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Península en flor...

Primavera

guajira

Texto-fotos de Luis Roberto Herrera Mendoza

Trinitaria roja

Pui amarillo

Roble florido 

Lluvia de oro

Flor de mayo

Jacaranda

Cerezo blanco

Más allá de lo astronómico, el término primavera —en el tema que nos ocupa— se encamina hacía una descripción vistosa, variada, de resplandeciente colorido.

En este caso, no vamos a referirnos a una de las cuatro estaciones existentes, en esta primavera no hay equinoccio ni solsticio de verano —tampoco hemisferio boreal ni austral—, pero sí habrá el señalamiento de un tiempo en el cual en La Guajira hay árboles floridos, en su pleno vigor y hermosura.

Es un rejuvenecimiento floral anual, renovado, que llena

tanto a la capital como a la provincia de un irisado ambiente natural que nos hace gritar: “¡En La Guajira, estamos en primavera!”.

Los árboles florecen en pleno verano y no son los cactus ni las tunas, tampoco los trupillos ni el dividivi, vegetación típica de la región —que también tienen sus bellas flores— ni se trata de un fenómeno extraordinario, que lo mismo se da en toda la zona intertropical de América.

Lo inconcebible en La Guajira es que ese estallido multicolor florido surja en medio de la escasez de lluvias que caracteriza a la península septentrional, territorio sobre el cual, de acuerdo con las dependencias oficiales expertas en la materia, “durante la mayor parte

del año permanece un sistema de alta presión a la cual están asociadas las lluvias bajas. Además, hay una mayor circulación de vientos que no favorecen las precipitaciones pluviométricas”.

Desde que arranca el año, y por largas semanas, soplan los vientos alisios con fuerte intensidad y predominio de los del noreste, tiempo de sequía y frío nocturno. Termina por lo general en abril o mayo, a causa de un debilitamiento del viento y la caída de algunas lluvias correspondientes a la segunda estación húmeda, las cuales estimulan un nuevo crecimiento de vegetación. Viene enseguida un largo período seco, de mayo a septiembre, caracterizado por un continuo viento proveniente del nordeste, cada vez con más fuerza  —caliente en demasía—, causante de que las nubes y las lluvias vayan a dar lejos del territorio guajiro. Por esta razón, lo más común es que llueva muy poco o casi nada en abril o mayo; esta segunda temporada seca se prolonga sin transición hasta la primera.

A pesar de tan difíciles condiciones climáticas, por estos días disfrutamos, por donde metamos el ojo, de todo un espectáculo multicolor, y no solamente a lo largo de las vías —sobre todo en la media y la baja Guajira— sino también en las calles de Riohacha. Desde octubre hasta finales de mayo, varias especies de árboles y arbustos entran en etapa de floración, fenómeno natural que hace que sobresalgan en medio de un paisaje

agreste, pardo, seco y quemado, resultado del intenso verano —casi permanente— del territorio guajiro.

En notable el contraste entre el marrón y el gris de los árboles casi sin hojas —por la falta de lluvia— y el amarrillo intenso de las flores de especies como el cañahuate (tabebuia ochracea), el guayacán (tabebuia chrysantha) y el pui amarillo (abebuia chrysantha) —las hay en varios colores, aunque los más comunes son el blanco y el amarillo—....

Un relajante paisaje, no hay duda, para delicia de quienes transitan por estos tiempos por la vía que comunica a Riohacha con Valledupar: extensos territorios, incluidos los cerros, cubiertos de ese color amarrillo al lado y lado de la carretera: una vista que alucina y maravilla. El mismo espectáculo se puede apreciar en la vía Riohacha-Maicao o en viaje hacia Santa Marta, pero solo hasta Puente Bomba, corregimiento de Dibulla. Estos tres árboles floridos que llenan de amarillo vivo el territorio más seco de Colombia, son confundidos entre sí, debido, más que todo, a que inician su floración al 

mismo tiempo. Las flores cubren totalmente el follaje, solo se aprecia una especie de masa amarilla, son muy parecidas, anatómicamente son muy parecidas, pero varían en su tamaño y aroma. Y las diferencias son muchas, entre las unas y las otras son muchas:

La de pui amarrillo es la más pequeña, con forma de campana y un amarillo intenso esplendoroso, mientras que la de cañahuate es más grande, también con forma de campana y de amarillo más intenso —lo mismo que la flor del guayacán—: dos tonalidades del amarillo muy bellas pero un tanto difíciles de discrimina. Cada árbol con sus flores encierra su propia belleza, aunque la razón es que los tres son variedades de una misma especie.

Sin embargo, el número de esos árboles disminuye aceleradamente debido a la tala indiscriminada a que han sido sometidos por los wayuu: los han utilizados desde tiempos inmemoriales como leña o para convertirlos en carbón natural, para uso en la cocina —costumbre ancestral—, pero últimamente la comercialización en restaurantes y asaderos ha disparado la tala. Y no solamente para consumo guajiro sino de otras ciudades de la costa e inclusive hacia países como Aruba y Curazao, que también a Miami. Hacia allá exportan, disparando la demanda y acelerando la deforestación. Poseen características especiales y el carbón que producen es de la mejor calidad, sobre todo el de guayacán:

produce poco humo y es más duradero gracias a la contextura solida de su corteza. Ninguna autoridad ambiental de La Guajira se yergue firme para frenar el casi perenne arboricidio.

En el abril que ha pasado Riohacha estuvo engalanada por miles de árboles y matas florecidas. Y si en sus alrededores la vista era espectacular por el guayacán, el pui y los cañahuates florecidos, dentro de la ciudad la vista era maravillosa: a los árboles, se les suman otras especies de arbustos, cubiertos de flores multicolor y variados aromas.

