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Interrupción en su actividad para dialogar, amablemente, con El Muelle Caribe.

¡100 % guajira!

ARGÜELLES

Dalis

Por José Orellano

 

Desde la connotación de arte orientador que rige la actuación de una persona en un campo determinado, la política asume el papel de factor determinante en la obra que, con indiscutido, merecido y necesario ánimo de lucro, desarrolla la líder guajira Dalis Argüelles.

 

Política activa desde tal acepción —número doce en el DRAE—, política, sí, “desde lo que estoy haciendo”, como lo afirma ella misma.

“Noooo... Cualquier día estaba yo sentada frente al televisor en mi casa y veo que aparece una publicidad que decía que la Cámara de Comercio y la Primera Dama de la Nación —que en ese momento la doctora Lina Moreno de Uribe— invitaban a las mujeres microempresarias del país para que correspondieran a una convocatoria para una feria... Y me dije: ‘Yo voy’. La publicidad decía que teníamos que acercarnos a las Cámaras de Comercio locales en procura de conocer las reglas. Fui a la de Riohacha, pedí los requisitos y decían que tenía que estar inscrita en Cámara de Comercio, y no lo estaba, por supuesto; que debía tener logo, y no lo tenía; que debía tener empaque, y tampoco lo tenía... De todo, lo único que tenía eran las ganas, y eso, pa´mí, era lo importante”.

—¿Y qué hizo?

“Empecé a organizarme para afrontar el reto. Estando en esas, llegado el momento de ordenar la elaboración de mis empaques, me dijeron que tenían que mandar a hacer mínimo 500. “¿Cuándo voy a hacer yo 500 bolsos?”, me dije casi horrorizada. Entones decidí crear y elaborar 

Mochilas, principio del exito de un tejido social.

Con la artesana wayuu Lorena Pushaina, Dalis Argüelles es bien recibida en Canadá.

A mí me tocó el ficho número 20. Procedentes de Medellín llegaron representantes de la firma contratada para que hiciera la selección. Cuando me tocó el turno para ingresar a la Sala de Juntas de la Cámara de Comercio a fin de recoger mi muestra tras las examinaciones del caso, una delegada —que lo primero que había mirado, con efecto impactante, fueron mis productos, me comentaría después— me dijo: “¡Por fin apareció usted!”...  Y yo: ‘¿Y esta señora por qué me dice así? ¿Con quién me confundió?’ Y enseguida agregó: “Mire, estoy fascinada con eso que usted tiene ahí... Como sus empaques son transparentes, aprecié sus productos y me fascinaron. Estaba desesperada rogando que llegara la dueña”. De esa forma, quedé seleccionada...”

Después de la escogencia, las seleccionadas tuvieron dos meses de preparación, producción y promoción y se fueron para Bogotá. Dalis y otras cuatro guajiras, entre ellas Martha Redondo —Dalis no precisa si también asistió Fanny Iguarán— fueron expositoras de la Primera Feria Microempresarial de la Mujer organizada por la Primera Dama de la Nación. “A partir de ahí, comenzó a irnos súper-bien. Tuvimos una gran aceptación con nuestros bolsos. No tienes idea. Yo no me lo imaginaba. Allí empezamos a tener clientes, porque ya los almacenes de artesanías comenzaban a

mostrar su interés...”.

Después, el proceso evolutivo, el desarrollo, la expansión. Pero antes, el nombre, la razón social de la microempresa, diríamos casera. Y el primero: ‘Ciento por ciento guajiro’... “Pero los que saben de eso, me decían: ‘Ciento por ciento guajiro es todo lo que se haga en La Guajira’. Después de varias ideas, decidimos que se llamara ‘Dalis Argüelles, artesanías ciento por ciento guajiras’. Y así registramos la marca”.

Seguidamente, los productos de Dalis Argüelles sobre tejidos auténticamente artesanales de una de las etnias de la diversidad guajira fueron expuestos en una feria artesanal en Riohacha, pero primero había sido Bogotá. Pero en la capital de La Guajira, ‘jugando’ de local, sí ‘profeta en su tierra’. “Así fue como empezamos a darnos a conocer a nivel local —y nos ha ido excelentemente—”, dice Dalis, pero no tenía un local de exhibición. Producía en el apartamento donde vive, que era entonces como un apartamento-galería. Allí tenía un telar y las paredes las usaba como exhibidores.

