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Página Editorial

José Orellano

¡#50!

de

este

blog

¡Para qué morir después...!

¡Viva el amor por la vida!

El lunes 4 de abril no hubo actualización semanal de El Muelle Caribe.

Al fin de cuentas naturaleza humana, estuve que me dejaba derrotar por ciertos sinsabores que nos causamos entre humanos. Y pensar ahora que, en medio de ese marasmo, este blog de crónicas y opinión llegaba a su actualización número 50... ¡Ni siquiera eso me motivaba! No tuve ánimos para actualizarlo, me eché la leva, y... ¡vaya qué leva!. Que “capar clases” es como se dice por estos parajes paramunos...

Tan zorro y tan corrido —¡el pobre!—, me desmoronaba, paulatinamente comencé a desmoronarme (‘desboronarme’, decía, seguro de que así era, un recordado y querido colega), ¡tanto!, que me dejé convertir, sin oponer la menor resistencia, en prolongación inerte del colchón: ‘¡Nada tengo que perder!’, pensaba, mascaba, hecho una marmota, como hibernando mientras me recreaba en el título de una novela que, a lo mejor, nunca publicaré: ‘Para qué morir después...’.

Y es que roto he dejado un compromiso sustentado sobre la amistad y, sobre los escombros, pero tratando de sobreaguar en un agresivo mar de ‘endemoniamiento’ y envenenamiento del alma —tras haberme sentido sumido en las profundidades más oscuras de la baja autoestima—, la noche de uno de esos  días como en tinieblas me senté frente al computador en un intento de tratar de reconstruir y darle forma al compromiso adquirido y escribí: “La amistad burilada por el dolor de su ausencia física perenne ha dado vueltas en derredor de mi alma a la espera de la transmutación del silencio en vigorosos fonemas para que pueda por fin, silentemente, gritar: ¡le escribo al poeta!”.

La hermana del poeta conoció de mi situación anímica —“...se me agotaron las neuronas de las buenas emociones, de esas capaces de reaccionar contra el caos... Ni canción inédita ni mochila ni nada me inspira un buen deseo en estos momentos...”, decía un aparte del mensaje WhatsApp que le mandé— y, desde Valledupar, Amelia me escribió y me habló dándome ánimos... Ese mismo día, también por Whatsapp, le escribí a una especial amiga barranquillera, Vilma Cepeda, diciéndole que “lo mío es desilusión de vida, sucumbir ante nuestra humana fragilidad pasional, aunque muy lejos esté de crear como ‘El tuerto’ López...”. No me contestó el mismo día. Lo haría al día siguiente: “Anda, Jose, ¡serenate! Pon toda tu cretividad en manos de Dios”.

Ana Cruz de Riohacha, con genuina acuciosidad femenina, había logrado arrancarme una confesión en torno al ‘down’ en que me sumergía, al escabroso y extendido momento que padecían las comparticiones de mi alma, y me escribió: “Descánsa, relájate, respira hondo... Mi amigo: pídele a Dios que te dé mucha fortaleza”.

...o0o...

La decisión de permitirme yo mismo la sepultura de pobre de El Muelle Caribe sin permitirle siquiera el desembarque de la Actualización Cincuenta se la había comentado a otro especial amigo barranquillero, en un chateo con entregas de varios días-semanas:

Especial amigo: Compa qué bueno el reportaje con la señorita... de las de antes (la periodista-abogada samaria María Mercedes Pertuz Ávila)... Un cordial saludo. Bien parido este Muelle...

José Orellano: Gracias, compi...

Especial amigo: Compa... qué posibilidades hay de poner el muelle entero... completo (el muelle de Puerto Colombia)... Sería un buen homenaje porque ya se cayó el 90%.

José Orellano: Va la próxima...  Tengo una nota tomada de Caracol radio: entrevista con un conocedor del tema que dice que ya eso no se puede reparar... Y una respuesta a Ezequiel Julio que me ‘facebuqueó’ diciendo que “el muelle ya es historia”... Felices días santos... Abrazo.

Especial amigo: Un abrazo compa con todo mi cariño.

José Orellano: Compi:  cambié imagen muelle... Batallé contra mis demonios para darle vida semanal al blog, pero sin músculo económico ni recurso humano, cualquiera se revienta... Presiento la pronta sepultura de El Muelle Caribe... Abrazo. Y felices pascuas...

