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Lo que no nos cuesta, hagámoslo...

$4.400 millones

arrojados a un

‘Riito’

Para ‘caché’ de guarida

de pandillas juveniles

Por José Orellano

Fotos de Luis Roberto Herrera Mendoza

Lo juro: sentí el máximo grado de pánico, como

nunca antes lo había sentido.

El pandillero venía dispuesto... Con trancos seguros

venía a lo que era. 

Nuestros pasos, ahora retumbaban —vacilantes,

diría temblorosos—, sobre el maderamen pulido, mientras que los de él, sin prisas, firmes, le arrancaban, a cada tranco, como que un chasquido a la maleza de aquel sitio boscoso urbano.

Hasta el silencio se colaba resonante en unos oídos

expectantes, al tiempo que el corazón latía a mil.

El culillo subía hasta el gaznate, mientras lo veía

venir y presumía lo peor —y hasta alcanzaba a recrear en sitio no precisado de mi cuerpo un punzante y frío dolor—: quizás una puñalada para aligerar la entrega de mi Sony ‘Cyber-shot’ de 20.1 mega pixeles y de 600 mil pesos de valor, una pichurria frente a los 4.400 millones de pesos literalmente arrojados para darle ‘caché’ a esta guarida.

Por fortuna, una voz paró en seco las intenciones

del pelafustán: “¡Con ellos no te metas, a ellos no los atraques!”, dijo la voz, me imagino que una voz superior.

Me acompañaba el líder riohachero y profesor de

música Luis Roberto ‘Pelón’ Herrera Mendoza, perma-nente relator de historias guajiras en El Muelle Caribe. Y, la verdad, gracias a la presencia de él, el ‘abusajo’, como decimos en Barranquilla, no pasó de ser eso: un ‘abusajo’.

Visitaba Riohacha y con ‘Pelón’ habíamos decidido

hacer, en su carro, un recorrido por diversos puntos de la capital de La Guajira y, si era posible, recoger material para un par de notas, una de ellas ya publicada: gran reportaje con la diseñadora wayuu Dallis Argüelles.

‘Pelón’ había decidido darme un paseo por el ‘Riito’

de Riohacha, un brazo del maltratado río Ranchería antes de ir a desembocar al Caribe, en playas de la capital de La Guajira… Antes del susto, habíamos visto a la pandilla juvenil —siete u ocho adolescentes— fumando marihuana e ingiriendo cualquier bebida estimulante. Después del susto, recuperado el aliento, una pegunta para el anfitrión:

—Compi, finalmente ¿por qué el combito de mucha-

chos no nos atracó...? ¡Yo estaba ‘embolsao’!, la verdad...

“Ellos vieron que éramos personas locales”, había

de responder ‘Pelón’, un empedernido caminante maña-nero de calles y playas riohacheras. “Pasamos junto a ellos sin prevenciones ni miedos, y eso para los malean-tes es signo de valentía y lo respetan. Lo otro es que algunos de ellos me conocen: he venido varias veces a este lugar y a ellos no les presto mucha atención”.

Pelón decía eso, mientras cabalgábamos el extenso

caballón de madera pulimentada que, reluciente, había conocido años antes y lo aprecié como una obra con sentido original que pudiera aportarle al fortalecimiento de

la lúdica local y del turismo foráneo: paseo peatonal por entre un poco de selva y una corriente de agua continua en el interior de la urbe, un ‘riito’ desprendido del legendario Ranchería: todo un entorno que bien podía hasta llegar a ser naturaleza cómplice para los primeros pasos —y quizás un poquito más allá— del enamoramiento: parte del proyecto ‘Sendero Eco-cultural’, con Camellón del ‘Riito’ y extensión hasta el parque ecológico en la ‘Laguna Salá’, bordeando la Circunvalar de Riohacha.

“Cuatro mil cuatrocientos millones de pesos se invirtieron en esto”, precisa ‘Pelón’, mientras

subimos y bajamos y nos desplazamos de un punto a otro captando el deterioro de la obra, haciendo gráfica las demostraciones de indolencia y desidia oficiales, invadiendo nuestros pulmones de aire impregnado de olores a ‘meao’ y mierda seca, orín y popó viejos, escuchando, entre luces y sombras, 

el coro de las aves veraniegas de Iván Ovalle y tropezando nuevamente, dos, tres veces, con la pandilla juvenil que tiene como de su propiedad un guarecedero con techo, altos bordillos y bancas, que bien pudo haber sido un mirador turístico.

“Destinación de cuatro mil cuatrocientos millones de pesos para un paquete de obras, iniciadas

durante el último gobierno de Jorge Pérez Bernier y cuyo objetivo anunciado era la consolidación del

turismo en la capital de La Guajira. Ni camellón ni parque ecológico fueron terminados, mucho menos entregados”, agrega un ‘Pelón’ decepcionado.

