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Página Editorial

Fotos de Claudia Marcela Orellano Silva

Nos fuimos a descubrir los secretos y el arte sagrado que conservan las iglesias del Centro de Bogotá, en correspondencia a la amable invitación que nos extendió la Directora del Instituto Distrital de Turismo Adriana Marcela Gutiérrez.

Fue el sábado 19. Y lo hemos tomado como un peregrinaje por el arte y un cierto hechizo

que tiene Bogotá, en especial ahora, cuando la frecuenta un sol como Caribe.

Uno de los propósitos de la invitación era el de que, mediante un recorrido por las edificaciones religiosas del Centro de Bogotá, nos fascináramos con los encantos que permiten consolidar al Distrito Capital como un destino religioso, que precisamente esa es la oferta turística que Bogotá ha preparado para esta temporada de Semana Santa.

Del dossier informativo que se nos entregó durante el recorrido —eran ocho las estaciones, solo cumplimos con dos—, hacemos eco de su contenido. Y extendemos la

invitación a todos para que, mediante esta modalidad turística, se beban la oferta bogotana y hagan reafirmación de creencias y de fe.

Estas son, pues, quince joyas del turismo religiosos bogotano para no dejar de visitar en estos días de recogimiento:

El arte sagrado y los

encantos bogotanos

para Semana Santa

Catedral Primada

de Colombia

Se encuentra emplazada en el lugar que ocupara la primera iglesia levantada en la Plaza de Bolívar en 1539 por orden del fundador Gonzalo Jiménez de Quesada. La construcción actual es la cuarta que ha ocupado ese lugar. La primera se comenzó en 1538. Hacia 1550 se inicia la segunda que desaparece en 1569. La tercera se inicia en 1572, y es demolida en 1806 para dar paso a la edificación actual que inició su construcción en 1807, con planos de Fray Domingo de Petrés

Fue terminada de construir por Nicolás León con algunos cambios al proyecto original y se consagró como catedral Primada de 1823. Ha sido restaurada en varias ocasiones, la última vez en 1998. Es de planta rectangular y tiene

tres naves de igual altura, las laterales con bóvedas de aristas y la principal vaída. La fachada es de dos cuerpos, el primero de orden dórico, el segundo y las torres de orden jónico. En la Capilla de Santa Isabel de Hungría, la más importante de las doce capillas que se localizan en su interior, reposan los restos de destacados personajes de la historia colombiana y de la ciudad como el fundador Gonzalo Jiménez de Quesada, el precursor de la independencia Antonio Nariño y el pintor Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos.

Capilla del

Sagrario

Joya del patrimonio arquitectónico religioso de la ciudad. La capilla, construida entre 1660 y 1700, es sin lugar a duda el más bello ejemplo del barroco neogranadino, que debió ser restaurada después del devastador terremoto de 1827. Es de planta en cruz latina y posee cúpula soportada por pechinas ricamente decoradas por el pintor Ricardo Acevedo

Bernal. En su parte externa se destaca la portada, considerada como una de las más ricas expresiones de manierismo santafereño. En su interior sobresalen la talla en madera del cancel de la entrada, la techumbre mudéjar, el púlpito y el templete del altar elaborado con incrustaciones de marfil, ébano y carey. En sus muros se observan algunos de los lienzos más valiosos de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos. Las bases talladas en piedra de las columnas, que soportan el arco del pórtico, presentan varios motivos ornamentales indígenas como ranas, flores y frutos; los mismos testimonian la incorporación iconográfica aborigen al arte religioso santafereño.

En 1981 la portada de la capilla fue intervenida, anteponiendo una puerta de vidrio polarizado a su original en madera.

Museo Iglesia

Santa Clara 

La edificación, construida durante la mitad del siglo XVII, formó parte del convento de clausura de las religiosas Clarisas y acoge hoy el museo de arte religioso que lleva su nombre. La austeridad y severidad exterior contrastan con la riqueza interior prolija en tallas, esculturas, retablos, lienzos, pintura mural y mobiliario. El templo es de planta rectangular con gruesos muros en mampostería en los que se abren pequeñas y escasas ventanas.

