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Nos fuimos de fiestas patronales

La

‘morenita’

VIRGEN

Devotamente los soplavienteros acompañaron a su patrona, La Inmaculada Concepción, durante la procesión de 5 horas por todo el pueblo.

El amor de Soplaviento

*Dos procesiones el 8 de diciembre enmarcan los homenajes a la Virgen de la Inmaculada Concepción *Profusión de mandas, agradecimientos, música, pólvora y libaciones durante la fiesta patronal de Soplaviento, Bolívar  *A sus 91 años, Catalino Parra sigue cantándole a La Morenita su eterna composición: La Concepción

Por David Campo Pineda

Este 8 de diciembre, en Soplaviento se respiraba un ambiente diferente, de desbordada alegría: era el día de la Santa Patrona del pueblo, la Virgen de La Inmaculada Concepción.

Y es que en Soplaviento el amor por ‘La morenita’, como le dicen a la Inmaculada, es tanto que le hacen dos procesiones: la primera, en la madrugada del 8 de diciembre, un homenaje fluvial iluminado con miles de velas durante un recorrido en barcas, botes y canoas que surcan el canal del Dique, amenizado por las bandas musicales locales 8 de Diciembre, 20 de Enero, la Juvenil de Soplaviento y la Juvenil de San Benito Abad, abundante  pólvora y centenares de asistentes quienes en medio de oraciones y tragos ofrecen a la venerada imagen sus mandas, nuevos propósitos y “agradecimientos por los favores recibidos”.

La segunda procesión, mucho más nutrida que la de la madrugada, se lleva a cabo desde las 4:00 de la tarde en un recorrido de cinco horas por las diferentes calles del pueblo —principales, secundarias e, inclusive, deshabitadas— con las mismas bandas musicales, más pólvora, velas a partir de las 6:00 de la tarde y gente cumpliendo mandas para conseguir el milagro, cualquiera que sea.

Miles de soplavienteros hacen gigantesca la marcha que en cada cuadra se nutre con quienes esperan en la puerta de su casa el paso del incesante torrente humano, tan incontenible como las aguas del canal del Dique.

La multicolor procesión, conducida con ritmos sagrados lentos y cadenciosos en ocasiones, o rápidos y estimulantes en otras, danzaba a cada paso mientras la virgen, adornada profusamente con flores blancas, parecía enseñarles a sus súbditos cómo se le debía rendir homenaje, porque la Inmaculada también bailaba: cada dos o tres cuadras los cargadores, hombres y mujeres indistintamente, hacían una parada y mecían hacia adelante y hacia atrás y luego a derecha e izquierda el sagrado monumento al son de la música interpretada por la Banda 8 de Diciembre.

Decenas de los más fieles católicos del pueblo se turnaban para meter el hombro bajo el palio sobre el cual se erguía ‘La morenita’ en toda su magnífica belleza, y con un cuidado casi quirúrgico transportaban la pesada carga: esa era una manera de agradecer a la virgen su intercesión o de someterse a una manda, una especie de negociación celestial: “Te ofrezco caminar la procesión y cargar el monumento y, a cambio, quiero que me recuperes a mi hija”, fue la petición de una mujer elegantemente vestida llegada desde Barranquilla especialmente para esa ocasión.

La canción ‘Los tres pastorcitos’ coreada por los caminantes durante la marcha —‘Los tres pastorcitos, la madre de Dios, descubre el misterio de su corazón. Ave, ave, ave María; ave, ave, ave María…’ — o villancicos en honor de la adorada virgen, marcaban el paso ora rápido, ora suave, de la multitud.

Las paradas en lugares predeterminados hacían agolpar a la gente, mientras la familia que había solicitado la excepción rendía su culto a ‘La morenita’: sonaba más duro el picó con canciones dedicadas a la virgen y se hacía atronador e iluminado el ambiente por la gran cantidad de pólvora que en honor de La Inmaculada habían mandado a prender.

EL FANDANGO DE CATALINO PARRA

Y SU AMOR POR ‘LA MORENITA’

“Compa, ahora va a ve ‘usté’ lo que sí es bueno, porque estamos llegando a la casa de Catalino Parra donde él le hace el fandango a la virgen”, explica Ageovaldis Daza Daza, conocido como ‘El Mello Daza’, un retirado chef umpire de sóftbol que acompañó al cronista durante todo el recorrido.

La banda 20 de Enero, de Soplaviento, una de las que amenizó las fiestas patronales de Soplaviento. Y Catalino Parra Ramírez, quien a los 91 años, volvió a cantarle La Concepción a su virgen, La Morenita, durante el fandango frente a su casa en el barrio El Chispón de Soplaviento.