“Hasta allá subían las amigas y los amigos e iban de la Gobernación a buscarnos y a hacernos pedidos. Cuando el doctor José Luís González fue Gobernador, él, un wayuu-wayuu —y toda la vida se lo voy a agradecer—, siempre me tuvo en cuenta para eventos y para comprarme los regalos que iba a hacer. También los compraba la doctora Lourdes Arévalo, que era en ese entonces la directora de turismo. Ella fue muchas veces a mi apartamento y en vista de que le gustaban nuestros productos, decidió darnos un espacio en la Dirección de Turismo y ahí montamos una tienda... No nos cobraba arriendo. Allí teníamos una niña que nos colaboraba, que atendía al turista y así nos dimos a conocer más. Mientras estuvimos allí me dediqué a buscar el sitio ideal, hasta cuando lo encontré y es donde estamos hoy, en la calle segunda”.

El Muelle Caribe —el director, con su amigo y colaborador desde Riohacha Luis Roberto Herrera Mendoza—, se tomó ‘por asalto’ el taller de Dalis. Y sustrayéndola de su trajín, cabelleras alborotadas, la exhortamos a que nos contara cosas, sus cosas, lo más reciente en la línea ascendente de su tejido social. Y, en su orden, convenio Sena-Fundación para el Empoderamiento de la Mujer, FEM; viaje a Canadá y participación de sus productos en una exposición en Nueva York.

“Fuimos a Canadá —eso ocurrió entre el 26 y el 31 de octubre de 2015— y miramos unas experiencias muy positivas: visitamos museos y escuelas de la moda y de textiles”, relata Dalis sobre esa experiencia que compartió con la artesana wayuu Lorena Pushaina y las empoderadas del programa de capacitación de moda ética, responsabilidad social, comercio justo y acceso a mercados y Elvia Gómez y Gabriela Ricardo del Sena-FEM.

Cuando era Primera Dama de la Nación, Lina Moreno de Uribe motivó a Dalis Argüelles.

mi propio empaque. Conseguí un papel celofán transparente bellísimo, en Flores de Medellín, y con mi hermana Damaris, que me apoyó en eso, hicimos los empaques acordes con el tamaño de los cinco bolsos que iba a presentar en la convocatoria, que eran cinco las muestras que exigían”.

Y lo que ha de venir, directo ha de llegar, no hay duda. La transparencia de la empaquetadura de Dalis produjo cierto impacto emocional y sobre ese impacto se forjó la plataforma de lanzamiento de una idea que hoy, hecha realidad, otorga satisfacción plena por su alcance social.

“Participamos como 30 personas, pero solo iban a escoger cinco.

“Me dijeron '¡Por fin apareció usted!' y quedé seleccionada: fuimos cinco de entre treinta”.

“Miramos cómo se maneja el comercio allá: cuáles eran las tendencias de la moda, cuáles eran los gustos de su gente y trabajamos la parte del Comercio Justo”, dice Dalis, maravillada por los propósitos de este movimiento internacional que propende por mejorar el acceso al mercado de los productores más desfavorecidos y cambiar las injustas reglas del comercio internacional. El Comercio Justo cuenta con 30 tiendas entre México, Estados Unidos y Canadá que venden artesanías, con un reglamento especial para sus proveedores: exige que no trabajen niños, que el material usado sea amigable con el medio ambiente, que

se pague un precio justo al artesano que lo trabaja y que el producto no se salga de lo artesanal en el sentido de lo tradicional.

“Hablamos con los directores de esas tiendas —bellísimas por cierto— para mirar la posibilidad de que nosotros podamos entrar a ese comercio. Generalmente piden cinco productos para cada tienda, lo cual, globalmente, representa 150 productos para un primer periodo. Son tiendas que manejan uno stok bien bajo para hacerlos circular bien rápido”, sigue contando Dalis, quien le da connotación de interesante al hecho de que esas tiendas no negocian con personas naturales sino con agremiaciones. “Con el Sena estamos trabajando para organizarnos como gremio los 13 talleres que, a título individual hasta el momento, hacemos parte del convenio FEM-Sena. Para lograrlo se requiere voluntad, firmar los documentos, hacer los estatutos y registrarlo tanto en Cámara de Comercio como en una Notaría”.

