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Barranquilla

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Por Inocencio De la Cruz

Diciembre es el límite: entonces, todo el caudal destructivo y mortal del arroyo de la calle 84 correrá bajo la vía, desde la carrera 51B hasta la 74.

Sí, en Barranquilla, la querida villa que, con el ímpetu administrativo actual, pero ad portas de concluir, queda no solo planificada como Ciudad Futuro sino como urbe dispuesta a demostrar que se puede ser ‘ciudad sin arroyos’, como lo sostiene, de manera reiterada, la alcaldesa mayor Elsa Noguera.

Ya antes, la canalización de otro temible arroyo, el de la calle 79, con trabajos ingenieriles de características similares a los que avanzan hacia su conclusión en la 84, había pasado la prueba. Las escorrentías generadas por los aguaceros inmensos que han caído sobre la urbe en este 2015 —supuestamente año de sequía—, bajaron rápidamente por las rejillas y, por subterráneos de las aceras, a lado y lado de la vía, entre las carreras 52 y 60, el rugido hídrico quizás asustaba pero, muy cierto, no causaba daños. ¡Había perdido su capacidad destructora y hasta asesina!

Son, no hay duda, soluciones hidráulicas —y quizá definitivas— para estos incordios ciudadanos de vieja data y que, ya en servicio, requieren aplicación estricta de cultura ciudadana para que en sus inmediaciones no se acumulen desperdicios. Sería vergonzoso para la comunidad, en especial para la aledaña a esos sectores, que tales rejillas, así como los sumideros, se transformaran en basureros. No solo afearía el entorno sino que taponaría el flujo de las aguas pluviales y se volvería a lo mismo.

La canalización del arroyo de la 79, con sus obras urbanísticas complementarias —ampliación entre las carreras 52 y 60— ya es un hecho. Los caudales pluviales que corrían a ras de vía, ahora se encauzan por box coulvert rectangulares en concreto reforzado y construidos de manera paralela, a lado y lado de la calle y al cual llegan las aguas pluviales por acción de sumideros al igual que las provenientes de otras vías, “captadas a través de rejillas para ser conducidas al paso subterráneo”, de acuerdo con precisiones de los responsables de la obra.

Con la 79 se ha cumplido y la expectativa ahora se centra en esos 1895 metros bajo el nivel del suelo que permitirá, por la calle 84, el paso raudo y rugiente, pero controlado, de las aguas hasta su disposición final, rumbo al río Magdalena, pasando por arroyo León. Para que, en las estadísticas, no pase de quince el número de víctimas mortales de esta corriente pluvial.

El de la calle 84 de la capital del Atlántico es la continuidad de una visión a futuro para la superación de un problema barranquillero de hace más de medio siglo. Allí en la 84 han sido tres años de trabajo, de ruido, de taladro, de polveros, de incidentes ingenieriles, pero valdrá la pena: todo por el desarrollo de Barranquilla. “Las molestias pasan, pero las obras quedan”, ha sostenido la Alcaldesa.

El caudal de diseño de esta obra, que corresponde a un periodo de retorno de 100 años, es de 79,24 metros cúbicos de agua por segundo, según la Secretaría Distrital de Infraestructura.

Ha comenzado pues un programa de Gobierno para superar las consecuencias de las características pluviométricas de Barranquilla: tormentas de gran intensidad y corta duración que conjuntamente con el cambio en el uso del suelo, la mala costumbre de la comunidad de arrojar la basura al paso de los arroyos porque el servicio no se le presta oportunamente, la tala urbana indiscriminada, el desordenado crecimiento urbano, las invasiones en zonas inundables  —todo lo cual incrementó las áreas impermeables y ha facilitado la concentración de las aguas—, generaron por años crecientes urbanas de gran magnitud y poder de arrastre, destrucción y muerte.

También avanza la solución para los problemas que igualmente ha causado el arroyo de La María —otro de gran peligrosidad—, desde la carrera 54. Un proyecto que no solo solucionará un añejo problema barranquillero sino que desarrollará un corredor cultural.

En torno a ‘La Ciudad Futuro de Colombia’, muchos proyectos urbanísticos ejecutados o próximos a ejecutar y que reclaman, del próximo gobernante distrital, continuidad. Si ya es una realidad la financiación también tiene que ser un hecho a no muy largo plazo la recuperación y pavimentación de la carrera 38 a partir de la misma calle 84, para que empalme con la Circunvalar y se extienda hasta el Terminal Marítimo.

Antes, solo se miraba como mortal el ‘Arroyo de Rebolo’ y en verdad que lo era, pero hoy son muchos los arroyos que surcan ‘La arenosa’. De los muchos arroyos barranquilleros, uno muy especial para engrosar este relato por lo que representa: el de Hospital, que también se llama ‘Tumbacuatro’. Y se llama así porque, lo registra la historia, un día de fuerte aguacero barranquillero cuatro amigos borrachos quisieron atravesar a pie el arroyo de Hospital, pero el caudal de aguas turbulentas los arrastró y se los llevó hasta ‘El caño de la auyama’, donde se practicó el levantamiento de los cuatro cadáveres.

Dentro de muy poco, ni ‘Tumbacuatro’ ni ‘Arroyo de la muerte’. Ni 84 ni 79 ni María como símbolos de destrucción y muerte. Dentro de poco, la cosa será así: ‘Barranquilla, no solo Ciudad Futuro sino ¡urbe sin arroyos!’

No solo

Ciudad

Futuro

sino

¡urbe...

sin

arroyos!

Estas comienzan a ser, simple y llanamente, imágenes del pasado. Imágenes para los archivos. Dentro de poco solo se dirá “estos eran arroyos destructores y mortales”.

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