


El Muelle
CARIBE
Homenaje perenne al Muelle de Puerto Colombia

Crónicas y Opinión
José Orellano, director
Evoluciones y aciertos en el mundo músical
De coristas
a exitosos
vocalistas

Willy Colón y Henry Fiol: ejemplos de transformación musical.


La leyenda de ‘Francisco el Hombre’, uno de los episodios narrativos más representativos del folclor regional. Se ha hecho, generación tras generación, a golpes de pedazos de acordeón.


Gabriel Chamorro,
‘Chamorrito’, evolución musical, pero el desorden en
su vida personal, fue el causante del rápido ocaso
de su carrera como cantante. Fue estrella de ‘Los caporales del Magdalena’.

Piña con Rois, ‘Chamorrito’ con ‘El turo’ Gil y Jairo Serrano con Mario Zuleta.

Los Piña, ‘Los pechichones’, Los Zuleta: exitosas partes de la evolución musical en torno al acordeón: de coristas a excelentes intérpretes.
nacionales e internacionales—. Juan y Carlos Piña Valderrama participaron como coristas, en trabajos discográficos de las mejores agrupaciones de música de acordeón: Jorge Oñate, Adanies Díaz e Ismael Rudas, Los hermanos Zuletas y Diomedes Díaz entre otros.
En Colombia muy pocos conocen que la gran estrella de la música tropical y salsera, creador del ritmo
musical ‘Joeson’, ganador de congos y súpercongós, Álvaro José el Joe Arroyo, participo en grabaciones de grupos de música de acordeón como corista. En 1978 los hermanos Zuleta estaban en Bogotá para grabar los que muchos habían de considerar su mejor trabajo musical: ‘Tierra de cantores’ y exigieron que los hermanos Piña —o que alguno de los dos—, participará en los coros, por cuanto estos les habían colaborado, con lujo de detalles, en el anterior trabajo. Pro estaban fuera del país, de gira por los Estados Unidos. Sin embargo, habían recomendaron a Joe Arroyo y por intermedio de la esposa de Juan, la dama guajira Janeth Fuminaya, contactaron a Joe. A Poncho no le gustó la idea, a pesar de reconocer la calidad interpretativa del Joe. Decía que era cantante de salsa, pero terminaron convenciéndolo para que aceptara al Joe. El resultado lo conocen todos. Hoy todavía se disfruta ese trabajo, ese sabor único y especial, esa cadencia salsera, el acople armonioso con la segunda voz, que era la de Armando Hernández, ex integrante de ‘Los corraleros de Majagual’. Al terminar, Poncho y Emilianito fueron los primeros en felicitar a Joe por el trabajo realizado.
Son historias de esta música de acordeón que trascendió las fronteras colombianas. Esa música que
interpretaba el juglar Francisco Moscote Guerra, mismo que, die la leyenda, en un épico duelo de acordeón derrotó al mismísimo diablo. Una hazaña por la cual se ganó el remoquete de ‘Francisco el hombre’.
sanjuanero Juancho Rois. Grabó el larga duración titulado ‘El Fuete’, tema de la autoría de Roberto Calderón, un éxito total. También sonaron ‘El estanquillo’, ‘Viernes cultural’, ‘El precio de un amor’ y ‘Luz de amor’. Juan Piña realizó otros trabajos en el género, pero seguía cosechando éxitos en la música tropical —alternó en muchas programaciones
‘Cobijas’, de Rosendo Romero. Posteriormente Jairo formó pareja con otros acordeoneros y grabó varios trabajos.
El éxito de la música de acordeón, su aceptación y popularidad también trajeron consigo exigencia del
público en la calidad de los trabajos discográficos. Las casas disqueras comenzaron a mejorar la producción para dar origen a un fenómeno complementario: los músicos de base de los conjuntos no participaban en las grabaciones, la disquera contrataba a los mejores músicos, sin que importara el género.
Este es el caso de los hermanos Piña Valderrama: Juan y Carlos, nativos de San Marcos, Sucre. Desde
muy jóvenes incursionaron en el mundo musical, con la orquesta de su padre, ‘Juan Piña y sus muchachos’, fundada en 1962. Posteriormente Juan hizo parte de ‘Los hermanos Martelos’, agrupación a la cual perteneció 7 años. A salir, fundó con su hermano Carlos la exitosa orquesta ‘La Revelación’ que pega ‘El machín’ y ‘El emigrante latino’. Por su aguda pero potente voz, Juan piña es escogido para hacer coros de grabación al naciente Binomio de Oro. Nació una gran amistad con Israel Romero y Rafael Orozco y son estos quienes lo invitan a incursionar como vocalista y le recomiendan grabar con una joven promesa del acordeón, el
amistad con Héctor y Mario Zuleta —compositores y acordeoneros—, se dio la conformación de una agrupación musical. Acompañado por Mario en el acordeón grabó su primer trabajo discográfico como vocalista: un éxito total. En este trabajo la canción más destacada fue
Uno más: Jairo Serrano. A pesar de haber nacido en el Huila —muy lejos de la tierra donde se ejecutaba