Con sus prendas, Dalis y los otros los doce talleres que hacen parte del convenio —todos enfocados hacia las artesanías wayuu—, hicieron una pasarela en el Marché Bonsecours de Montreal y se visibilizaron desde el ‘Ethical Show Vancouver’ y el ‘Eco Fashion Week Vancouver’, certámenes del circuito de moda ética internacional ‘Modethik’.

“Allá nos pusieron las modelos”, anota Dalis, quien precisa que en esta actividad participan talleres de Riohacha, Barrancas, Hatonuevo, Uribia y Manaure y figuran diseñadoras como Martha Redondo y Bertha Henríquez. Gracias al convenio hay 200 mujeres wayuu dedicadas a elaborar sus tejidos tradicionales: mochilas, tejidos, bolsos, chinchorros, fajas. Tejidos a los cuales Dalis les hizo el respectivo estudio antes de determinar que de ellos se podían sacar otros productos. “Cogí el tejido de los chinchorros e hice bolsos y de otros tipos de tejidos sacamos las mantas bellísimas, preciosas, tejidas a mano por las artesanas y hemos tratado siempre de estar allí trabajando en eso, sacando nuevos modelos, nuevos productos. De tal forma, Dalis Argüelles, desde su taller creativo y su red productiva, ‘hecho a mano’ produce mochilas, bolsos y carteras en diversos modelos, chinchorros y mantas en tejido tradicional, blusas, vestidos, bufandas, cinturones, collares, pulseras, llaveros, turbantes o cintillos y hasta zapatos. Todo con tinte wayuu clásico, tradicional.

“Es un negocio, lucrativo”, reconoce. “De esto vivimos sesenta, setenta personas. Mejoramos nuestra calidad de vida. Y a nivel de microempresa, somos muy puntuales en nuestros pagos. Concertamos los pagos con las artesanas cada vez que vamos a sacar un nuevo producto. Damos el insumo a las artesanas para que se quiten de encima esa preocupación, la consecución del hilo. Trabajamos modelos con ellas en el sentido de las cartas de colores, las trabajamos, la consensuamos, la definimos y se las entregamos a ellas para que las trabajen”.

Tras todos estos años de trabajo, los productos de Dalis llegaron a Filipinas, España, Brasil y Estados Unidos, muy silentemente. “Tenemos clientes no de uno ni dos productos, tampoco de miles, pero sí algo considerados: dos o tres docenas de cosas”, anota quien, orgullosa, recuerda que, además de la de Riohacha, ya tiene tiendas en Barranquilla, en la calle 78 N° 55-90, Country Plaza, local E-4ª, y en Cartagena, Centro Histórico, San Diego, Calle las Bóvedas, N° 39-105. Pero además, agrega, “hemos conservado una apreciable cantidad de extranjeros que vienen todos los años a Colombia, nos visitan en Cartagena, Barranquilla o Riohacha, y llevan el producto”.

—¿Y por qué no hay tienda en Bogotá?

“Será porque los provincianos le tenemos miedo a Bogotá (jajajajaja). No, mentira... Alguna vez lo he intentado pero los sitios que he creído deben ser el punto clave, no son fáciles de obtener: los costos son muy elevados”.

—Dalis: ¿Acaso sus productos no rompen lo tradicional? En alguna ocasión hubo algo de crítica...

“La gente tiene que entender que, aunque, en efecto, hay que preservar lo tradicional, también hay que irse por lo moderno, por la innovación. El mundo es muy grande y hay que tener para todos los gustos. Como hay gente a la que le encanta lo tradicional, hay otra a la que le encantan mis bolsos, que son 80 por ciento tejido wayuu, artesanía tejida ancestralmente, pero con innovaciones: el cuero, el herraje, los metales y tiene moda”.

—¿Le ha convenido a la artesanía wayuu ese 20 por ciento de modernidad?

“Pienso que sí, sobre todo a ese gran número de mujeres que trabaja con nosotros: aproximadamente 60 personas (200 en los 13 talleres), 60 formalmente vinculadas con nosotros, pero... En la cultura wayuu se da esto: la artesana registrada en nuestra base de datos, de pronto dice: ‘Yo me quiero llevar el hilo para mi ranchería con el propósito de hacer cinco o diez mochilas’. Pero resulta que allá teje la abuela, la prima, la hermana... Entonces no trabajan directamente con el taller sino de manera indirecta. Y así pueden sumar hasta cien personas las beneficiadas con mi taller”.

