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A Ramiro Díaz Romero, a quien siempre habíamos visto ejerciendo el periodismo en Ba- 

rranquilla, nos lo tropezamos en varias ocasiones, acá en Bogotá, en los pasillos del primer piso del Nuevo Edificio del Congreso de la República al frente de sendas exposiciones pictóricas.

En las varias ocasiones, coloridos cuadros en diversos tamaños y técnicas y sus correspondientes

géneros, que llamaban a su adquisición tanto a congresistas como lobistas, a funcionarios, a ‘lagartos’ que nunca faltan por allí y a funcionarios y otros visitantes.

La primera vez nos sorprendió el papel de Díaz Romero yendo de un lado para el otro, atendiendo a uno y otro

observador, en medio del estallido múltiple de colores, muchos de ellos muy Caribe —óleo, acrílico, fresco, grabado, acuarela, en lienzo, en papel, ¡qué sé yo!—, colgando allí en sus caballetes de exposición, y Ramiro también allí, cumpliendo con pasión la transmisión de esas emociones que debía deparar el hecho de entregar detalles sobre cada una de las piezas que encajaban en el bloque de arte pictórico empotrado en la edificación, para que, al bajar tres o cuatro escalones, un poquito más allá de la entrada, la mirada de todos hayan chocado con obras que bien pudieron haber sido, por decir solo algunos nombres —a lo mejor ninguno de ello colgaba allí— de Carla Celia, Henry Noguera, Roberto Angulo, Neva Lallemand, Emna Codepi, Miguel Diazgranados, María Elvira Dieppa y hermanos pintores como Luisa Fernanda y Luisa Cristina Sepúlveda o Néstor y Fredy Loaiza, entre otros, varios de ellos muy reconocidos o varios de ellos apenas insinuándose en esta, que bien debe ser una apasionante actividad.

Como es de suponer, tras el barranquillerísimo saludo —voz alta en el recinto de ‘la palabra y la democracia’—,

le preguntamos sobre su papel allí.

—Presido la fundación Talento Humano que se dedica a este tipo de actividades —dijo, tras interrumpir el diálo-

go que, en seguidilla, sostenía con heterogéneos grupos de interesados. Y de esto hace más de tres años.

Hoy hemos decidido hacer eco de la labor que desarrolla Ramiro Díaz Romero, conocer al respecto, y él nos

cuenta que, en condición de presidente y, además, de representante legal de la fundación, puede sentir inmenso or-gullo porque “muchos artistas que hoy tienen renombre han expuesto y han confiado sus pinturas al manejo de nues-tra entidad”.

Y nos dice algo más: “En virtud a un manejo transparente, la Fundación Talento Humano se ha consolidado con

 una proyección internacional.  Es así como ha sido invitada por el Consulado general de Colombia en Nueva York y la ciudad de Atlanta, actos culturales que se van a desarrollar en los meses de junio y septiembre de 2017”. 

UN ANTES… UN AHORA…

Ramiro Díaz Romero ha

sido periodista durante 41 años ininterrumpidos, tanto en radio como periódicos y revistas.

Se inició en 1973, en los

espacios ‘Tribuna cívica’, dirigi-do por Jimmy Montealegre, y en un radioprograma de Bolisander Pacheco Barceló. Ambos se difundían por Emisoras Unidas, cuando era de propiedad de E-milio Fortuo Pereira —recuerda hoy Díaz Romero.

Ejerció —en su querida

Barranquilla— en El Nacional y en Diario del Caribe y colaboró con notas culturales en el suplemento dominical de El Heraldo, “gracias a la generosidad del director, Juan B. Fernández Renowitzky”, puntualiza. También ha dirigido ‘El magazín de la noche’, que se ha difundido por muchas estaciones de radio. Estuvo vinculado con la revista ‘Coralibe’ de Bogotá, con la Corporación Desarrollo del Caribe y la Fundación Arte Bolivariano que dirigen Marco Antonio Contreras y Antonio del Vilar.

