún amigo o familiar por su nombre de pila. No será de extrañar, porque generalmente las familias o personas se reconocen por su

Tubará es un pueblito encantador, donde las raíces

culturales y la tradición ancestral, sobreviven al paso de la historia.

He perdido la cuenta de las veces que he visitado a este pueblito

Tubará celebra cada

19 de marzo la fiesta de su patrono San José,  la semana santa  con ese fervor  que aviva su religiosidad popular, y en  sus carnavales  también celebra el festival de la Yuca y el Totumo que congrega en paz y sana alegría a nativos y visitantes como cálida manifestación de gratitud

a ese fértil terruño que proporciona  variados frutos para la subsistencia de sus habitantes.

En Tubará se respira aire libre de toda contaminación y en algunas épocas del del año se puede disfrutar

de un clima fresco, y  al amanecer una intensa neblina que parecen copos de algodones  que se posan sobre los cerros y luego se esparcen por calles y casa dando una apariencia primaveral

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