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El baile del polvo con ropa

¡Hijos del

reaggetón!

Problema socio-musical-bailable que crece

De las cinco menores estudiantes, dos cargan su embarazo temprano, mientras dos adultos mayores protagonizan al aire libre un grotesco espectáculo de ‘perreo’... ¡Un polvo en seco!

Por Luis Roberto Herrera Mendoza

En Cartagena dieron el primer paso: el Concejo de la ciudad costeña más africanizada culturalmente ha regulado, mediante acuerdo, los llamados ‘bailes sexuales’ o bailes eróticos que hagan apología al sexo casi explícito entre los menores de edad de esa jurisdicción territorial.

El acuerdo, solo a esperas de que lo refrende el alcalde de ‘La heroica’ Dionisio Fernández Vélez Trujillo, convierte en norma “la

prevención de actos de erotización temprana o de cualquier acto que afecte la debida formación general de derecho sexual y reproductivo de los niños y niñas del Distrito”.

La medida trae dos artículos importantes. Uno que obliga a instituciones educativas de carácter oficial o privado a propender porque en las jornadas culturales los menores no practiquen bailes que incidan en el contacto físico de tipo sexual o que hagan apología al sexo o a posiciones sexuales de algún tipo.

Muy bien. De acuerdo. Los niños y niñas tienen que divertirse, pero sin ser incitados a deseos sexuales que puedan llevar al riesgo de embarazo a una temprana edad por omisión de los colegios.

El otro artículo ordena a la Secretaría del Interior y a la Policía de Infancia y Adolescencia velar porque los bailes de alto contenido sexual “no sean practicados por mayores de edad en sitios público como calles, parques, zonas verdes, etc., donde exista la presencia de menores de edad”.

Sí, prohíbe los bailes eróticos a cielo abierto entre adultos. Y enseguida reventó la polémica entre defensores a ultranza de las expresiones culturales versus los defensores de las buenas costumbres, el recato y la moral y entran a terciar los exponentes del género musical denominado champeta, con mucho arraigo en sectores populares en toda la costa colombiana, muy asociado al erótico baile. ¿Quién ganará? Esto apenas comienza, y ya mostró lo encarnizada que será la polémica.

En una nota reciente publicada en El Muelle Caribe sentábamos nuestra posición por la proliferación del baile vulgar, veíamos su relación directa entre el aumento de los embarazos prematuros de adolescentes y el inicio de las relaciones sexuales a temprana edad de niños y adolescentes. Hacíamos comparación de cómo se bailaba en nuestros tiempos y como se hace en estos momentos, nos adentrábamos en la historia del baile y cómo, cuando algún muchacho bailaba ‘pandeao’, se escandalizaban las matronas de la época.  Estudios recientes asocian el aumento de la precocidad sexual de los jóvenes con esta clase de contacto eróticos a temprana edad, ya que se les despierta el instinto sexual, con los consabidos resultados de la proliferación de niñas embarazadas.

Los concejales cartageneros han puesto el dedo en la llaga, al aprobar la iniciativa para la regulación de los bailes eróticos entre menores de edad. Ahí sí saltaron muchos. Y hasta leí un comentario de alguien que decía que “¿Quiénes son ellos para decidir qué deben de bailar o no los ciudadanos cartageneros?”. Otros esgrimen que se le están violando a los jóvenes el derecho al libre desarrollo de la personalidad.

Señores: ¿Se han puesto a pensar en la situación de cientos de niña cuando pierden el derecho a disfrutar de sus niñez y juventud, al salir con un embarazo prematuro?  La pregunta es ¿cómo implementará la Alcaldía de Cartagena el espíritu del acuerdo para que no quede en solo letra muerta?

Difícil tarea la que tienen el cuerpo de policía de ‘La ciudad amurallada’. ¿Cuáles serán las sanciones que se impondrán a los infractores de la medida?

Ya es común ver en Facebook videos de niños en pleno baile de ‘perreo’, bajo la anuencia de algunas personas mayores, quienes los estimulan. La inocencia de los niños no los hace culpable, ellos repiten lo que ven, ellos sin ninguna malicia ejecutan sus movimientos rítmicos, lo que a los ojos de la sociedad es un baile vulgar. ¿Quién o quiénes son los responsables de que esas criaturitas realicen los insinuantes movimientos? ¡Los propios padres de familia!, ¡Las maestras del Jardín Escolar! ¡Las emisoras musicales! ¡El común de la sociedad! ¡Todos y cada uno de esto actores inciden en el problema!

