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Opinión y otros registros

El niño

el mar

El muelle y Liliana...

El paro sí existió…

¿Cuántos

más vendrán?

Por Marta Lucía Ramírez

Es preocupante que el detonante del paro

agrario de las últimas dos semanas haya sido el incumplimiento por parte del Gobierno de los compromisos suscritos hace tres años para terminar aquel paro que, según el Presidente Santos, jamás existió.

Dichas movilizaciones arrojaron resultados

negativos para el país por el nefasto saldo de tres campesinos muertos y 24 uniformados heridos, por los recursos que perdió la economía debido a varías carreteras del país bloqueadas durante 14 días, desabastecimiento de productos agrícolas, e incremento y especulación de precios.

La justificación de las protestas por la crisis del sector agrario en Colombia es válida, pues

indiscutiblemente nuestros campesinos son víctimas directas de la ineficacia del Gobierno para diseñar una estrategia de desarrollo rural y agrícola que brinde solución a las dificultades, problemáticas y abandono en general que durante décadas ha enfrentado el campo colombiano.

Hace tres años, el paro campesino exigía la disminución de precios en los insumos agrí-

colas; la condonación y reestructuración de obligaciones de los campesinos con el Banco Agrario y otras entidades financieras; y, evitar la llegada de productos agrícolas importados a menores costos debido a subsidios en sus países. Después de tres años, la lista de peticiones aumentó y los compromisos suscritos en el paro del 2013 siguen sin cumplirse y sin mayor avance, toda vez que en este último paro no solo se requiere cumplimiento, sino que se negociaron temas relacionados con el Plan Nacional de Desarrollo, licencias mineras, la presencia de organizaciones paramilitares y las zonas de ubicación de los guerrilleros que se desmovilicen, temas que según el Ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri, no le corresponden a su cartera. Dentro de lo acordado habrá un encuentro en Bogotá, el 17 de junio, al cual también están citados los ministros y viceministros de agricultura, interior, ambiente, vivienda y el Departamento Nacional de Planeación, en busca de generar un dialogo intersectorial que permita atender las demandas que requiere el campo colombiano.

Reconociendo la justificación de las protestas, es grave que las vías de hecho den lugar a

enfrentamientos e incidentes en los cuales la fuerza pública debe cumplir su función de preservar el orden. Se debe tomar conciencia del riesgo que las guerrillas fomenten más la agitación social, sobre todo, porque se superponen muchas zonas campesinas con zonas de influencia guerrillera. El gobierno debe asegurar que el dialogo con las organizaciones campesinas sea pertinente, productivo y conduzca a las soluciones interinstitucionales que solventen los problemas estructurales del campo colombiano.

No se entiende que el Ministro Agricultura diga que las inconformidades de los campesinos no

corresponden a su cartera, pues corresponde a esa entidad el agro y el desarrollo rural. La política agrícola debe responder de manera integral el desarrollo y bienestar del campo colombiano y le corresponde liderar y coordinar al interior del gobierno la elaboración de una política pública incluyente y eficaz que tenga impacto real a nivel nacional, no solo para atender la coyuntura sino, particularmente para dar las soluciones estructurales que el campo y nuestros campesinos requieren.

Tal como plantea la Misión de Desarrollo Rural, el Gobierno debe tener en cuenta factores co-

mo tierra y ordenamiento territorial, derechos humanos, cultivos de uso ilícito, política minero energética, impactos sobre la vida local del campesino, vivienda, hábitat, vías terciarias, medio ambiente, etc.

Cuento
Cuento

El niño

y el mar

           a sola idea de un paseo al Parque Nacional Natural Tayrona, en Santa Marta, al norte de Colombia, mantenía al pequeño excitado, moviéndose de un lado a otro y con ganas de salir, ya, para ver ese nuevo mundo.

Grace, su madre;

Jeffry, su tío materno; Diana su tía paterna, su hermanito mayor Jesús David, y su primo Santiago, de escasos 5 años, no podían ocultar la emoción por la aventura.

La sinuosa carre-

tera los llevó por diversos paisajes, desde el mar hasta las imponentes montañas de la Sierra Nevada, para llegar hasta las estribaciones, desde donde partieron caminando durante 2 horas por un sendero natural, probablemente hollado por las huellas de los milenarios indios Tayrona.

Desde Cañaveral

caminaron hasta las playas de Arrecifes, donde el mar regala su blanquísima, atemorizante y permanente carcajada. Tras caminar otros 20 minutos, el grupo familiar arribó a un remanso de paz donde la carcajada marina se vuelve sonrisa y se puede disfrutar del baño en La Piscina, formada por antiquísimas rocas que parecieran haber sido puestas a ras por colosos, a unos 300 metros de la orilla, para

contener el embate marino y permitir el más agradable disfrute del mar Caribe que pudiera alguien vivir o soñar.

El niño se movía de un lado para otro queriendo ver el mar, pero las sensaciones se las trans-

mitía Grace, su madre. Juan Esteban llevaba escasos tres meses creciendo en su vientre y desde ese día comenzó a amar el océano y los paisajes del Caribe colombiano como tal vez nadie podrá hacerlo jamás.

Barranquilla, junio 9 de 2016.

L

Por David

Campo Pineda

Ilústrisimo, mi cordial saludo. La foto de portada evoca en mi me-

moria las visitas de mi hija Liliana, profesora de la Universidad de An-tioquia, su tierra natal. Su lugar preferido: El muelle de Puerto Colom-bia. Sentada en el extremo, en profundo silencio, contemplaba el incesante bamboleo de las olas y se extasiaba con esos atardeceres cromáticos, cuando el sol abrazaba el ocaso (Fernando A. Molina M).

13 de junio a las 11:53

Y tambien se requiere el uso de la confiscacion civil, procedimiento legal

que permite ocupar bienes y cuentas bancarias. Los titulares tienen el derecho de acudir a explicar como los adquirieron sobre todo cuando se ha dado el caso de individuos que eran pobres y despues de pasar por posiciones oficiales resultaron con riquezas desconocidas. Aunque me temo que lo de Oneida es teatro para entretener calentanos.

De Ricardo Rocha y la ‘Reconversión ética y moral’ en La Guajira
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