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Los sueños mueren primero...

Réquiem por el

más reciente

de los amigos

Réquiem por el

más reciente

de los amigos

Por José Orellano

Arturo López Viñas

comentando sobre

su recién creado

Festival de Orquestas, primer quinquenio de los años 70... Y en su

vejez, un retrato

lleno de efectos y de merecida dignidad.

Nuestro reencuentro personal ha quedado postergado para que, finalmente, se cumpla en la Eternidad.

Andábamos en conversaciones —la tecnología había vuelto a acercarnos y con el transcurrir de las semanas llegamos a tratarnos, por teléfono o por Skype o por e-mail, como viejos amigos— para que yo viajara a La Florida, escala final de su residencia en Estados Unidos desde 1961, con el propósito de que nos pusiéramos de acuerdo, e hiciéramos empresa binacional, sobre algunos proyectos artísticos que él quería implementar en Miami con participación de El Muelle Caribe.

Y aunque mi hija Laura Carolina sostenga desde Argentina que “los sueños no mueren primero, evolucionan en sueños mejores que nos esforzamos por hacer realidad”, yo creo que en este caso sí se ha cumplido la máxima del escritor estadounidense Harold Robbins: ‘¡Los sueños mueren primero!’...

...

A Arturo López Viñas lo había conocido en 1972, tres años después de que él fundara el Festival de Orquestas del Carnaval de Barranquilla y en momentos en que yo manejaba alguna información del Carnaval en Diario del Caribe. Después, en diversos años del decenio de los 70, volvimos a tratarnos cuando ya yo era de la plantilla de El Heraldo y tenía a mi cargo la información del espectáculo y, en su contexto, obviamente, la del Carnaval.

Debieron transcurrir cuarenta años para que, en septiembre pasado, tras la muerte en Barranquilla de Markoté Barros Ariza —29 de agosto de 2015—, el amigo común Edgardo Caballero Gutiérrez hiciera posible el comienzo del reencuentro: Caballero reenvió a mi e-mail un comentario sobre Markoté escrito por López Viñas y, sin pensarlo dos veces, lo incluí en la sección ‘Opiniones’ de El Muelle Caribe, actualización de la semana comprendida entre el 13 y el 19 de septiembre.

Días después se lo reenvié a López Viñas a su correo —lo tenía por el reenvío de Caballero— y, a las pocas horas, una respuesta: “Agradecido, ¡tremenda sorpresa! ¿Tú eres José Orellano, quien escribió para El Heraldo en los años cuando yo iniciaba el Festiorquestas 1969? Si te interesa, he escrito varios temas que podrían ser apetecidos por los lectores de tu Muelle Caribe... Te pondré en mi lista preferida de contactos... Gracias, gracias, muchas gracias, a lo Pedro Vargas. Abrazos”.

Y así comenzó la amistad.

Porque si bien es cierto que lo había tratado personalmente en 1974 y en años posteriores, y desde mis asomos por Diario del Caribe en 1972 conocía de él, para entonces, ni en uno ni en el otro periódico, nos hicimos amigos. Fuimos meros conocidos, trabajando por una misma causa: el Carnaval de Barranquilla.

Pero desde septiembre de 2015 —él en Miami, yo en Bogotá—, nació la amistad. Y a partir de entonces, hizo inmancable presencia en El Muelle Caribe mediante la reproducción de artículos suyos sobre diversos tópicos y en diversas épocas pretéritas: Las historias de Arturo López Viñas, el crédito en tipo de letra más grande que, inclusive, los del  propio director.

“No soy uno de los fundadores, sino el creador del Festival de Orquestas del Carnaval de Barranquilla”, me decía y me lo había reiterado en un ciber-correo: “Creador, además, de las cláusulas y la implementación del ‘Congo de oro’ como premio para los mejores grupos orquestales únicamente... ¡Hoy hasta se vende!”, escribió. Y al tiempo me pidió números telefónicos: llegamos a tele-hablar dos y hasta tres veces por semana.

...

Desde agosto del año pasado había comenzado a aparecer en la portada de El Muelle Caribe un anuncio sobre los servicios de corrección de estilo que ofrece la relacionista y periodista Vilma Cepeda Díaz Granados y al haber ingresado López Viñas al círculo frecuente de El Muelle Caribe me hizo saber sobre las inquietudes que habían despertado en él los dos apellidos de la protagonista... Él, que era oriundo de Magangué, hizo las preguntas del caso y acertó con sus propias respuestas... Solo tuve que corroborarlas, decirle que sí, que, en efecto, Vilma hacía parte de la familia que, por tierras bolivarenses, él había tratado en su juventud: la Díaz Granados.