El reggaetón o reguetón es un género de música que combina el reggae con el rap y el hip hop. Surgió en América Central a finales de la década de 1980. Se señala a los cantantes panameños como los artífices de la mezcla, tomaron elementos del reggae en español y componentes de rap y así fueron desarrollando este nuevo género. La base instrumental utilizadas para hacer reggaetón son el teclado electrónico, el sintetizador, el sampler y la caja de ritmos. El nombre reggaetón se le atribuye al cantautor estadunidense, pero de padres puertorriqueños, ‘Vico C’. Estos artistas habían buscado que las canciones, además de pegadizas, fueran fáciles de recordar e incluían relatos sobre problemática social y comentarios sobre las dificultades que se viven en Latinoamérica, pero últimamente han pasado de la denuncia social a un contenido chabacano y con un alto contenido sexual explícito. Ordinariez que se ha trasladado a sus bailadores.

Sobre su género Don Omar, uno de los máximos exponentes del reggaetón en Puerto Rico, dice que “todos los que hacemos reggaetón venimos de barrios. Ninguno de nosotros nació en cuna de oro y la música surgió de nuestras vivencias cotidianas; en la marquesina de una casa, en los problemas entre muchachos, por la necesidad de contar cosas que a todos nos pasaban en medio de mucho fajón y que nadie se atrevía a decir”. Esta es la clave del éxito: su aceptación en los sectores populares.

El reggaetón no conoce de clase social, sus letras hablan de la realidad de las calles, los malentendidos, las situaciones injustas, pero también hablan del amor, los ‘cachos’, las infamias, etc. El baile erótico no nace con el reggaetón, pero a medida que las letras de este género urbano fueron haciéndose ramplonas y vulgares, nace el lujurioso estilo dancístico juvenil urbano, llamado popularmente ‘perrero’ o ‘sandunguero’, y el cual ha llegado a convertirse en un grito de guerra en noches salvajes de los jóvenes. Este ‘perreo’ consiste en contornear las caderas de la mujer de forma exagerada simulando movimientos sexuales, en la mayoría de los casos, el parejo es el objeto de dicha descarga erótica. Se ha conocido de discotecas y sitios nocturnos donde el ambiente se calienta tanto que la desnudez y el sexo se exhiben al ritmo frenético de la música. Este género musical es el de mayor difusión, aceptado y escuchado por personas de diferentes edades, pero el público principal son los niños y adolescentes. Y propagado por todos los estratos sociales, es llamado ‘el baile del polvo con ropa’. Y ahí radica la preocupación no solo de los concejales cartageneros sino también en países como Puerto Rico, Panamá y hasta en Estados Unidos, donde han tratado de imponer restricciones a la difusión de este género musical, sin poder lograrlo

El adulto bien mayor es inconsciente de que el ‘perreo’ no es para él, no admite que esos como él ‘ya no soplan nada, ni con una grúa compadre...’, mientras ella ríe, consciente de que no alcanza a tener la fuerza de una grúa... El otro punto de vista nos señala a niñas aún, en clases, criando a sus hijos, muchos de ellos producto del ‘sandungueo’...

Los cabildantes cartageneros han dado el primer paso, pero creo que la prohibición o reglamentación será letra muerta si no se complementa la medida con otras acciones no policivas.  Hay que iniciar un proceso de re-educación musical de nuestros niños. Estos pasan la mayor parte del día en los jardines escolares desde el grado cero y pre-escolar, en un proceso formativo integral y de convivencia e interrelación social. Aprenden a jugar, a hablar, a cantar y, por supuesto, sus primeras experiencias dancísticas. En jornada continuas, pasan más tiempo en el jardín que en la casa, tanto en sectores de estratos sociales bajo y medio como en algunos altos. Han cambiado los cantos y rondas infantiles y ahora la música que escuchan y bailan los párvulos es el reggaetón y la champeta: como una imposición del gusto musical de las promotoras que los atienden. El último éxito de música infantil que recuerdo fue el grabado por Carlos Vives, ‘El caballito’; luego pasamos a ‘El baile del gorila’, éxito de Melodía Ruiz Gutiérrez —conocida artísticamente como Melody— y ahora todo es ‘El serrucho’, baila frenético incluido, y otros por el estilo. La formación de los gustos musicales y dancísticos de los niños y adolescentes está ligada a lo que escuchan y bailan en la casa y en las instituciones escolares. De acuerdo con serias investigaciones, a los niños desde antes de nacer se les puede inculcar el gusto por la buena música, la cual los ayuda a su desarrollo y formación. Y ese fue el resultado del experimento denominado ‘efecto Mozart’, estudio que se debe de implementar en jardines y colegios infantiles, en especial en sus horas de siesta y descanso. Además deberían escuchar música clásica ambiental para el relajamiento. Hasta en los festejos que se realicen dentro del jardín debe de imperar música de genero infantil.