Catalino Parra, el músico soplavientero más ilustre, el único miembro viviente de la original banda ‘Los gaiteros de San Jacinto’, el compositor de la canción ‘La concepción’ dedicada precisamente a la virgen agasajada ese día, año tras año entrega a ‘La morenita’ su más preciado homenaje: Catalino monta un fandango en la puerta de su casa con una banda integrada por sus familiares que interpretan, una y otra vez, la famosa canción que el juglar canta con voz todavía brillante y poderosa:

‘La ronda todos bailamos/

 al compás de cumbia y son/

que viva La Morenita/

 llamada La Concepción,/

que viva La Morenita/

 llamada La Concepción…’

Frente a la casa de Catalino ya habían pasado las bandas juveniles de Soplaviento y San Benito y la ‘20 de enero’. Ya eran las 7:30 de una noche iluminada con muchísimas velas, cohetes y juegos pirotécnicos que reproducían aplausos a unos 15 metros de altura, cuando llegó frente a la vivienda del juglar La Inmaculada, su amada ‘morenita’, a quien el nonagenario le cantó con visible emoción, esa su canción inmancable cada 8 de diciembre:

La ronda todos bailamos, al compás de cumbia y son,

viva el pueblo’e Soplaviento y viva La Concepción,

viva el pueblo’e Soplaviento y viva La Concepción…

Catalino, con un sombrero vueltiao con su nombre tejido al frente del alar, luciendo una impecable guayabera de olán blanco y apoyándose con su mano izquierda en la reja de su casa, rodeado de sus hijas, hijos, nietos y bisnietos, cantaba sin cesar las estrofas de homenaje a la patrona de su pueblo natal:

¡Que viva la ronda y ronda!/

la ronda con vino y ron/

¡y alegres todos estamos!/

¡que viva La Concepción!...’

Y sus conterráneos, ahítos de ron, cerveza o whisky, con los zapatos polvorientos bailaban el son, coreaban las estrofas, mecían el monumento con la virgen encima, lanzaban voladores al aire y muchos grababan con sus celulares la alegrísima escena que tenía dos polos de atención: ‘Cato’, que cantaba, y ‘La morenita’, que bailaba en lo alto de su pedestal como agradeciendo al anciano, pero aún firme juglar, el emocionado homenaje.

La procesión siguió, alegre, ruidosa y emocionada su extenuante recorrido por los diferentes barrios del pueblo y, poco después de las 9:00 de la noche, comenzó el regreso de La Inmaculada Concepción a su residencia permanente: la iglesia de Soplaviento. Desde que se hizo visible el monumento sagrado comenzó el repique de las campanas. Su llegada levantó una prolongada oleada de juegos pirotécnicos y aplausos que solo finalizó cuando la virgen, de espaldas a la puerta principal de la iglesia, fue puesta en la entrada a un metro de la reja de hierro que encierra la construcción.

Los feligreses aprovecharon para tomarse selfies y pedir que les tomaran fotografías con la virgen. Poco a poco fue desocupándose la plaza hasta quedar solo la Inmaculada Concepción, supongo que dichosa de ver tantas manifestaciones de amor y fe hacia su advocación.

Pero los soplavienteros —‘los ventiladores’, les dicen por dejá— no se irían todavía para sus casas. De todas las calles del pueblo, de la plaza, de los estaderos y tiendas, partían para el estadio de sóftbol, escenario de otro acto multitudinario: la presentación de artistas reconocidos y muy queridos en el pueblo: Miguel Morales —‘La voz’—, el champetero ‘Coffee el cafetero’, y Farid Ortiz, ‘El rey del sentimiento”.

El pueblo siguió de fiesta durante todo el resto de la semana, con cinco días de corralejas, bailes, ron y presentaciones artísticas diferentes. Lo que comenzó el sábado 5 de diciembre terminó el domingo 13, dejando a los soplavienteros extenuados y limpios del bolsillo, pero con la convicción de que estas fiestas patronales, por muchas circunstancias, han sido las mejores vividas en muchos años.

Barranquilla, diciembre 12 de 2015.

Ver biografía de Catalino Parra en

http://www.rollingstone.com.ar/684671-catalinoel-grande

Las mujeres llevan velas durante toda la procesión. Y después, de todas las calles del pueblo, de la plaza, de los estaderos y tiendas, partían para el estadio de sóftbol, escenario de otro acto multitudinario.

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