—¿Gracias a la innovación se varió algo de la tradición?

“El tejido como tal no... Tratamos de mantenerlo puro hasta el final porque esa es la esencia: lo autóctono, lo ancestral, pero sí hemos estudiado, concretamente aquí en mi taller, cada uno de los tejidos para ver con qué es amigable, con qué modelo podemos producir mantas, bolsos, bufandas y muchas otras prendas de vestir trabajándolo desde todos estos tejidos, porque la etnia wayuu es rica en tejidos”.

 

...Tejemos sueños

para cambiar vidas

Con el tejido de los chinchorros se hacen bolsos y con otros tipos de tejidos se elaboran las bellisimas mantas, preciosas, tejidas a mano por las artesanas.

Definición de Comercio Justo

Recientemente, las principales organizaciones de Comercio Justo a escala internacional han consensuado la siguiente definición:

“El Comercio Justo es una asociación de comercio, basada en el diálogo, la transparencia y el respeto, que busca una mayor equidad en el comercio internacional. Contribuye a un desarrollo sostenible ofreciendo mejores condiciones comerciales y asegurando los derechos de productores y trabajadores marginados, especialmente en el Sur. Las organizaciones de Comercio Justo, apoyadas por los consumidores, están implicadas activamente en apoyar a los productores, sensibilizar y desarrollar campañas para conseguir cambios en las reglas y prácticas del comercio internacional convencional”.

—Si una mujer como Dalis Argüelles se dedica a hacer, como una artesana más, arte desde su taller y es interrumpida para una entrevista no programada, necesariamente debe permitir la toma de la foto de ella concediéndomela... Favor que no me lo puede negar si conmigo ha venido un experto fotógrafo, amigo suyo: Pelón... Y entonces, Dalis, ¿cómo surge la inspiración para que Dalis se meta a esta actividad?

“Trabajando desde lo social. Cuando comenzamos a hacer política, cuando comenzábamos a trabajar en la vida social (M-19), uno de mis mayores anhelos era trabajar con las mujeres”

—¿Su máxima satisfacción, Dalis, al margen del tejido social que usted teje sobre el tejido artesanal wayuu?

“Lo social. No puedo dejarlo al margen. Tú no te imaginas cuán placentero es para mí cuando una artesana llega aquí en unas condiciones lamentables, muy tristes, pero al pasar cuatro, seis, siete meses, la ves diferentes... La piel, la

sonrisa, la mirada, la seriedad de ellas cumpliendo con los compromisos... Nos reunimos, les hablo de la importancia de cumplir, porque en la medida en que cumplan, nosotros les cumplimos a los clientes y de esa forma vamos a tener más clientes y, obviamente, más dinero para satisfacer nuestras necesidades”.

—Hemos hablado sobre puros pro... ¿Algún contra? ¿Lo ha habido?

“Sí lo ha habido, pero yo soy de las personas que olvido rápido. Hay que pensar en construir puentes y no en levantar muros. Me concentro más en orientarme hacia donde está lo que necesitamos para seguir adelante. Por eso el lema de nosotros es “’Tejemos sueños para cambiar vidas’.

—Dalis: ¿las autoridades tradicionales wayuu, los palabreros, ¿qué le manifiestan cuando usted los enfrenta con su arte-negocio, con su rescate con dimensión proyectista de las artesanías wayuu, pero con un obvio ánimo de lucro?

“Si el palabrero no me conoce tiende a ser cerrado conmigo...”

—Me gusta esa posición...

“Pero en la medida en que nos vamos conociendo, que él va mirando nuestro trabajo y, sobre todo, el respeto que yo profeso por él, al igual que por las artesanas, como personas que se lo merecen —el respeto va fundamental en mi vida—, las cosas tienden a mejorarse y terminamos entendiéndonos y apreciando mutuamente: el palabrero a mí y yo al palabrero”.

—Dalis: En un tiempo, M-19... Luego, Asamblea de La Guajira... De pronto, señalamiento de conservadora por trabajar muy ligadamente con este Partido en La Guajira, de la izquierda a la derecha, y en fin... ¿Sigue interesada en política?