Especial amigo: Jamás... Ese muerto está vivo... Me gustó lo del muelle (de Puerto Colombia)... Esa es la idea... Siga remando... Compa... Su trabajo es de mucho valor...

...o0o...

Hasta ahí el chateo iniciado antes de Semana Santa y concluido el lunes de Pascua cuando, por Facebook, Guillermo Valderrama, desde Usa, me diría que “maestro, leerte, es necesario. Fuerte abrazo”.

 

 

 

...o0o...

Sin embargo, la decisión de darle entierro vergonzante a El Muelle Caribe estaba interiormente tomada e iba en serio. Bueno: eso creía yo...

Porque tampoco me levantaría la autoestima lo que había de escribirme, en Facebook, desde Santa Marta, la colega Martha Cecilia Royero Pérez: “Mi maestro lindo, esta es mi oportunidad para decirle la frase más común pero la más reconfortante cuando se expresa con amor y respeto: GRACIAS, sí, gracias por hacer parte de mi experiencia periodística: enseñanza, ética y profesionalismo. Tres factores que hoy marcaron en mi carrera y en mis más gratos recuerdos de hombre que, sin conocerme, se atrevió a darme una oportunidad. Un abrazo y su deseo será cumplido. Bendición”.

...o0o...

Era tal la desazón, tan inmenso el desasosiego, que hasta mi animosa carrera de cuatro meses —recta final de una maratón de años— en procura de una meta que me había propuesto alcanzar en el Festival de la Leyenda Vallenata en su edición de 2016, la frené intempestivamente... Deseaba participar en el concurso de Canción Inédita —y ganar, por supuesto— con el tema ‘Presencia sentimental’ en aire de merengue, pero, bajo de nota, desquiciado, mandé al traste un sueño tan largamente acariciado (Sí, Laura-Carolina... Sí, LaCaos: ‘Los sueños sí mueren primero’)... Hoy solo me toca compartir, con mis fieles amigos de El Muelle Caribe, algunos de sus versos-estrofas:

‘Presencia sentimental’

A Poncho y Emiliano permiso les pido

pa’entonar estos versos con honda emoción;

sentimiento que yo me he tenío reprimido

por creer que no puedo crea’una canción.

Con tantos festivales que llevo vividos,

mucha letra yo he escrito por la tradición

de Escalona y Colacho, mis buenos amigos,

que a Zuleta lo clavo en mi corazón...

Más adelante:

Son momentos del Valle que yo he retomado,

muchas cinco noches sin irme a dormir,

atisbando acucioso presente y pasado

de este cuento armonioso que no tendrá fin. 

Más adelante:

‘La cacica’ y ‘La polla’ siembra’e matriarcado,

Ada Luz era reina cuando me invitó,

de estudiante Estelita me había motivado,

de cronista fue Loli quien me convenció:

la mujer vallenata que late y respira,

en defensa perenne de este folclor,

son luceros en tierra que siempre iluminan

unos versos fundidos en fuego de amor,

son luceros en tierra que ahora me inspiran

unos versos fraguados en yunques de amor.

Y le rindo recuerdos también a La Bella

y su carta gustosa pa’un buen comensal,

los sabores del Valle: un aporte d’ella,

para pobres y ricos, todos por igual...

los sabores del Valle: un aporte d’ella,

para negros y blancos, todos por igual...

Hoy la Unesco preserva este modo de vida...

costumbres provincianas que Alejo cantó...

Patrimonio del hombre, ¡ay qué cosa divina!,

que Calixto en sus cantos inmortal lo dejó...

...o0o...

Sí, ya andaba deambulando por el despeñadero de las cabras...

Pero tenía que surgir, al ángelus vespertino de este jueves 7, el providencial instante en que otro excelente amigo —otro más: ¡no me quejo!—, Raúl Tadeo Brugés Fuentes, desde Remedios, Antioquia, vía celular, asestó el primer coñazo resucitador al ‘muerto vivo’, a la marmota, al náufrago en el mar de la baja autoestima, al cronista autorrelegado a cuarteles de invierno, mientras, mental y emocionalmente moribundo, la vida se le iba: “¡Todavía tienes mucho qué dar, mi ‘Estibador preferido’... No te estés creyendo que estás viejo y deja a un lado esos pensamientos de comenzar a allanar el camino del viaje a la Eternidad”, me insinuó viejo el muy atrevido, a mí, que aun calzo tenis ‘Converse’ y me pongo yines rotos de fábrica. ¡Gran amigo, Raúl!, no hay duda...