la música de acordeón—, termino descollando como un intérprete, una actividad exclusiva en esos tiempos para voces costeñas. A ‘El opita de oro’ como se le llamaba, se le metió el vallenato en la sangre. Su espectacular voz le abrió las puertas de importantes agrupaciones con las cuales grabó como primera voz en los coros: Binomio de Oro, Diomedes Díaz, Iván Villazón y Otto Serge. Fue gran amigo de Héctor Zuleta —acordeonero de la dinastía de los Zuletas Diaz— en cuyo conjunto se inició como cajero. Tanto Héctor como su hermano Mario le hacen ver las cualidades de su voz y lo inducen a incursione como corista. La música de acordeón escalaba hacia los primeros lugares en el gusto musical de los colombianos. Entró al mercado discográfico colombiano la disquera Phillips, con la cual hacen su primera grabación Héctor Zuleta y Adaníes Díaz, con brillo de Jairo Serrano. Un motivo para que la casa disquera lo contrate como corista de grabación. También participó en grabaciones de otros grupos y casas disqueras diferentes. Como una resultante de la
me toquen un paseo’, del cual sobresalieron ‘La muchachita’ y ‘La cachaquita’. Para el sello ‘Costeño’ grabaron, en 1973, ‘Canción del algodón’, tema destacado del larga duración. En 1976 y 1977 volvió a grabar con ‘El turco’ Gil, pero con otra casa disquera, el sello Columbia de la casa CBS. Luego se separaron, pero en 1982 retornaron para el mismo sello. En 1988, cuando se reunieron algunos de los integrantes de antaño de ‘Los caporales del Magdalena’ volvió a grabar como vocalista. Con ‘El turco’ Gil varias de sus canciones fueron éxito: otras, ‘Las rosas’, ‘La gordita’, ‘Chave’, ‘No toquen mi acordeón’, ‘Linda riohachera’.
El desorden en su vida personal, fue el causante del
rápido ocaso de su carrera como cantante. Mucho tiempo después había de volver a la música como corista.
Otro: Marcos Díaz. Además de brillar como corista, era
excelente compositor. Desde los coros hizo historia con agrupaciones como la Diomedes Díaz, Beto Zabaleta, Alejo Durán, Emiliano Zuleta Baquero, Luís E. Martínez y Abel A. Villa. Marcos Díaz nació en El Molino, entonces corregimiento de Villanueva, La Guajira, el 3 de marzo de 1958. Con quienes más brillo como corista y compositor con Rafael Orozco e Israel Romero, el ‘Binomio de oro’. En 1985 tomó la decisión de retirarse del Binomio para lanzarse como solista. En su primer trabajo lo acompañó el juvenil acordeonero Jesualdo Bolaños, conocido artísticamente como ‘Bolañito’ y se hacen llamar ‘Los pechichones’ —los consentidos, los mimados— de magnífica aceptación. Impusieron varios temas, pero el más exitoso fue ‘Me vieron llorando’, de la autoría de Díaz.
Zuleta, Poncho y Emilianito. En 1972 participó en un trabajo con Alfredo Gutiérrez ‘El rebelde del acordeón’ y ‘Los revolucionarios’. Ese mismo año se unió con Andrés ‘El turco’ Gil y grabaron en Codiscos el elepé ‘Que
cambios en la música que nació en la tierra del Almirante Padilla, de donde era originario el juglar más reconocido de este género musical: Francisco Moscote Guerra —‘Francisco él hombre’— nacido en 1850 en Galán, corregimiento de Riohacha, un punto auténticamente rural de La Guajira. La leyenda de Francisco el Hombre es uno de los episodios narrativos más representativos del folclor regional. En cuanto al personaje, se le considera el primer juglar de la música de acordeón. Esa es la razón por la que la llamo música de acordeón, en vez de vallenato.
Gabriel Chamorro, corista de
‘Los caporales del Magdalena’, aportó su voz como vocalista a varios temas de la agrupación. Chamorrito, como era conocido en el ámbito musical, destacó además como corista de varias agrupaciones y a la que más contribuyó fue al de los hermanos
Por Luis Roberto Herrera Mendoza
En la música de acordeón, expresión folclórica de mi tierra —el mal llamado
vallenato o música vallenata— se presenta un fenómeno artístico, común en otros géneros musicales, aunque con más frecuencia en la música antillana: músicos ejecutantes de algún instrumento terminan brillando como cantante principal de la agrupación o conformando una nueva.
Muchos son los casos. Henry Fiol, por ejemplo, que ejecutaba la conga y hacía
coros, terminó formando su grupo, con el cual impuso grandes éxitos a nivel internacional. A otro que el sonó la flauta —perdón el trombón— fue al neoyorquino de origen latino William Anthony Colón Román, más conocido como Willie Colon, quien
inició su carrera como trombonista. De padres puertorriqueños, pero criado por una abuela y varias tías que lo nutrieron de música tradicional puertorriqueña y de los ritmos típicos del repertorio latinoamericano.
Así como estos dos grandes exponentes de la música antillanas hay muchos otros músicos exitosos que
iniciaron con roles musicales diferentes. Y en Colombia también hay casos.
De todos es sabido que sobre caja, guacharaca y acordeón comenzó la música mal llamada vallenata y
que el acordeonero, en casi todos los grupos, era el cantante. El género evolucionó —aumentó la instrumentación y, por consiguiente, el número de miembros de una agrupación— y se le incorporaron tumbadoras y bajo eléctrico, coristas y un vocalista. Muchas fueron las polémicas que se presentaron por esos