“Es un gen que va implícito en mí... Me duele cuando veo a Riohacha en la situación en que está... Me duele cuando los gobernantes no tienen la conciencia social y me duele ver lo incierto del futuro que les vamos a dejar a nuestros hijos y nietos, que ya soy abuela... De verdad que yo deseo seguir en la política y como hay varias clases de política, esta es una política lo que yo estoy haciendo”.

—¿Y la política de cargos por elección popular?

“No. Lo mío es lo social. Y en lo que estoy haciendo, me siento bien. Pero no quiere decir que no deje de echarle una mirada a la política, que no me duela, que no la sienta, que no la disfrute, que no me alegre por un logro a favor de La Guajira...”

—¿Mucho roce social desde la política de elección popular?

“Excelente. Si tengo que rescatar algo de la política de elecciones y corporaciones públicas, es eso: excelentes relaciones, con amigos y buenas amigas...”.

—¿Mucho roce con personalidades de la vida nacional desde la política social que usted impulsa mediante el tejido wayuu?

—Pienso que tenemos bastante reconocimiento... En la Feria en Bogotá, socialicé con la doctora Lina. Aquí en Riohacha, el viceministro de Vivienda y Agua estuvo en nuestra tienda visitándonos y compró... La secretaria distrital de obras doctora Yulitza Pimienta me llamó y me dijo ‘Dalis aquí está el viceministro, voy a llevarlo a tu tienda para que lo atiendas, quiere comprar cosas...’. Vino, le encantó, me compró, excelente. Casi todas las personalidades de la política que llegan a Riohacha visitan mi tienda y compran: yo estoy feliz. Pero soy sincera: vienen porque hay un amigo o una amiga que los motiva, son gente que me conocen y me los traen. Cuando Jimmy Sierra estaba en la Cámara de Representantes y traía personalidades a Riohacha, todas venían a mi tienda y compraban. Los hijos de Gaviria, artistas y en fin, me han visitado”.

—Usted sí cree que las nuevas generaciones, armadas hasta los dientes de nuevas tecnologías, puedan encaminarse por esta misma actividad que usted desarrolla hoy: preservar y proyectar, modernizadas, las artesanías tradicionales wayuu?

“El Estado debe cumplir un papel importante en esto... Es muy triste que esta cultura se pierda... Yo pienso que hay que trabajarlo desde ya para que esto perdure y siga... Tú no te imaginas la cantidad de mujeres que en La Guajira viven de la artesanía...”

Dalis se emociona ahora al recrear recuerdos —al igual que el entrevistador recrea sus momentos por aquellos sitios— en torno a la experiencia de pernoctar en una ranchería wayuu, en la Alta Guajira. “Espectacular... La brisa, el anochecer... Otro mundo... El ruido de los animales, de los insectos, el rugido del mar... Hasta envidio vivir allá...”.

Y desde esa mente embrujada por la magia del onirismo y situada imaginariamente en una ranchería, Dalis habla, para finalizar, de su más reciente logro: Nueva York: “En el marco del convenio Sena-FEM figuraba la propuesta de hacer presencia, con productos nuestros, en una muy famosa y reconocida Feria de Artesanías en Nueva York. Se realizó los días 31 de enero, 1, 2 y 3 de febrero. Las noticias que nos llegaron decían que nuestro producto gustó mucho, que hay posibles compradores. Esperemos que se den las cosas”.

Hurguemos la página web de Dalis Argüelles 100% Guajiro–Artesanías ‘hecho a mano’ y cerremos con lo que reza su Misión: “Es una empresa con perspectiva de género, líder en la innovación textil, que integra de la mejor manera el medio ambiente con las tradiciones culturales de la etnia wayuu asociadas al tejido, bajo criterios de calidad, confiabilidad y responsabilidad social empresarial”.

El lema de Dalis y su misión social...

Experiencias muy positivas en Canadá: además de pasarela, visita a museos y escuelas de la moda y de textiles y conocimiento sobre el Comercio Justo.

¿Y que es lo que está haciendo Dalis Argüelles?