Pudieron ser 4.400 millones de pesos de aquellos

13 mil 281 millones 862 mil 452 pesos del proyecto ‘Sendero Eco-cultural’ que iba desde la desembocadura del Ranchería en el puente del ‘Riito’, cubría franjas de kioscos, un mirador, un muelle, el complemento del embarcadero y la construcción de unos senderos en madera, y se extendía hasta la ‘Laguna Salá’, otra obra que contemplaba una sala de exposiciones, más senderos en madera, estacionamientos, ciclorutas, cafeterías, un CAI, baños, mirador de aves, juegos para niños y gimnasio.

Inicialmente la inversión era de 20.000 millones de

pesos —contrato 788 firmado el 15 de diciembre de 2009 entre la Gobernación de La Guajira y la Unión Temporal Turismo Guajiro U.T., con interventoría del Consorcio Infraestructura Guajira—, pero después, mediante la ‘eliminación’ de cinco obras quedó en 13 mil 281 millones 862 mil 452 pesos, según informaciones de prensa de aquella época. 

(La ‘Laguna salá’, donde desde tiempos inmemo-

riales se han untado de fango ‘Los embarradores’ del Carnaval de Riohacha —la expresión ‘cultural’ más enlodada de Colombia—… La ‘Laguna salá’, el mayor cuerpo de agua del área urbana de Riohacha, en otrora un ecosistema unido al Delta del Ranchería, inmensa extensión de agua allá en 1820 y que el 25 de mayo de ese año facilitó la entrada a territorio riohachero de na-víos de guerra en afanes independentistas, comandados por el almirante Padilla para que este nativo fuera gran protagonista de la histórica ‘Batalla de la Laguna salada’. La historia más reciente registra que, en desarrollo del proyecto ‘Sendero Eco-cultural’, en el camellón de la laguna tuvieron que cambiar la madera porque la que se había utilizado era de pésima calidad).

Y es que —me informan ahora— desde un principio

se le dio ‘caché’ a lo que ya era zona de algún riesgo, pero en los momentos actuales es ‘cachetosa’ guarida de malandros —atracadores, drogadictos y habitantes de calle— que hoy, incluso, se están robando, para venderla, la costosa madera.

En el lapso transcurrido entre mi visita a Riohacha,

en días de pre-Carnaval, y esta actualización rediviva de El Muelle Caribe, muchos son los hechos delictuosos que han sucedido en el entorno del camellón del ‘Riito’. Uno de ellos, hacía las 5:30 de la madrugada de un día correspondiente a la primera década de junio.

Entonces, dos primos hermanos pandilleros que,

desde tempranas horas de la noche estaban de parranda en el lugar, con todos los juguetes incluidos —humo, nariz, licor—, salieron de pelea y uno de ellos mató al otro: Luis Eduardo Barrera Rosado, alias ‘morocho’, ultimó a navajazos a Samir José Leandro Díaz, de 20 años. El homicida fue capturado rato después por una patrulla del cuadrante policial y, en su defensa, alegó que tuvo que contra-atacar con su navaja porque la víctima fatal lo había herido primero con un pico de botella. Hoy, nadie quita que a lo mejor los dos eran miembros de la misma pandilla que nos asustó.

Traigo a colación este suceso, incluso con foto-

grafías, porque a las 4:45 de la mañana de ese 9 de junio de 2016, Luis Roberto ‘Pelón’ Herrera Mendoza cruzaba, al compás de su caminata diaria por Riohacha, el puente del ‘Riito’. “Vi a los dos individuos discutiendo, en la orilla

opuesta del camellón del Rio, en la zona de las pesqueras, diga-mos que en la calle 2 con Circunvalar. Cuando volví a pasar por el puente, de regreso, 45 minutos después, ya se había dado el desenlace final”, cuenta ‘Pelón’.

—¿Y sobre el ‘Sendero Eco-cultural’ qué...? 

En octubre del 2013 Planeación Nacional pidió que se cum-

pliera con “la firma de las actas de entrega, el acta final de recibo a satisfacción y el acta de liquidación con el balance general”. 

Nada se cumplió. Y allí se yerguen, como monumentos a la 

desidia oficial, como ‘elefantes blancos’, el camellón del ‘Riito’ y el eco-parque de la ‘Laguna salá’: $4.400 millones de 13 mil 281 millones 862 mil 452 pesos, arrojados a una guarida de pandillas

El autor de esta crónica en el camellón del ‘Riito’: susto ante la eventualidad de un atraco a manos de los ‘dueños’ del lugar, dos de ellos en el círculo, lado izquierdo: pura marihuana, puro licor, parte de su misión en su diario trajinar por el lugar.

He aquí pruebas fehacientes del desgreño, de la indolencia, de la desidia oficial en el ‘Riito’. Despilfarro impune.

Otras pruebas del desgreño, de la indolencia, de la desidia oficial en la ‘Laguna salá’.

Eduardo Barrera, alias ‘morocho’, mató a navaja a su primo Samir José Leandro Díaz en zona del ‘Riito’  

juveniles, que de una de ellas salió el pelafustán que tremendo susto nos metió. Ese que venía en pos de mi cámara fotográfica, pero que una voz, a lo mejor del jefe de la banda, detuvo, gracias a la com-pañía, durante un paseo por el camellón del ‘Riito’, del amigo Luis Roberto Herrera Mendoza, ‘Pelón’.

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