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Historias de Arturo López Viñas

¡Hagase la

televisión!

En 1953 en Colombia y con la dictadura del General Gustavo Rojas Pinillas, se inició la difusión de producciones televisivas que cambiaron el ambiente de la diversión de audiencia cautiva

Y Dios creó la luz para librarnos de la oscuridad. Y el hombre con su sapiencia desarrolló los medios para utilizar las bendiciones, legado del Todopoderoso Creador y Dios Omnipotente.

Los cubanos dicen que en su isla, la otrora Cuba (antes de los Castro), había progreso en todas las fases de la tecnología y con una avanzada industria radial dirigida y promovida por los genios de la producción: Maestre y Gaspar Pumarejo o por un talento de las ondas hertzianas como Bellido de Luna y su Cadena Azul.

Después de que el científico matemático W. Graham Bell dedicó todas sus energías y su talento a grandes descubrimientos —y laboriosamente trabajando con tesón, experimentando en cuanto se le ocurría, en un laboratorio de ingenios y con el sólo propósito de concatenar las leyes de la física, a través de la electricidad y el mensaje acústico—, obtuvo y puso a funcionar su gran invento, invento que puso a revolucionar el transporte de la voz, recogida vía líneas de conducción mega-fónicas que conocemos como el ‘teléfono’.

Este súper-invento fundamentó la industria del palabrerío a distancia que hoy acapara la atención de un mundo en la inventiva, basado en la conexión acústica electrónica que Mr.: W. Graham Bell creó para la urbe, hoy más apetecida y popularizada por empresas dedicadas a la proliferación de otros derivados en la ciencia de la telefonía.

La invención de la megafonía de Bell, fue diligentemente aplicada en otra naciente industria, la cinemateca o la industria de la filmación cuyo producto estaba supeditado al teatro actuado, mudo con reseñas o sub-títulos.   

Liberado el medio artístico con la aceptación y la popularización del cine hablado y la revolución mega-fónica, otros genios en la electrónica iniciaron la nueva injerencia de tele-audiencia, pero aplicando los principios de la camarografía, filmando la parte auditiva en producción estilo radioteatro: Live-acción, star.

Por los primeros años del siglo veinte y con el uso de la cámara, el mundo fue testigo de los estragos que ocasionaron las destructibles guerras y tragedias que ocurrían en cualquier parte del mundo, en vivo y en directo, al pie del cañón. Pero graficas en silencio. Y fue con la introducción de las leyes de la mega-fonia aplicadas, creadas por el gringo Bell, que grandes consorcios y empresarios con fortunas impulsaron la industria de la televisión comercial, encaminada a brindar solaz y diversión a una vasta audiencia cautiva, ávida de noticias pertinentes no solo a las acciones bélicas sino también a producciones basadas en una nueva cultura, atenta a los progresos y a la expansión de conocimientos geográficos y etnológicos, sin prejuicios de raza, ideología o credo.

Las grandes empresas americanas creadas con el fin de difundir la señal tele-hertziana para el mundo, fueron acogidas y amantadas por aquel mundo que impero en la radio de las ondas hertzianas cuando ‘La voz de las Américas’ o la BBC (Brithis Broadcasting Communications) transmitían paso por paso los sucesos de una incruenta batalla en las tantas guerras que ocurrieron en el siglo veinte.

No solo fueron guerras, aquellos eventos gloriosos del vuelo de Charles Lindbergh con su avión, el espíritu de San Luis y la odisea: atravesar el océano en un tedioso vuelo que después de días aterrizó felizmente en el aeropuerto de Paris; el hundimiento del Titanic; la tragedia del dirigible Hinderberg, donde se escuchó a viva voz y con tremenda emoción, las penurias que narraban los comentaristas, testigos de tan catastrófica hecatombe. Todos estos sucesos y muchos más fueron narrados vivamente, con la voz transportada en la nueva generación de las leyes de la mega-fonía.

Con el progreso de las industrias varias: automovilísticas, aviación, bélica, la fase de la ingeniería de sistemas —y aquellas cuyo diseño en la arquitectura y la parte de la construcción se fueron innovando—, pusieron en boga, para utilizarlas, las leyes pertinentes a la transmisión del sonido que ya hoy una nueva técnica está imperando: la fibra óptica, los rayos laser, la acumulación de datos en chips y quién sabe qué más están poniendo en práctica para suplir el mercado de la generación cibernética de celulares, wi-fi, hostings y la extensa gama electrónica que ha promovido las enseñanzas de un genio que amalgamó y creó la telefonía como lo fue W. Graham Bell.         

En estas notas, quiero exaltar el nombre de un latino, quien fue el primero en utilizar sus experiencias teatrales y de radio y quien se aventuró con gran éxito aplicando la teoría de tres cámaras paneadas que innovaron el desarrollo de programas televisivos con la amplitud de una escenografía que se ajustaba a la situación de radioteatro con audiencia en vivo.

Fue el crooner cubano Desy Arnaz, quien incursionó en la utilización en semicircunferencia de tres cámaras, logrando ‘panear’ y filmar cada detalle y cada rincón de la escenografía.

‘I love Lucy’, un genial programa de la productora Desilu. Sus capítulos de la familia Arnas —con Desy aportando innovaciones técnicas y la gran comediante, su esposa Lucy Bell—, dominaron las programaciones televisivas de las distintas cadenas que han difundido la incompatilidad de caracteres en su función de mostrar las vicisitudes de un matrimonio interracial entre un cubano bacán y una pellirroja de sangre americana-irlandesa; todavía podemos divertirnos con las travesuras de ‘I Love Lucy’, con capítulos y segmentos de la programación original, hoy retransmitidos vía cable TV.