Un día me habló sobre su enfermedad, retrograda y progresiva, la ELA, Esclerosis Lateral Amiotrófica —misma que padece el científico Stephen Hawking, quien desde 1973 desarrolla la teoría acerca de los agujeros negros del espacio— y me preguntó si le aceptaba, para su publicación, un artículo suyo sobre “la realidad de mi situación médica, nada placentera”. Como es de suponer, la muestra informativa cupo en El Muelle Caribe, actualización de la semana del 9 al 17 de noviembre y se ilustró con fotografías que mostraban su incapacidad física: “Arturo López Viñas no se está quieto a pesar de sus años y su distrofia muscular. Le mama gallo a la enfermedad y esta vez escribe sobre ‘La guapería en silla’e ruedas’”, escribimos.Ya para entonces, en menos de dos meses, estábamos unidos en full afecto, a pesar de la

distancia geográfica. Incluso, ¡nada me importaba que me llamara para una extensa tele-conferencia los domingos, después de 7:00 de la noche, cuando yo corría en pos del cierre —y le apuraba a El Monje Jr. su nota sobre Junior— y requería tiempo libre para la subida oportuna a la web de otra actualización de El Muelle Caribe! Mínimo, me hablada por espacio de 45 minutos sobre lo divino y lo humano, algunas veces mezclando el inglés con el español y muchos fueron sus apuntes que no supe comprenderle: nada sé de inglés. Se lo decía y me mandaba a que hiciera un curso ‘exprés’. Y me traducía.

Arturo López Viñas acariciaba sueños susceptibles de alcanzar, vivía un presente, su presente, no exento de ramalazos de nostalgia y recreaba en textos las evocaciones en torno a su pasado de gloria y por eso estableció contacto con Vilma Cepeda Díaz Granados, tanto por teléfono como por e-mail, para recordar ante un oído amigo su juventud con amistades de la época, entre ellas Elicia, Bertha, Regina y Ruby Díaz Granados, mamá y tías de la apreciada colega barranquillera.

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López Viñas, con el actual Gobernador del Atlántico Eduardo Verano De la Rosa durante la anterior administración de este.

Con cada publicación de un texto suyo, Arturo López Viñas se convertía en el más dinámico relacionista de El Muelle Caribe. A la China y al Japón mandaba el link http://www.elmuellecaribe.com, porque, me decía, en las embajadas colombianas de esos países asiáticos tenía amigas y amigos que luego le respondían que habían leído su nota. Y también lo mandaba a otras partes del mundo.

Una noche de jueves decembrino, después del inicio de la novena navideña, llamó para hablarme sobre algunos proyectos que ya tenía prácticamente definidos y en los que, motu proprio, había involucrado a El Muelle Caribe: ¡hizo comprometerme con un viaje a Miami...! Nos entrevistaríamos con promotores artísticos estadounidenses y brasileros para redondear la idea sobre un concierto con artistas de antes y de ahora que, de seguro —me decía— “nos dará interesantísimos dividendos... It will be a good business... Business... Business... Tienes que venir”.

Tenía que ir, sí, porque, en mi condición de director, debía refrendar el compromiso de El Muelle Caribe.

—Puede ser, después de Carnaval —le dije.

“¿Lo doy por hecho?”

—Dalo por hecho. Soy palabra de gallero guajiro —le dije—: en febrero, una vez haya terminado el Carnaval.

Después, cinco o seis días después, volvió a llamar para darme una infortunada noticia: por acciones de ELA, sus brazos ya no respondían las órdenes cerebrales, ya no solo era su incapacidad para caminar. Ya no podía operar el computador. Ya no habría más envíos para El Muelle Caribe, y me dijo algo así como que el final se le estaba acercando...

Le dije que siguiera echando pa’lante, que sus proyectos me tenían soñando, que haría el curso exprés de inglés...

Y les digo a mis lectores que, por ahí, archivados en mi e-mail, quedaban algunas inquietudes de alarty@gmail.com... Comenzamos a darles cabida en esta actualización, que es como un homenaje a la memoria del fundador del Festival de Orquestas del Carnaval de Barranquilla. Incluso, ¡con un extraordinario complemento!: cuando me dedicaba a escribir este réquiem, Edgardo Caballero Gutiérrez me reenvió precisamente la historia sobre orígenes del Festival de Orquestas del Carnaval de Barranquilla, escrita por su propio fundador, y la cual, editada y adaptada por Inocencio De la Cruz, hace parte de esta actualización de El Muelle Caribe, del primero de febrero de 2016.

...  

Y vamos ahora, pues, con un breve diálogo en varias tele-sesiones sostenido con ‘alarty’:

Además del Festival de Orquestas y el ‘Congo de oro’, ¿qué otros aportes a nuestra cultura tienen la rúbrica de Arturo López Viñas?

