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“¡Sorpresa! Me atendió en ‘Steckerl Aceros’…”

El día en que conocí a ese

maestro del periodismo

llamado Mike Schmulson

Por Luis Roberto

Herrera Mendoza

El gran Mike Schmulson: ‘la biblia’ del béisbol

Mike comandaba las transmisiones. Lo flanqueaban y aportaban numeritos y comentarios Rúgero Manotas y Mrcos Pérez Jr.

Bonachón, agradable, chistoso ameno, carismático: un barranquillero nacido en Luitania. Defendía a Barranquilla como el que más...

Siento profunda tristeza por 

la partida de ese señor de estampa bonachona llamado Mike Schmul-son. Un hombre que era todo sapiencia.

Lo recordaré por siempre porque,

al lado de Rúgero Manotas y Marcos Pérez Jr., me hizo fanático al béisbol gracias a la calidad de sus transmisio-nes de grandes ligas por Telecaribe. A cargo de los tres, esas transmisiones se convirtieron para mí en un espectá-culo —al cual jamás dejé de asistir—cargado de conocimientos sobre este deporte, de anécdotas, de fino humor y

y de, inclusive, apuntes críticos sobre lo político-administrativo tanto a nivel de Barranquilla como del país. Y eso había de animarme a hacerme su fiel seguidor.

Tuve el honor de conocer personalmente a don Mike en mis tiempos de instructor de bandas de guerras esco-

lares, en el decenio de los años 80. Entonces yo pensaba que, eliminando el término guerra de esas agrupaciones estudiantiles, podría convertirlas en bandas de música. Y pensaba también que los rectores de los colegios apoyarían esta iniciativa para la formación musical de sus alumnos: que dejaran atrás el empirismo en la ejecución de instru-mentos y pasaran a un programa formativo en música.

En mi Riohacha, yo construía los instrumentos de las bandas a las cuales entrenaba. Entre esos instrumentos —re-doblante, corneta, bombo, platillo y lira, para bandas de guerra; y saxofón, clarinete, trompeta, tuba, corno y flauta

transversas, para las bandas musicales— figuraba la lira de 27 teclas metálicas, especial para las bandas de guerra. Sus teclas son elaboradas en platinas de aluminio y en busca del material me trasladaba a Barranquilla para adqui-rirlo y mandarlo a cortar. En cumplimientos de estas vueltas, un día fui a recalar a un negocio especializado en la venta de metales, en la Vía 40, ‘Steckerl Aceros’... Y, ¡oh sorpresa! para mí, que llegaba hasta allí por vez primera:

quien me atendería sería el mismísimo Mike Schmulson. Ne sorprendí, la verdad, cuando llegué: don Mike hablaba por teléfono, con esa voz inconfundible para los que seguíamos sus trasmisiones beisboleras. Acompañándose de

gestos, me pidió que lo disculpara y que le hi-ciera el favor de esperar a que terminara de hablar. Un momento después me atendió, muy amablemente, preguntándome por mi requerimiento. Posteriormente habría más encuen-tros con él: en mi relación comercial con ‘Steckerl Aceros’, sería atendido siempre, de manera personalizada, por el gran Mike.

Soy poco expresivo con mis emociones,

pero internamente me sentía, cada vez, emo-cionado y sorprendido. ¡Una figura de la talla de este personaje atendiendo personalmente a los clientes de su negocio! Es más: demos-trando humildad y sencillez.

Me duele el fallecimiento de Mike Sch-

mulson, ese que se casó con la dama aus-triaca-barranquillera Susie Steckerl, hace más de 60 años. Ella, amorosa, ha recordado que el nombre original de su esposo no era Mike. “El periodismo le hizo cambiarlo”, ha dicho ella a sus casi 82 años. En Lituania él, donde nació, respondía al nombre de Misha.

Se nos ha adelantado en el viaje final el gran Mike, ese que junto con Marcos Pérez Quintero y Rugero Manotas

armó el trío que narró para los colombianos, en 1997, el hit de oro del barranquillero Édgar Rentería para que los Marlins de Florida ganaran la serie mundial a los Indios de Cleveland en el décimo episodio del séptimo y último juego. Y también nos inyectó emociones mil cuando decía que “la bola se va y se va y se va…” para reforzar la imagen televisiva del cuadrangular del mismo Rentería con los Gigantes de San Francisco, en el 2014, una bola que volaba lejos y otorgaba el título ante los Reales de Kansas City.

Con la muerte de Mike, resulta inevitable evocar ese par de batazos del formidable pelotero barranquillero para

coronarse dos veces campeón en Grandes Ligas.

Como Caribe y seguidor de las transmisiones de Mike Schmulson lo digo: lo que más nos ha agradado a los te- 

lidad mental, digo yo.

Ese gran hombre era un barranquillero de raca mandaca, así no hubiera nacido en Barranquilla. Defendía a la

ciudad que lo acogió como el que más. Y ante un micrófono le hacía homenaje al béisbol, a la buena dicción y al pe-riodismo informativo: contaba cosas que desconocíamos. Sus anécdotas, contadas inclusive con fino humor, y  sus conocimientos sobre béisbol, lo posicionan como toda una autoridad a nivel nacional e internacional.

Paz en su tumba, maestro MIKE.

levidentes de la tripleta Mike-Marcos-Rú-gero Manotas ha sido el gracejo caribe que le impartían los tres a cada transmi-sión beisbolera.

Mike era una ‘biblia’ del béisbol

mundial. Y la postre, un emblema de Tele-caribe: con Ventura Díaz y Rúgero Mano-tas dio inicio a las transmisiones del cam-peonato del béisbol regular de las Gran-des Ligas y los play-offs finales apenas nació el canal regional en 1986.

Rúgero, quien durante 27 años lo

acompañó en esta empresa beisbolera, ha descrito a don Mike como una persona “excesivamente agradable, de enorme bagaje cultural”.

Excesivamente agradable, chistoso

ameno, carismático, con una enorme agi-

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