Tejido social, sobre la base del tejido textil hecho a mano por las féminas de la etnia wayuu en una especie de taller para la preservación de su artesanía ancestral, con toques modernistas y dimensión proyectista allende las fronteras: arte tradicional trabajado fundamentalmente con las manos y que ha conservado casi intacto la mujer aborigen guajira, misma que ha sabido pervivir a la crudeza ambiental y climática de la península septentrional —desierto, dunas, ventiscas, tormentas de arena, sequía, hambruna— y que asiste, en apreciable representatividad, no solo a su reivindicación sino a la indudable mejoría de sus condiciones de vida.

La labor puesta a desarrollar por Dalis Argüelles desde hace algo más de seis años es su propia respuesta-superación a la frustración que se había llevado cuando, ilusa ella, había creído que desde una curul en la Asamblea de La Guajira podía cristalizar su sueño de contar con la posibilidad de montar un trabajo —de hacer tangible un espacio— desde el cual poder ayudar a las mujeres, en especial a sus conterráneas...

Esas mujeres que, cuando fue activista del M-19 y luego Diputada y más tarde identificada, muy leal ella, con algún sector de la causa conservadora, Dalis las vio figurar como las que más trabajan en los grupos políticos —los grupos de la política electorera—, pero también miró cómo las hacían salir del recinto de algunas reuniones, porque lo que en ese momento iba a tratarse era “algo privado...”

“Cuando salgo de la Asamblea, quedo muy triste porque había pensado que desde allí podía lograrlo, pero no había sido así: cuando llego a la Duma me doy cuenta de que no, me enfrento con mi realidad, una triste realidad: ¡no se podían hacer maravillas! Y entonces quedé con la idea y con el compromiso conmigo misma de que yo tenía que hacer algo para agremiar mujeres y para ofrecerles la oportunidad de que mejoraran sus condiciones de vida”, cuenta ahora Dalis Argüelles, cuyo nombre-razón social —‘Dalis Argüelles, artesanías ciento por ciento guajiras’— ya circula exitoso por el mundillo extranjero de la textilería artesanal y la moda: Estados Unidos, Filipinas, España, Brasil y Canadá.

De Dalis se dice que “es un referente de la mujer visionaria y emprendedora que no solo ha buscado su prosperidad sino la de muchas madres cabeza de hogar que derivan su sustento de apoyar la labor empresarial en las áreas de diseño textil, decoración y elaboración de productos artesanales”... Una síntesis de lo que ya es una portentosa realidad:  sesenta mujeres wayuu beneficiadas directamente —que de manera indirecta pueden ser otras 100— en el taller que, finalmente, Dalis pudo instalar en la calle segunda entre carreras 9 y 10 de Riohacha, Distrito Especial, Turístico y Cultural.

Dándole vueltas a su idea y su compromiso con ella misma de que tenía que hacer algo para agremiar congéneres y para ofrecerles la oportunidad de que mejoraran sus condiciones de vida, a Dalis se le ocurrió otra idea: “Determinar el grupo de mujeres que más mano de obra ofrecía en La Guajira... ¡Eran las wayuu! Y en los oficios de la casa me colaboraba, precisamente, una niña wayuu, a la que quiero como una hija. Vivía conmigo y yo le decía que, por las tardes, me enseñara a tejer. Ella se reía y yo le insistía: ‘Enséñame, porque nosotras vamos a ganar la plata de la comida con esto’ y ella no dejaba de reírse, tan bella”.

Así nació la idea: la niña enseñó a tejer a Dalis y Dalis empezó a hacer tejidos y a urdir el interrogante del millón: “¿Qué hago con estos tejidos?”.

—¿Individuales?

“No!, no es un producto necesario. Lo usas, pero si no lo tienes nada pasa. Mientras que un bolso para la mujer es imprescindible y decidí hacer mi primera obra: un bolso. Y salí con él a pasear las calles de Riohacha. Y la gente me decía: ‘¡Qué lindo tu bolso! ¿Dónde lo compraste?’ Al principio, como que no me lo creía. Llegué a mi casa materna —nosotras somos cinco mujeres y mi mama seis, un solo varón— y entonces todas me decían “Ay, ¡qué lindo el bolso!”, y yo todavía no me lo creía. Pensaba que era solo un cumplido. Sin embargo, decidí seguir haciéndolos y, en la medida en que los iba haciendo, observaba que a la gente les gustaba. Y de un día para otro comencé a venderlos...”

—¿Y ya?

Tejido social desde la artesanía wayuu

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