“Ten presente que El Muelle Caribe ya es parte de la vida de tus sinceros amigos. ¡A levantarse, mi estibador preferido. Y a ponerse de nuevo al frente de ese muelle”, cerró Raúl Tadeo su amistoso y sincero regaño.

...o0o...

Edgardo Augusto Escorcia Rincón (Facebook): “Para los que conocemos a Andrés Salcedo. Y apreciamos el talento. Su impecable voz narrativa. Sus excelentes columnas en la prensa. Y la lealtad de gran amigo. Podemos decirle al maestro Celis que su obra es el mejor homenaje a este virtuoso del periodismo mundial” (Foto editada del Facebook de Andrés).

Pero hay más, oh dios de las tecnologías... ¡Oh Dios de los cielos y la tierra! Ese mismo día —Día de mi Barranquilla y la de él también—, Andrés Salcedo publicó en Facebook una nota que para mí fue contundente bofetada, más contundente que el coñazo de Raúl Tadeo... Era la bofetada del despertar para quien ya tenía bien metida entre ceja y ceja la decisión de encontrar el mecanismo sutil que no fallara en lo ‘infallable’ para aplicarse a sí mismo el título de su novela inédita, por siempre jamás inédita: ‘¡Para qué morir después!... Es mejor morirse hoy’.

Una bofetada —y que nadie ose ponerlo en duda— es la más efectiva contra, para una histeria... Algunas mujeres la consideran violencia física, pero no: es un certero remedio contra esa “enfermedad nerviosa, crónica, un estado pasajero de excitación nerviosa producido a consecuencia de una situación anómala”. Y que puede picar y extenderse, como en el béisbol.

¿Para qué falsos pudores? Hoy lo he revelado —me he confesado, ¡que alivio!—, sí, me he confesado, que así me ha sucedido...

...Y por eso ahora, con dicha plena, corazón rebosante de optimismo, hago efusivo eco

del texto de Andrés, con mi respectivo comentario, colgado el viernes 8, cuando apenas me asomé a leer la ciber-nota del ilustre escritor y pensador Caribe, que dice así:

Les voy a contar algo que sé que les va a resultar familiar porque le ha pasado a mucha gente. Cuando la mente y el corazón te dicen que ha llegado la hora de la limpieza general de los sentimientos y empiezan los dos a desatascar conductos y a poner algo de orden en cada rincón de tu vida, aparece ese ángel justiciero que te guía y te protege y te dice que les digas a tu mente y a tu corazón que no se les ocurra limpiarlo todo y dejarlo como nuevo.

Que no es conveniente deshacerse de todo el sucio que quede por ahí, en los pliegues de tu alma. Que esa mugre sobrante no es otra cosa que la prueba de que has vivido y que está bien que se quede ahí para recordarte siempre que no eres más que un simple, débil, inerme, falible ser humano.

En mi caso, un hombre que solo se doblega ante una mujer o ante un hombre que me den pruebas de su grandeza, por más pobres y humildes que sean. Y lo hago con mayor entrega si lo son.

Eso sí, a este hombre, vulnerable y extraviado en un mundo creado por seres poderosos, de marchito corazón, no le pasa un solo día sin que su amor por la vida aumente”.

José Orellano: “¡No joda! ¡Todo está dicho, Andrés!”.

...o0o...

¡Que dicha! Siempre ha de aparecer, por cualquiera de las veras del escabroso sendero por el cual se transita cargando un total desfallecimiento a cuestas, “ese ángel justiciero que te guía y te protege...” y te obliga a recapitular todo lo intesamente recreado durante semanas y a decirse a uno mismo, alma adentro, que si a Andrés, más avanzado que yo, “...no le pasa un solo día sin que su amor por la vida aumente”, ¿por qué no ha de pasarme a mí?”.

¡Viva el amor por la vida, carajo!. Gracias, cuadro... ¡Gracias, Andrés!

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