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Más allá de una resignación

La distrofia

muscular

Arturo López Viña escribe de ‘la guapería en silla de rueda’

La foto pianística, dicen, joven y buen mozo; la gráfica musculosa, en mi época hazañosa de Edmundo Chapman's Gimm que tal vez ayudó a retrasar la ‘agusidad’ de la afección musculosa. Y las gráficas más explícitas pero reales, el estado actual de mis extremidades corroídas por los estragos de la enfermedad que me ha confinado a permanecer en la única vía de locomoción: la silla de rueda, como esclavo de la inoperancia sedentaria.

Pero sigo... ¡Y estoy vivo...! Y no permito ser un paria o ‘I don’t let myselph to be hopples’; no necesito que me traten diferente o me tengan lástima; soy pobre y humilde pero rico en imaginación, en talento creativo... Y con la bendición y el permiso del Dios de Cielos y Tierras en la ‘Guapería en silla e’ rueda’.

Arty Lopez…Pata e’Palo

alarty@gmail.com

Expongo
las fotos
del ‘antes y
el después’

Creo que es mi deber explicar sobre la enfermedad que me aqueja y por muchos años he sobrellevado.

Desde niño he tenido una secuela neuropática, se habló de fiebre amarilla o polio pero, después de varias consultas con especialistas médicas en mi niñez y juventud en mi país de origen Colombia no se descubrió la verdadera enfermedad que siempre me ha agobiado.

Fue mi médico primario y gran amigo doctor Hernán Díaz-Bolaños quien se dio a la tarea de investigar sobre esta enfermedad progresiva y retrograda y encontró trazos de la causa de dicha afección en mi medio de locomoción, sí, más visible en las extremidades inferiores, pies y piernas pero que, en su correr natural, también afectaría manos y brazos.

La enfermedad con su nombre fisiológico ahora conocida como Charcot-Marie-Tooth, nombre de los científicos y médicos que se dedicaron a investigar las raíces y proyecciones de lo que también se conoce como

‘muscular distrophy’: “distrofia muscular” en la verborrea doméstica.

Quienes me conocen podrían verificar esta exposición corporal en gráficas que proyectan el progreso de mi cruz ambulatoria. En la barriada, en la patota de otrora, siempre me tildaban, cariñosamente de ‘pata’e palo’ —y de mamadera de gallo y sin conocimiento de causa, sí, se popularizó el sobrenombre—: ‘patica’ que yo siempre folclóricamente he aceptado y ahora ‘en la guapería sobre silla’e rueda’, mi actual estado.

Pero si el cuerpo está comprometido a seguir el curso progresivo de la enfermedad, mi mente y mi talento creativo —el mejor premio pródigo del supremo talento—, dan fe de que ‘pa’lante es pa’ya” y que mi vida puede ofrecer sorpresas, como dice Rubén Blades en ‘Maestra vida’ y que continuaré ofreciendo mis locuras en la distinción de mis habilidades sea en la música, las artes plásticas, el diseño, la promoción y producción

de eventos con sus logísticas e irrespetando las leyes de la gramática en mis incursiones literarias... Ahhh: y sin olvidarme de mi afilada ácida incongruente verborrea bélica.

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