Muy a pesar de que la ciudad nunca ha contado con un acueducto y de que las temporadas secas son largas —hasta más de un año sin llover— la comunidad ha forestado. Sobre la base de esa costumbre provinciana de tener jardines en las casas y árboles ornamentales en los frente y frutales en los patios, Riohacha es ciudad muy bien arborizada. Bueno: en las construcciones antiguas, porque en las nuevas se han reducido tanto los espacios que parecen casas de palomas, aunque en algunas de estas en los balcones utilizan macetas para las matas de flores.

Hace aproximadamente 25 años, en Riohacha, ciudad como de eterno verano —pero sea lo que sea, La Guajira vive su primavera—, se inició una carrera de forestación que atravesó parques, avenidas y aceras y se paró en los frontis residenciales llevando consigo una gran variedad de árboles caracterizados por dar sombra: acacias, guayacánes, pui, cañahuate,  lluvia de oro (cassia fistula), pero el más utilizado, tanto en parques como en avenidas, fue el roble (quercus robur), por su fácil adaptación a las condiciones ambientales y su rápido crecimiento.

Alucinante es la vista que ofrecen estos árboles florecidos en calles y avenidas riohacheras: encantadora belleza, ramas cargadas de flores en moño, blancas, amarillas, rojas, moradas, rosadas, morados obispos. etc.  Es que estos árboles de flores veraniegas, en su etapa de floración, se cubren todo de forma espectacular, un fenómeno que dura entre tres y cuatro días... después, en su proceso natural se le van cayendo y el área debajo del árbol se convierte en una alfombra de flores, contribuyendo a una reiteración de engrandecimiento de la hermosa vista. Florecidos, alineados en las avenidas y acompañados de otras especies como el guayacán, el cañahuate y el lluvia de oro, con sus gajos de flores amarillas, proyectan todo un espectáculo.

El número de estos hermosos árboles ha disminuido enormemente, en las puertas de la casa y en las avenidas han sido sustituidos por mangos —recomendación de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura: mejor árboles frutales que ornamentales para combatir la hambruna— y porque muchos robles se han venido secando sin saberse los motivos. Una clara demostración de desidia e inoperancia de instituciones como la Corporación Autónoma Regional de La Guajira, Corpoguajira, y la Alcaldía Distrital de Riohacha, muy a pesar de que muchos ciudadanos han mostrado su preocupación por este fenómeno. Ya en El Muelle Caribe (www.muellecaribe.com) se dedicó una nota al respecto, actualización #52 del 9 al 15 de noviembre del 2015: http://www.elmuellecaribe.com/#!aire-sano-en-peligro/kzh8m, pero los ‘mandamases’ guajiros no se han dignado realizar gestión alguna para saber las causas y tener fundamento para  buscar la solución a este exterminio de los robles. Pero

Cuando de florecer se trata, la ‘primavera guajira’ no distinque entre estratos sociales: la trinitaria y el gañahuate se pintan de colores en cualquier sector guajiro.

Alfombra de flores de cañaguate caídas y que, como lienzos, se abren a menteas creativas.

a pesar de todo, aún podemos seguir disfrutando —no sabemos hasta cuando, al paso que van las muertes de estos árboles, queda poquito tiempo— de tanta belleza.

Y es que no solo de la floración de los árboles hemos disfrutados los riohacheros. También hemos visto cientos de especies de matas y arbustos de flores veraniegas multicolores que le dan colorido a la ciudad y le transmiten paz al espíritu de sus habitantes, sobre todo a esas amas de casa que se dedican a cuidar sus jardines y llenar de matas sus balcones, a lo cual dedican tiempo y dinero para ver vivas y siempre verdes a sus plantas. ¿La retribución? Un festival irisado de flores: flor de mayo o plumeria rubra, palo santo, guayacán enano o guaiacum officinale o trinitaria veranera o bougainvillea sp. Algunas de esas especies tienen ciclos de floración continuos, como la

ixora conocida comúnmente como coralito, perteneciente a la familia de las rubiáceas que florece todo el año y de las cuales se consiguen de varios colores: blancas, rojas, amarillas y es la flor oficial de Norte de Santander.

La que se ha llevado las palmas en estos días por su variedad en el color de sus flores y la cantidad de especies que encontramos en la cuidad es la bougainvillea, conocida en Colombia como trinitaria: tipo enredaderas de porte arbustivo, de las cuales se pueden apreciar como 18 especies y tonos varios: azules, rojas moradas, blancas, rosadas, que muchas veces encontramos de varias especies en un mismo lugar lo que resalta su belleza.

Durante estas semanas, tras otra larga temporada de fuerte verano, y encontrándose en plena floración muchos de estos árboles y arbustos, se han precipitado algunas lluvias sobre Riohacha y ello ha contribuido a enaltecer el paisaje: se le ha sumado el verdor de los árboles y arbustos, redivivos, con nuevas hojas y sus flores coloridas.

¡Qué sabía y hermosa es la Naturaleza! Cuán agradecido tendremos que vivir de ellas los humanos...

Natura sigue bondadosa con nosotros, a pesar de que hacemos todo lo humanamente posible para destruirla: ella perdona y nos sigue regalando destellos de su bellezas para alegrarnos la vida. Para poner a la peninsula septentrional en flor, para regalarnos, cada año, la primavera guajira...

En los exteriores de Riohacha, vías intermunicipales e interdepartamentales, también se aprecian efectos irisados de la ‘primavera guajira’

Contraste de colores: cañahuate y la trepadora trinitaria en otra de sus especies.

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