Tras un breve paso por Bogotá, regresó a Barran-

quilla para desarrollar el proyecto de la revista ‘Talen-to’, de la cual quedan tres ediciones. “A pesar de su naufragio financiero, los sueños no se truncaron”, ano-ta. No murieron primero. Luego se vinculó a la Funda-ción Trujillo Burgos, en la cual logró contundentes éxi-tos, realizando exposiciones pictóricas con artistas vin-culados a esa institución, pero… “Mi sueño era llegar más lejos. Me retiré de ‘Trujillo Burgos’ sin causar nin-gún trauma y creé la fundación Talento Humano que está cumpliendo 10 años de actividad cultural”, señala.

De acuerdo con su recuento, esta fundación operó durante casi cuatro años sin estar afiliada a la Cámara de Comercio, de lo contrario estaría celebrando 14 de actividades.

“Durante esos inicios”, recuerda Ramiro, “el equi-

po humano estaba conformado por la mayoría de mis hermanos y la directora ejecutiva era la periodista y maestrante Betty Viviana Barraza Villafañe. Sorteamos toda clase de tropiezos, porque nunca ha sido fácil imponer una marca… Pero en virtud de muchos certá-menes visibles, la institución logró tener la aceptación de los artistas de la Región Caribe, Colombia y el exterior”.

La labor de la fundación comenzó con una colec-

tiva artística en la Galería de Arte de Combarranquilla, barrio Boston, en el año 2002. De ahí en adelante des-arrolló una maratónica labor de asentamiento y conso-lidación, pasando por salas de exposiciones de los ho-teles El Prado, Pradomar, Puerta del Sol, Country In-ternational, American Wolf, Dann Carlton, Windsor y Hilton Blue.

“En las salas de algunos de esos hoteles se han

realizado entre dos y cuatro exposiciones”, precisa Díaz Romero.

A nivel de instituciones en Barranquilla, la impron-

ta de la fundación Talento Humano ha quedado en la Intendencia Fluvial, en dos ocasiones; Museo del Ca-ribe, cuatro veces; Galería la Aduana de la Corpora-ción Nieto Arteta, tres ocasiones, y Galería Michelan-gelo, en tres oportunidades.

EL CIELO ES EL LÍMITE

“Fuera de Barranquilla”, señala Díaz Romero, “lo-

gramos realizar seis colectivas en el salón Signos & Leyes del Congreso, una en la Galería Arte Autopista con motivo de los 40 años de ese centro cultural, otra en el Hotel Inter, hemos estado en la Galería de la bi-blioteca Virgilio Barco, montamos dos exposiciones en el Museo Naval del Caribe y tres colectivas en la Bi-blioteca EPM de Medellín”.

Más allá de las fronteras patrias, en Ciudad de

Panamá, se celebró una colectiva en el Hotel Radison. “Desde 2015 estamos incursionando en el mercado de los Estados Unidos por intermedio del consulado ge-neral de Colombia en Miami. 

Pero fue en este 2016 que acaba de fenecer,

cuando cristalizó la colectiva soñada por un artista plástico: “Llevamos a cabo la versión 41 de la Muestra Pictórica & Musical del Caribe. Presentamos 13 artis-tas de la región Caribe y algunos invitados del interior. En este año, promocionamos al niño prodigio del canto Liripop, Jorge Enrique Nasra”, dice Díaz Romero.

Posterior a esa muestra, el Consulado general

Pavilion invitó a la fundación a la Feria de Servicio en su Centro de Convenciones y más tarde, el 8 de octubre, inauguró una colectiva en la Galería Nina Torres Fine Art, en Miami. “Una especie de antesala a la Feria Miami River Art Fair alternativa de la Feria Art Basel, la más importante del mundo”, precisa Ramiro con pecho henchido.

“Ha sido una experiencia grande con artistas de

Colombia en un booth que contó con la presencia del príncipe Lorenzo de Medici, de Florencia, Italia, y de la Cónsul general de Colombia en Miami, Marta Lucía Jaramillo Martínez”, puntualiza, para agregar: “Ahora

la Fundación Talento Humano de Barranquilla, tiene prevista la edición 42 de la Muestra Pictórica & Musical, en la Sala de Ciudad del Museo del Caribe, programada para el 9 de febrero y titulada ‘Naturaleza y Carnaval’”.