Para bien o para mal, más para mal que para bien, el reggaetón es un género musical que ha llegado para quedarse, invadiendo emisoras radiales, sitios nocturnos y la calle; las fiestas públicas y las privadas, pero... ¡Hay que regular la difusión de esta música! Es importante que las emisoras autorregulen la difusión de esos temas con contenido vulgar y mensajes eróticos. No es posible que emisoras como las de la Policía Nacional, la Gobernación y la de la Universidad de La Guajira estén entre las estaciones que la difundan permanentemente.  El reggaetón es lo que más escuchan los jóvenes de hoy sin importar estatus social. Aunque la letra de muchos de los temas es hostil y con alto contenido sexual, es posible que muchos de sus seguidores sólo escuchen la música, sin préstale atención a las letras. El reggaetón no es exclusivo de la clase baja y marginada, como se ha llegado a decir. Es una especie que se escucha en cualquier lugar donde esté reunida la juventud y la gente adulta, sin importar el lugar. Esta es la realidad: lo que menos les importa es qué están oyendo. Y entonces están bailando de la misma forma el merengue, la champeta y hasta el mal denominado vallenato de la nueva ola. Todos reciben el mismo tratamiento erótico sexual al ser danzados.

Es el colmo que en muchas fiestas de quinceañeros el baile central ya no sea ‘Tiempo de vals’ del puertorriqueño Chayanne sino una coreografía al ritmo de ‘La invité a bailar’ de Kevin Flórez. Lo único que pudiera contrarrestar el avance descomunal de estas tendencias de la juventud, es la formación en valores éticos, buenas y sanas costumbres. Los jóvenes de hoy en día no han tenido la oportunidad de escuchar otra clase de música como sí pudieron hacerlo los de épocas anteriores, cuando las emisoras difundían varios géneros musicales: la variedad de ritmos caribeños en todo su esplendor sonaba día y noche en las emisoras: merengues, salsa, charangas, porros, gaitas, fandangos, garabatos, tamboras, pilón, merecumbe, guarachas, vallenatos, bachatas, reggae, calypso, rock y tantos más, la producción heterogénea de un sin fin de grupos, nacionales e internacionales, con grandes éxitos musicales. Lo más encendido que oíamos eran los discos de doble sentido, grabados especialmente para carnaval, o aquellas gaitas de chistes venezolanas.

Si no le prestamos atención a este fenómeno dancístico contemporáneo tendremos una generación de madres prematuras —no hay duda— y un ejército de abuelos jóvenes, en edades que parecerán más bien los padres de los nietos, generación a la cual habrá que denominarla ‘Los hijos del reggaetón’, parodiando el título del tema ‘Los hijos del Carnaval’ del rey del doble sentido Dolcey Gutiérrez.

El debate está abierto. ¿La gente qué opina al respeto? He aquí las respuestas:

Medico Luis Fernando Buendía: “El baile no es el problema, el problema es de libertinaje, de acceso de menores de edad a sitios de rumba, de inicio temprano y permitido al consumo de alcohol y luego a las drogas. El problema es de falta de educación sexual y de inicio temprano de relaciones sexuales y del caos familiar y de la sociedad en general. Prohibiendo el baile no resuelven nada. A mí me parece una música burda, con letras de alto contenido erótico. Debería existir un control ético, no policivo, para grabarlas y programarlas en las emisoras. Personalmente no las colocó y tampoco las bailo. En cuanto a lo que hago para evitar que mis hijos participen de estos bailes, resulta duro porque mis hijos son adolescentes y eso es lo que bailan. Pero a ellos les insisto en los valores éticos y en los riesgos de la sexualidad temprana y cómo afectaría su vida”.

Doctora en Administración Pública Luzmarina Grass: “Los bailes eróticos no son una representación artística, pero sí induce a los niños y a la juventud al sexo. No fomentan el arte en la comunidad como pasa con otras expresiones. Este tipo de bailes conducen a una interacción haciendo apología al sexo, su contenido sexual es fuerte e incluso induce a nuestra juventud a la gestación a temprana edad, que afecta el normal desarrollo de nuestros niños y de la juventud: ese baile no tiene una representación artística”.

Especialista en análisis y formulación de Proyectos Nesly Lisbeth Bolívar: “Creo que champeta y el reguetón son ritmos callejeros, producto de los suburbios, y para la inmensa mayoría de jóvenes, es expresión de lo que son. En este sentido, puede hacer parte de su cultura. Sin embargo son ritmos demasiado eróticos, que nada tienen que ver con la niñez. Yo no dejo que mi hija baile eso. Pero cómo se le obliga a la gente a que no deje a sus hijos que lo hagan. Es difícil. Sin embargo coincido, en que eso para niños. El ‘perreo’ o ‘sandungueo’ imitan los movimientos de una relación sexual. Además, la letra es vulgar.”

Luis Fernando Buendía, Luzmarina Grass y Nesly Lisbeth Bolívar

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