preámbulos.

—¿Qué se pretende con el Foro?

“La promoción de fútbol como herramienta para desarrollo y paz”.

—Un foro. ¿Quiénes han de dinamizarlo?

“Los más destacados empresarios sociales del mundo, provenientes de Sudáfrica, Brasil, Chile, Inglaterra y Estados Unidos”.

—¿Qué papel cumplirán?

“Presentarán experiencias exitosas y tres interesantes diálogos sobre fútbol para el desarrollo, incluyendo uno sobre fútbol para el desarrollo y política pública con la presencia de gobernantes locales”.

—Más allá de esa dinámica, ¿qué otra cosa ofrece el Foro?

“Será una oportunidad única para todos aquellos que se apasionen por la innovación, la construcción de capital humano y el emprendimiento social como vehículos para el desarrollo. Para no perdérselo”.

Para no perdérselo —¡sí!—, si es que en el texto de ‘Samy’ se proyecta una noticia de gran envergadura: “En Barranquilla, el fútbol para el desarrollo y la paz se practica en más de treinta barrios, lo que convierte a la ciudad en candidata a capital mundial de esta materia”.

Barranquilla, candidata a capital mundial de fútbol para desarrollo y paz... Y el fútbol, un deporte de multitudes que se ha revestido como herramienta para tales logros.

—Y desde las vivencias de Samuel Azout en este proceso sobre la base de su convencimiento del poder de la educación alternada con el fútbol sin discriminación de género, ¿qué puede decir sobre lo logrado hasta hoy?

“La práctica del fútbol con objetivos pedagógicos ha probado ser una solución efectiva y costo eficiente para pacificar a individuos con tendencias a hostilidad y violencia, y devolverles a las comunidades el sentido de seguridad y normalidad. Las niñas, niños y jóvenes que juegan Fútbol por la Paz lo hacen sin pitos y sin árbitros, así desarrollan auto control y resolución pacífica de conflictos”.

—¿Cómo transcurre un partido de fútbol sin pitos y sin árbitros?

“Durante el juego los participantes hacen acuerdos de convivencia sobre valores como honestidad, aprendiendo a no fingir faltas y otras prácticas engañosas”.

—¿Quién valida los goles? ¿Cómo se gana un partido de Fútbol por la Paz?

El equipo que gana no es el que más goles anote, sino el que mejor combine goles anotados con la práctica de valores como respeto, solidaridad y tolerancia. En Fútbol por la Paz es importante aprender a patear el balón para jugar en equipo y anotar goles, pero también se aprende que errar está bien porque nos da la oportunidad de mejorar”.

Una norma de vida de Azout: el error ofrece la oportunidad de mejorar.

—Más allá de alternar con éxito fútbol y educación, ante una incuestionable situación de desigualdad social en Colombia y que Samuel Azout bien conoce —“aproximadamente uno de cada tres colombianos vive por debajo de la línea de pobreza monetaria”—, caldo de cultivo para la deserción escolar, la prostitución juvenil, el embarazo adolescente, el trabajo infantil, la drogadicción, el alcoholismo, las pandillas, el reclutamiento a manos de fuerzas irregulares, las violaciones, los maltratos, los abusos, y otras manifestaciones de violencia; a todo lo cual se suma, lo ha dicho Samuel Azout, la debilidad de nuestras instituciones, los altos niveles de corrupción y la insuficiencia de recursos, más la violación sistemática de los derechos de nuestras niñas, niños y jóvenes y perpetuamos el sub desarrollo... En medio de ese caos, ¿por dónde apunta una solución?

“No es un secreto. Colombia registra un indicador de pobreza muy alto para su nivel de ingresos y ostenta uno de los niveles más altos de desigualdad en el mundo. La solución está en garantizar educación de calidad y formación para el trabajo. Sobre esto no hay discusión”.

—Para alcanzar esos estándares de calidad tanto en educación como en formación ¿qué hay que hacer?

“Debemos asegurar que todos nuestros niñas, niños y jóvenes desarrollen habilidades que les permitan tener vidas sanas y productivas. Necesitamos buenos profesores para enseñar matemáticas, lenguaje y ciencias, introducir modernos métodos educativos y tener una infraestructura escolar adecuada. Pero también debemos garantizar el desarrollo de habilidades socio-cognitivas y emocionales, tanto interpersonales como intrapersonales, que permitan que el niño defina y construya su identidad, y además se maneje dentro de un grupo relacionándose positiva y constructivamente. Estas habilidades incluyen auto reflexión, pensamiento creativo, autoestima, empatía, autoconocimiento, control de emociones, trabajo en equipo, asertividad y respeto y aprecio por los demás, y resolución pacífica de conflictos”.

—En esa otra Colombia, la Colombia desigual que Samuel Azout describe muy bien, ¿sí se puede?

“Por suerte existe un grupo de organizaciones de la sociedad civil que ha desarrollado currículos con metodología lúdico-experiencial, donde el niño por medio del fútbol logra desarrollar estas habilidades y enfrentar exitosamente desafíos propios de entornos de alta vulnerabilidad. Estas organizaciones agrupadas bajo la Asociación Fútbol, Desarrollo y Paz han encontrado en el fútbol una herramienta muy útil para el cambio social, no solo por sus posibilidades pedagógicas, sino por su capacidad convocatoria”.

El propósito de seguir mejorando la calidad de vida de niñas, niños y adolescentes,

marcha sobre rieles desde esta perspectiva de desarrollo y paz mediante patadas leales a un balón y con ánimo expansivo por parte de los líderes de este proceso. Que en el plano netamente barranquillero parece apuntar —con fe plena en que se cuenta con acertado tino—, hacia que el Distrito Especial Industrial y Portuario de Barranquilla sea elevado a la categoría de Capital Mundial de Fútbol para el desarrollo y la paz.