Como van las cosas para la fundación Talento Humano de Barranquilla, no hay límites. O sí: sí los hay; ‘El

cielo… ¡el cielo es el límite!’.

LA CONFIANZA DEL ARTISTA

Muchos artistas que hoy tienen renombre han expuesto y han confiado sus pinturas al manejo de nuestra enti-

dad. A riesgo que al-guien se quede por fuera, se puede reve-lar los nombres de algunos de ellos que figuran en el contex-to nacional e interna-cional.

Marcel  Lomba-

na, Ana Lucía Oroz-co, Alejandro Domín-guez, Oswaldo Canti-llo, Mauricio Cogollo,

Manuel Bustos, Diana Vilar, Inés Ospino, Pedro Ocampo,  José Sierra, Nubia Medina, Ramiro Blanco, Juan Carlos Ibáñez, Wulfrand   Merca-do, Ángel Almendrales, Elsa Marina Losada, Luisa Vásquez, Miguel Morales, Gabriel Meza, Álvaro Ahumada, Leonardo Fábregas, Edgar Francisko Jiménez, Emna Codepi, Kriss Díaz, Nelson Ortega Toscano, Álvaro Daza, Miguel de la Espriella Vergara —Maestro Noble—, Bea-triz Vergara, Ruby González, Aura María Mercado, A. Diazgranados, Miguel Diazgranados, César Augusto Bertel, Bruno Brieva, Guillermo Ojeda Jayariyu, Bella Luz Mejía, Alberto del Castillo,  José Quintero Enrique Lamas, Mario Malabet, José Lozano, Zarita Abello, Emilio Arenas,  Alfonso Hiran Redondo, María Claudia Puche,  Neva Lalle-mand, Elisa Velásquez, Wilfrido Rolong, Roy Pérez, Ana María Rezk, Francisco Echeverry, Bibiana Vanegas, Arlington Suárez, Cecilia He-rrera, Carlos Thomen, María Elvira Dieppa, Luisa Fernanda y Luisa Cristina Sepúlveda, Luz Mery Loaiza, Néstor y Fredy Loaiza, Ismael Martínez, Francisco Daza, Beatriz Noguera, Edison Roa, Alex Steven-son, Osby Cujia, Eduardo Ramírez, José Carrasco, Gloria Paz, Rosa Navarro,  Antonio I. Caro, Ronald Hernández, Alex Cala, John Jairo Cuestas, Bibiana Martínez, María Lucía Díaz,  Michelle Betancurt, Ru-bén Trespalacio, Shirley Cabana, Arnulfo Luna, entre muchos que fal-tan por mencionar.

Artistas extranjeros:  Claudia Cipolek de Argentina, Juan Carlos Ri-

vero Cintras y Juan Carlos Muñoz de Cuba; Jacobo Goldringer, de ori-gen judío, Siham Sabagh, árabe, Jorge Piñeirua, Uruguay, entre otros.

Ramiro Díaz Romero con el príncipe Lorenzo de Medici y el Artista Ramiro Blanco durante la Feria Miami River Art Fair, en la cual también compartió con el excandidato a la alcaldía de Miami Dade, Alfred Santamaría. 

Preside la fundación Talento Humano de Barranquilla y comienza a recorrer mundo llevando las expresiones pictóricas de numerosos artistas Caribe, del interior del país y extranjeros. No tiene límites o... sí, si lo tiene: ¡Su límite es el cielo!

Ramiro Díaz Romero:

periodista que ahora

es curador de arte

Por Inocencio De la Cruz

Ramiro Díaz Romero en la sede de la fundación Talento Humano. 

De Rubén Trespalacios, ‘Luna de carnaval’, y del sincelejano Ramiro Blanco, ‘Coloritmicos geométricos’.

Díaz Romero hace entrega de su libro ‘El Caribe une las orillas’ a la alcaldesa de Houston, Texas, Anisse Parker. Acompaña Vicky Ibáñez, directora de la Cámara Colombo Americana. 