“Creé el Comité de la Cultura, en 1968, preámbulo del Festival de Orquestas, Combos y Conjuntos, en 1969... Y creé el Festival Infantil, registrado en la gobernación de Abel Francisco Carbonell. Soy hijo adoptivo de Barranquilla, siempre preocupado por crear eventos para el humilde y explotado pueblo en manos de la élite del ‘robispicio’ —sustantivo derivado de robo—. Porque aun cuando resido desde 1961 en Estados Unidos, conservo el ombligo pegado al territorio Caribe que me vio nacer”.

Y en nuestro intercambio tele-dialéctico, informático y cibernético, Arturo López Viñas —quien había sostenido hacia rato que otros han usufructuado ilegalmente sus ideas ya concretadas— alcanzó a lamentarse: “¡Qué pena con mi situación...! Todas mis creaciones están registradas como propiedad intelectual y publicadas en los periódicos locales, nacionales y extranjeros, pero físicamente estoy impedido y deshabilitado para defenderme. Ni los estamentos de justicia, ¿cuál justicia?, se han pronunciado en defensa de mis derechos. Mi archivo con detalles de los festivales de mi creación está a disposición de los interesados y les contestaré con gráficas y artículos pertinentes, pero tiene que ser a través de líneas privadas en la ‘cibernia’”.

¿Cómo analiza Arturo López Viñas el manejo del Carnaval?

“Si quieren salvarlo, tienen que investigar y exigir una auditoria de los producidos del Festival y los otros eventos carnestoléndicos... Insisto en que mi objetivo con la creación del Festival de Orquesta fue el de estimular el medio musical, la gente que aporta grandemente al espectáculo, hoy día excluida de la participación económica... Pero además, buscaba, sobre todo, aportarle un porcentaje importante a las monjitas de los pobres: las del Asilo San Antonio, las del Orfanato y la Granja San José”...

Arturo, un cierre con sabor a Barranquilla, para este mini-diálogo:

“Que no soy político ni persigo puesto político... Que no soy inhalador ni porrista... Tampoco se me moja la canoa”.

Faltando pocos días para Navidad Arturo López Viñas volvió a llamarme al teléfono fijo de mi residencia... Yo estaba bañándome... Atendió mi señora... Cuando me puse al habla, ya había cerrado, había demorado en llegar al teléfono y él debió cansarse de esperar... Busqué varios modos de volver a hacer contacto con él, pero ya no fue posible... Ni siquiera me respondía por e-mail...

...

[8/1/2016, 21:02] Vilma Cepeda: Hola Jose... ¿Supiste de Arturo López Viñas?

JO: “Me lo imagino... Me lo había insinuado...”

VC: ¿Quién? ¿Él mismo?

JO: “Antes de Nochebuena me comentó lo que finalmente había perdido su cuerpo... Me dijo algo así como que “estoy muerto”... No supe qué decirle... Después me llamó y yo estaba bañándome... Perdí contacto... Pero me imagino el desenlace... ¿Murió?

VC: Hace como una hora publicaron la nota en Culturales de El Heraldo. La vi en el Facebook de Sara Elena Fernández.

JO: “Paz en su tumba...”

VC: Sí, en Miami, al parecer un infarto. Voy a compartir la nota en Facebook pa’que la leas.

JO: “Será mi nota central, rabiosa, en la reaparición de El Muelle Caribe el 1 de febrero... Él quería que fuera a La Florida...”

8/1/2016, 21:02] Vilma Cepeda: Ay Jose :(.

El WA de Vilma me había sustraído de mi ‘hermitañismo integral’. Ella escribiría después: “Triste final el de un hombre que, a esa edad y a pesar de sus males de salud, todavía quería realizar sueños, asumir nuevos retos”. Yo asumiría otro brutal golpe propinado por la Señora Muerte: el primero había sido en agosto con el poeta vallenato Luis Mizar... Dos amigos con un rótulo diferente al de los restantes amigos...

...

Nuestro reencuentro personal con Arturo López Viñas será, pues, en la Eternidad... Allá sí no habrá impedimentos para hacer cristalizar nuestros sueños añejos...

Y de pronto, hasta mi hija Laura Carolina tenga razón: “Los sueños no mueren primero, evolucionan en sueños mejores que nos esforzamos por hacer realidad”...

La rabia para escribir este réquiem que le había anunciado a Vilma Cepeda en nuestro ‘WhatsApp-eo’ del 8 de enero pasado, no ha aflorado... Ha primado el dolor, la impotencia ante Su Majestad La Parca: Arturo personificaba la llegada, a mi círculo de amigos, del último de los excelentes amigos.

Barranquilla, 1° de febrero de 2016

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