La esquina nororiental está rematada por una espadaña en ladrillo y su cubierta es a dos aguas. Por la carrera Octava se observan dos portones renacentistas y en su interior el visitante puede contemplar una de las colecciones más ricas y variadas de la ciudad en arte y ornamentación colonial, renacentista, barroca y mudéjar. Su única

nave es de bóveda falsa en cañón, totalmente decorada con pinturas de motivos florales. Las paredes están cubiertas con tallas doradas y policromadas que enmarcan valiosas pinturas. Se destacan el arco toral, el púlpito, la sacristía y el coro cuyas celosías rememoran el carácter de clausura. Su colección incluye obras de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, Antonio Acero de la Cruz, los Figueroa y Agustín García Zorro de Useche.

Iglesia de

San Agustín

Los orígenes de la iglesia y del convento de San Agustín se remontan a 1575. La primera ha sido sometida  a sucesivas reconstrucciones y restauraciones, parcialmente luego del grave incendio que la afectó en 1862; por su parte el convento fue demolido en 1937. La iglesia es hoy testimonio de la producción artística para la propagación de la fe en la Nueva Granada y conserva un

valioso patrimonio, representado en exquisitas tallas, retablos, pinturas murales y lienzos, distribuido en sus diferentes capillas.

La iglesia, terminada de restaurar en 1988, posee tres naves y está edificada en piedra tallada. Forman parte de su patrimonio obras como La huida a Egipto de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos y la imagen en relieve de la Virgen de Altagracia. No deje de admirar el delicado trabajo del púlpito y del altar mayor, las pechinas decoradas con ángeles, el retablo de la Virgen de Chiquinquirá, el altar lateral de Santa Rita, la sillería y el coro de gran amplitud y extraordinaria talla.

Iglesia de San Ignacio

Primer templo de la Compañía de Jesús en tierras de la Nueva Granada. Formó parte del extenso conjunto jesuítico integrado por el Colegio Máximo o Seminario Mayor de San Bartolomé y por la Casa de las Aulas, hoy museo de Arte Colonial. La construcción de la iglesia fue iniciada, en 1605, por el jesuita italiano Juan Bautista Coluccini, inspirado en las iglesias de Jesús y San Ignacio de Roma.

El templo es una valiosa muestra de manierismo. Su fachada presenta arcos ciegos y estrechas hornacinas dispuestas en torno a la portada. Su interior está compuesto por una nave central de techo abovedado y decorado con representaciones de ángeles, hojas y frutos; dos naves laterales y un crucero. Sobresalen el retablo y la imaginería del altar mayor, atribuida al jesuita alemán Diego Loessing, y el altar de Nuestra Señora de Loreto con rica talla e imaginería en miniatura. Posee obras de bulto de Pedro Laboria y lienzos de Gregorio Vásquez.

Son de especial gusto los frescos y murales, que decoran las paredes, la

bóveda y la cúpula de la capilla de San José, elaborados en su mayoría por el sacerdote jesuita Santiago Páramo. La cúpula se engalana con la representación del reino de los cielos y la gloria celestial de San José. Son igualmente valiosos del coro, el balcón corrido de la nave principal y la decoración barroca.

Iglesia de San Francisco

La iglesia, comenzada a construir tan solo 20 años después de la fundación de Bogotá, es una destacada obra arquitectónica y artística. Hizo parte del extenso conjunto de la orden de los Franciscanos y debió ser reconstruida, luego del devastador terremoto de 1785, por el arquitecto fray Domingo de Petrés y el ingeniero Domingo Esquiaqui. En su rica ornamentación se resume la inagotable labor artística de talladores, escultores, artesanos y pintores criollos y extranjeros. Su altar mayor, fabulosa creación de Ignacio García de Ascucha y Lorenzo Hernández de la Cámara, es una de las obras maestras del tallado colonial santafereño.

El artesonado mudéjar y las obras de bulto, catalogadas entre las más valiosas de la imaginería virreinal española del siglo XVII, hacen de la iglesia de San Francisco una obra de especial importancia y significación. También se destacan los relieves y el trabajo en madera del altar mayor y del presbítero, la muestra de pintura flamenca de la capilla de San Francisco, la imaginería y los ornamentos que se encuentran en sus altares y capillas. La iglesia conserva obras de Francisco de Zurbarán, Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, Gaspar de Figueroa y Antonio Acero de la Cruz.