Perfil del comprador de arte

De acuerdo con el curador de arte, lo primero que exige

un comprador o coleccionista dentro de esta actividad, es la confidencialidad de su inversión.  Muchas veces el comprador manda un emisario para que investigue, tome fotos y detalles de la obra y la hoja de vida del autor. O de pronto, en forma discreta la ve en la Galería y ordena la compra a su emisario.

Quienes más compran son aquellas personas de la co-

munidades judía y árabe y la europea en general: tienen un alto concepto del arte, la sensibilidad y la capacidad de poder adquisitivo.

También hay compradores directos, pero no son colec-

cionistas. El coleccionista compra como inversión o por gusto. Dura años con la obra y cuando ve la oportunidad de vender la expone y gana cinco veces más de su valor inicial. Es lo que más se proyecta en el tiempo. Más que los inmuebles. Una pieza de Obregón después de muerto, en la actualidad, si se llega encontrar, está en el orden de los 500 millones de pesos: pieza mediana. Un Botero tiene un valor Standard en el mer-cado internacional de un millón 200 mil dólares: pieza de 1,50 x 1,50.

Díaz Romero señala mediante las colectivas en el punto

de exhibiciones en el Congreso, se han vendido obras a mu-chos senadores. Efraín Cepeda, Lidio García, Arleth Casado, Mi-riam Alicia Paredes entre otros congresistas.

“No es común que un artista de quien hemos vendido 

una obra, también nos compre una pintura”, dice Díaz Rome-ro, quien se dispone a contar una anécdota muy especial: “Se trata de Siham Sabagh, de quien vendimos una obra de arte —la primera que vendía la fundación, en 2002—, durante la segunda Muestra Pictórica y del Caribe en el Hotel El Prado. Hace dos años, Siham nos compró, para su colección, una pin-tura de Ángel Loochkartt. A Siham no la conocía como pintora y ya había cerrado el catálogo cuando el famoso músico Fran-cisco Zumaque me la presentó y me pidió que le expusiera sus cuadros. Ella dijo que no importaba foto, que incluyera solo su nombre en la promoción, pero ya no en el catálogo. Vaya pa-radoja: ¡Fue la única que vendió en esa colectiva!”.

Aquellos artistas de quienes la fundación ha vendido

obras empiezan por Ángel Loochkartt, Siham Sabagh, Alejan-dro Domínguez, José Quintero, Emilio Arenas,  Gabriel Meza, Mario Malabet, Kriss Díaz, Cecilia Herrera, Emna Codepi, Ángel Almendrales, Bella Luz Mejía,  Fredy Loaiza,  Miguel Diazgra-nados, Elsa Marina Losada, Ismael Martínez, Nelson Ortega Toscano, Jorge Piñeyrua, Diana Vilar, entre otros maestros de la pintura.

La Cónsul general de Colombia en Miami Marta Lucía Jaramillo Martínez, en el Standard Arte Colombia, con Díaz Romero, Mónica Trujillo Burgos y Bertha García. A la derecha, la obra ‘Enlace de pasiones’ del artista Nelson Ortega Toscano.

‘De ‘Selva marina’ y ‘Serie equilibrio’, de los cartageneros Gabriel Meza y Miguel Morales 

Cuando los sueños no mueren primero
Los sinsabores del arte

Un minúsculo grupo de artistas

que ya no están exponiendo con la Fundación Talento Humano, han cometido, lo que en Estados Unidos es una falta grave, el quebrantamiento de la ética. Hay diferentes facetas en éste sentido. Algunos te cambian la obra antes de exponer, estando publicada en el catálogo. Otros sacan de exposición la pieza porque le van a hacer un arreglo y no la vuelven a traer. Los más osados hacen negocios en la misma exposición y pactan con el cliente. Son los ‘sancochos de sapo’ que uno no ha podido todavía digerir. Todo eso a pesar de tener contratos con cláusulas penales, civiles y comerciales de cumplimiento. Jamás vamos a tomar acciones legales. Ellos mismos se salieron del staff de nuestra institución. Esos son los sinsabores del arte. La felonía (RDR).

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