Para 1953 en Colombia y con la dictadura del General Gustavo Rojas Pinillas, se inició la difusión de producciones televisivas que cambiaron el ambiente de la diversión de audiencia cautiva, con la puesta en práctica de una nueva generación de aprendices en la técnica de televisión. El interés del mismo General Rojas Pinilla, quien se mostró un ávido protector e innovador de la gama artística y de las variedades de producción con los elementos esenciales y necesarios para fomentar y diseminar la promoción de la nueva industria con el mejor objetivo, solaz y diversión para un pueblo que clamaba por participar y aprender con el nuevo mundo de la televisión expuesta en cada rincón del hábitat familiar.

El General Rojas Pinilla convertido en dictador, buscó el apoyo de expertos en la materia. Importó técnica tanto americana como alemana o de cualquier país que mostrara eficiente avance en la industria de su predilección. la Tele.

Nuestra primera versión de TV. Colombiana contó con un puñado de trabajadores expertos en las labores de camarografia y producción de televisión, todos ellos, extraídos e importados de la bancada técnica de la isla de Cuba (antes de Castro).

Fueron ellos, los cubiches, algunos de ellos, ahora nonagenarios, fallecidos o residentes en Miami, Florida, quienes aportaron, enseñaron y orientaron a colombianos estudiantes que incursionaban en las labores nacientes de lo que se llamó ‘Inravisión’ con la dirección del genio Saúl Gómez Agudelo quien se dedicó a crear una fuente de talento, una gama artística que expusiera y promoviera la cultura de nuestras expresiones vernáculas.

Y con cubanos, peruanos, argentinos, españoles y principiantes colombianos Inravisión empezó a difundir una amalgama de iniciativas, producciones que cautivaban o divertían a la audiencia del pueblo, el colombiano en general que aplaudió y se constituyó en sostenedor del tubo hablante, permanente visitante del hogar colombiano.

Programas musicales con la dirección del presentador-cómico Álvaro Monroy Guzmán, otros como Carlos Pinzón, Alfonzo Lizarazo, Otto Greafestein, Jorge Antonio Vega y Alejandro Michel. Talento con sus programas dedicados a la orientación infantil

Ágiles y locuaces presentadores, identificaban variedades musicales con la presentación del talento orquestal local o internacionales transeúntes, solistas del tinglado mundial.

Orquestas del ambiente bogotano, residentes del divertimiento, imponiendo jacaranda y alegría en los distintos centros nocturnos capitalinos, quienes también expusieron sus habilidades en las bellas artes a través de las cámaras televisivas de ‘Inravisión’.

El General Rojas Pinillas era amante de la expresión libertina que llamamos Jazz y como esnobista, hazañoso de sus pretensiones, promovió e impulsó la innovación de un grupo argentino-europeo, dirigido por el extinto baterista Kurt Seligmam, quien con la bendición presidencial conformó su grupo de Jazz para una audiencia de amantes del pentagrama innovador.

Carlos Pinzón a su vez, en su programa dominguero, presentaba orquestas invitadas Y este quien escribe, Arturo López Viñas (el Mono López) participó como ejecutante en la percusión (incluyendo el piano) con grupos:  como el del maestro panameño Marcus Gilkes, Ramón Ropain y su Combo y honrado como integrante de la súper-orquesta del crooner cubano Pepe Reyes.

Estamos hablando de la época naciente de la TV en los estudios de Inravision adheridos a la sede de la Biblioteca Nacional de la calle 26 con carrera 6.

Y nos acostábamos con la presencia de la palabra del Todopoderoso y fue ‘El minuto de Dios’ con la austera presencia del gran predicador el padre García Herreros, con el auspicio de Azúcar Manuelita, el que hacía que nos rendieramos en nuestras cuitas con las palabras bíblicas de la consejería pastoral del eximio prelado.

No puedo pasar desapercibidas las obras creativas de mis grandes amigos, quienes crearon una única faja de televisión inteligente, amena e instructiva, me refiero a Fernando Gonzales Pacheco a quien conocí, desembarcado aventurero, navegante de los mares y amante de la música, quien no perdía oportunidad para exponer sus cualidades de parlanchín internacional y encantador de la prosa y la ritmología musical.

Cuando viajé y permanecí persiguiendo el sueño americano, en la distancia, me enteraba de los grandes logros y locuras de Pacheco, el amigo del corrillo, la barra del Grill Miramar ‘La Casbath’ del viejo Juan Danielson, con Marcus Gilkes, Plinio Córdoba, Henry Castro la Reina del Bambuco, Berenice Chávez. Pero Pacheco era asiduo cliente del Grill Miramar y Pedro Balaguera dueño del Grill y su asistente administrador, mi gran compinche y cuasi hermano, el crooner Jimmy López, compañero de infatigables noches de amanecidas Jam Seccions con suculentos desayunos, terminando la faena con estos distinguidos personajes, que con Pacheco y los hermanos Peñaloza de Punch TV disfrutábamos de las atenciones que nos brindaban Pedro y la familia Balaguera en su hábitat de Usaquén.

Mencioné a los hermanos Peñaloza, quienes con su productora Punch Producciones fueron de los pioneros y lograron escalar e innovar en la ya competida carrera de productoras televisivas.

Espere la segunda entrega en próxima actualizacipón de El Muelle Caribe.

Desy Arnaz aportaba innovaciones técnicas a la televisión y su esposa, la gran comediante Lucy Bel, asentaba la televisión como medio de diversión para todo el mundo. Ante el hecho, el dictador Gustavo Rojas Pinilla trajo la TV a Colombia en 1953.

Tres íconos de la televisión colombiana: Pacheco, Carlos Pinzón y Alfonso Lizarazo 

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