Iglesia de La Veracruz

Fue una de las primeras iglesias levantadas por los conquistadores en Santa Fe (1546). Años más tarde, en 1631, cuando ya se había formado la plaza de mercado de San Francisco (hoy Parque de Santander), la ermita fue ampliada pero el terremoto de 1827 la destruyó en gran parte, siendo reconstruida posteriormente. Entre 1904 y 1910 fue declarada Panteón Nacional.

Su fisonomía actual, después de la intervención en 1908 del arquitecto Julián Lombana y de una posterior remodelación en 1960, es la de una iglesia de muros blanqueados lisos con dos accesos, lateral y frontal, enmarcados por portadas de sillería, partiendo la esquina nororiental de la cubierta de una torre de un cuerpo que corresponde al campanario, con capitel ‘entejado’. Allí reposan, en una capilla ubicada a la derecha del altar mayor, los restos de numerosos próceres fusilados durante la reconquista española. Sobresalen dos obras de gran valor histórico: el Cristo de los Agonizantes, crucifijo ante el cual los reos oraban la noche previa a su ejecución, situado en la nave izquierda del templo, y el Cristo de los Mártires, lienzo que acompañaba a los condenados hasta el cadalso y que presidía los cortejos fúnebres, situado en el altar mayor.

Está conformada por una nave principal, una nave lateral y una capilla que hace las veces de medio crucero y la decoración neoclásica se le aplicó a principios del Siglo XX. La fachada tiene una portada de piedra rematada por dos pináculos en sus costados y una hornacina en el centro que alberga la imagen de Santa Veracruz; se destacan también, la sencillez de los muros interiores, el techo en forma de artesa y el enchapado en plata del altar.

Iglesia de

La Tercera

Representa el mejor ejemplo de decoración dieciochesca, ya que aparecen aquí por primera vez los motivos de rococó. Se comenzó a construir en 1761 y finaliza aproximadamente hacia 1774 ó 1780, según los entendidos. El valor inmenso de este templo, radica en el trabajo decorativo rococó de altares, retablos, púlpitos y confesionarios realizados por el entallador Pablo Caballero.Se conserva el más importante conjunto de talla peinada

que ostenta la ciudad. Una rica iconografía representa hojas, flores, frutos, pequeños rostros de ángeles y estilizadas figuras de animales; el color predominante es el sepia. Junto con las iglesias de San Francisco y de la Veracruz, situadas a pocos pasos entre sí, forman el conjunto de arquitectura religiosa más importante de Bogotá.  

Iglesia de la Candelaria

La obra iniciada en 1686, se terminó en 1703. Es uno de los tres conjuntos conventuales santafereños que se salvó de las demoliciones llevadas a cabo en la ciudad durante el siglo XX (Las Aguas y San Ignacio son los otros dos). Iglesia y convento fueron simultáneamente iniciados en 1686 y terminados en 1703. A finales del siglo XIX se le introdujeron, tanto a la fachada como al interior, unas reformas las cuales eliminaron numerosas características originales del templo. En 1992 se iniciaron los trabajos de restauración estructural de la iglesia, por parte de la Fundación para la Conservación y Restauración del Patrimonio Cultural Colombiano.

El claustro adyacente fue construido en dos etapas; su piso bajo tiene arcos de medio punto peraltados sobre las columnas usuales en la época de Santa Fe, llamadas dórico-toscanas. Ese tipo de  apoyo estructural constituye una constante tipología. Sin embargo, el piso alto del claustro se hizo con amplios machones y dinteles en madera, resultando un singular conjunto en el que una liviana arquería sostiene un pesado piso alto.

Santuario Nuestra Señora de la Peña

Construida a comienzos del siglo XIX. Su más importante legado lo constituye el conjunto de imágines de la Sagrada Familia que reposan en el altar mayor. Según la tradición, en 1685 se hallaron, insinuadas en la peña, unas figuras que fueron desprendidas y trasladadas a una capilla; posteriormente la roca fue tallada por el maestro cantero Luis Herrera y perfeccionada por Pedro Laboria.

La planta de la iglesia tiene forma de cruz latina y está compuesta por una sencilla nave central y un transepto que la divide del presbiterio, en este punto se encuentra una cúpula de media naranja con linterna. La fachada está conformada por un cuerpo central y una torre lateral.

En su parte externa se destaca la cúpula en forma de media naranja y la extraordinaria panorámica que se aprecia del centro oriente de la ciudad.

