Tanto los regímenes socialistas como las organizaciones que actúan conforme a dicha ideología, están demostrando en América Latina que sus causas y revoluciones más allá de buscar la equidad y el bienestar para todos, se encuentran encaminadas hacia la consecución del poder, el adoctrinamiento y la represión. Prueba de ello, es la fallida revolución del grupo guerrillero de las FARC en Colombia, que hace más de medio siglo viene asesinando, secuestrando y extorsionando a civiles inocentes, bajo la excusa de ser el ejercito del pueblo. Del mismo modo, sucede con el llamado socialismo del siglo XXI que hemos padecido las últimas décadas en la región.

Manifiesto mi optimismo frente a los resultados electorales en Venezuela, donde la oposición logró obtener la mayoría parlamentaria con un 64% del total de la votación, dejando así, desdibujado el legado chavista con un 32%. Este hecho merece ser destacado debido a que desde hace 17 años los abanderados de dicho socialismo del siglo XXI venían detentando el poder, gobernando bajo la figura de Chávez y el populismo propio de la izquierda latinoamericana, los cuales son los responsables del desabastecimiento, la inflación, el saqueo del Estado y la inseguridad que impera en el hemisferio.

No obstante, la transición que esta próxima a experimentar Argentina, tras la elección de Mauricio Macri como Presidente, también cobra relevancia, dado que con la llegada de Macri se le pone fin a la era Kirchner -15 años de retrocesos para Argentina en materia económica, social y política-. De tal manera que lo sucedido en las elecciones de América Latina en los últimos meses, son triunfos que no son de poca monta, por el contrario, resultan esperanzadores.

En lo que podríamos denominar ‘la primavera latina’ o ‘el renacer de América Latina’, también se encuentra nuestra ciudad, Bogotá, debido a que en la capital desde el pasado 25 de octubre también se puso fin a las administraciones de izquierda que en los últimos 12 años habían gobernado, causando estragos similares a los que experimentan Venezuela y Argentina, pues la herramienta a la que acudieron para intentar perpetuarse en el poder, en los tres casos, fue al asistencialismo que termino implantado el hambre, el conformismo y por demás la pereza.

Sin embargo, la sociedad que se encontraba adormecida y subsidiada con productos de las más bajas calidades, está despertando y reaccionando frente a la necesidad de gozar de oportunidades, promover la libre empresa, combatir los monopolios y mejorar la calidad de vida. En efecto, decidieron romper las amarras del populismo y eligieron a Mauricio Macri y a Enrique Peñalosa quienes, de acuerdo con sus hojas de vida y sus respectivos planes de gobierno, combatirán dichos estragos.

Por último, quiero hacer énfasis en el fracaso ideológico y revolucionario de las FARC, en parte gracias a la política de seguridad democrática que como desarrollo del Plan Colombia combatió y redujo a ese grupo guerrillero. Siempre he tenido como motivación la paz de verdad para Colombia y en esa medida he hecho críticas y aportado recomendaciones a los diálogos de La Habana, dado que resulta inadmisible la fractura de la institucionalidad para abrigar las concesiones en materia política y jurídica que el Gobierno Nacional les viene concediendo. Las Farc y el ELN, se encuentran ideológicamente deslegitimados por la sociedad en general y cuya revolución esta desvirtuada por la propia historia de derramamiento de sangre en Colombia, pero que de cara a la consulta democrática mediante un plebiscito acomodado y amañado para dividir entre pacifistas y guerreristas, pueden resultar favorecidos y con beneplácitos, puesto que debido a la manipulación propagandística y mediática que se avecina pocos  responderían NO si le preguntan en las urnas es si apoya la paz o la guerra.

Ni el Partido Conservador ni la sociedad colombiana deben prestarse a esa manipulación y por ello el pueblo colombiano debe analizar con seriedad y sensatez el contenido de los acuerdos que han sido para infortunio de todos tan poco transparentes.