Iglesia de Nuestra Señora del Carmen

Su construcción se inicia en 1927 y se concluye en 1938. La iglesia de Nuestra Señora del Carmen es de estilo gótico y en su interior se destacan los vitrales con profusión de imágines florales. En la parte externa la torre de 57 metros de altura es visible desde varios puntos del centro de la ciudad.

La iglesia se constituye en uno de los pocos ejemplos de arquitectura gótica que se encuentra localizado en el Centro Histórico de la ciudad.

Capilla La Bordadita

Se conoce como La Bordadita, por acoger la imagen de la Virgen del Rosario bordada sobre tela con seda de colores e hilos de oro y plata, por la reina de España, Mariana de Austria en el siglo XVII. Conserva valiosos lienzos de artistas criollos y europeos como Gregorio Vázquez de Arce y Ceballos, Joaquín Gutiérrez y Angelino Medoro, obras estas de los siglos XVI al XVIII. En los años cuarenta, el pintor Luis A. Acuña lo reconstruyó por entero, sin dejar rastro de la construcción de época colonial. Después se dotó a la capilla, de una torrecilla “español-californiana”.

En los años sesenta, Germán Téllez suprimió gran parte de la decoración implantada por Acuña en la nave de la capilla. El templo está sobre el costado sur del claustro del Colegio Mayor del Rosario, consta de dos accesos laterales interiores, uno a nivel del presbiterio y otro sobre el sotocoro; exteriormente, sobre el eje central, la carrera 6 tiene acceso directo a la nave y al campanario.

Iglesia de Nuestra Señora de Las Nieves

La construcción original seriamente afectada por el terremoto de 1917 fue demolida para ser reemplazada por la actual construcción, diseñada por Juan Bautista Arnaud. Se le cataloga como de inspiración ‘románico-bizantina’, lo cual aprecia en la fachada del templo: campanarios simulando torreones, motivos geométricos adornando el frontis y franjas de colores alternados entre rojo y amarillo. Posee hermosos vitrales empotrados en las naves laterales, singulares columnas en espiral del altar mayor y una bella talla en madera del púlpito.

Santuario de Monserrate

Situado a 3.152 metros de altura en los Cerros Orientales, Monserrate es el encargado de custodiar la ciudad. A él se puede llegar a pié, en teleférico o en funicular. Su santuario del Señor Caído, de gran valor religioso, es visitad por miles de peregrinos católicos.

Desde este lugar mágico es posible apreciar una magnífica panorámica de Bogotá y disfrutar de la gastronomía típica e internacional en sus dos restaurantes. El cerro ha sido lugar de peregrinación desde la época de la Colonia; la actual edificación el santuario, terminada en 1920, se levanta en el mismo lugar que ocupara, a comienzos del siglo XVII, una ermita y un monasterio de cartujos. El santuario exhibe una talla del siglo XVI elaborado por Pedro de Lugo y Albarracín, a la que se le atribuyen poderes curativos, se trata del Señor Caído de Monserrate.

La ermita que dio origen a la peregrinación al cerro de Monserrate fue reemplazada en 1925 por la actual iglesia de lenguaje neogótico, proyecto que realizó el arquitecto Arturo Jaramillo Concha, posteriormente ésta fue transformada a la actual iglesia de corte neocolonial. El nombre de Monserrate se debe a que la primera capilla estaba consagrada a Nuestra Señora de la Cruz de Monserrate.

Iglesia y Recoleta de San Diego

La recoleta franciscana fue levantada durante la primera década del siglo XVII en los deshabitados terrenos de la Hacienda Burburata, sobre el antiguo camino a Tunja. Del viejo convento sobreviven la iglesia y una parte del claustro. La iglesia, de sencilla

arquitectura, era originalmente de una nave. En 1627, se le adicionó la capilla anexa consagrada a Nuestra Señora del Campo, cuya imagen tallada en piedra fue motivo de gran devoción por parte de indígenas y labriegos de la Sabana.

Es muy conocido el labrado quiteño en plata obsequiado

por el virrey Solís, a quien se recuerda por haber abandonado su altísima posición para enclaustrarse en el convento de San Francisco. Posee obras de bulto de gran valor histórico que se emplazan en el altar mayor. Los modernos edificios y las concurridas avenidas del Centro Internacional contrastan con la sencillez y el ambiente colonial característico de la recoleta.

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