top of page

Tiempo para recordar

La guitarra de Felipe

Por Raúl Brugés Fuentes

Sin lugar a dudas, la de los ochenta fue una década llena de muchas cosas importantes para mí, partiendo del final feliz de la infancia y la llegada de una adolescencia llena de muchas cosas que me marcaron para siempre, entre ellas, el desarrollo de mi talento musical; los primeros embates del amor en serio; aquel accidente que casi me cuesta la vida; la partida de mi padre y el comienzo de mi vida laboral, en el Hospital de Maicao, entre muchos otros acontecimientos.

En 1982, recién llegado de cursar estudios en Maracaibo, Venezuela, al lado de Jeiman López, Rubén Lanao y Harvy Cuesta, nos embarcamos en la que sería la primera agrupación musical de la que hice parte, junto con otros grandes amigos, entre ellos Virocko Soto —de la dinastía de los cachetones en Maicao—; Eder Manjarrez, gran bajista; Jimmy Pájaro, Lorenzo Bermúdez, el extinto Wilson Dávila y logramos un éxito notorio, en franca competencia con las agrupaciones que ya existían, tales como los ‘Trovadores del caribe’, Angelito González y Diomedes Cardona, ‘La nueva fórmula’ y la banda del maestro Torres, también fallecido, entre muchas más. Como parte del proceso, en varias ocasiones, fuimos invitados a participar en eventos colegiales, culturales y demás, sin exceptuar presentaciones en misas y eventos de esa índole.

Foto editada de la carátula del primer álbum de la nota y en el cual Pipe Peláez hizo parte del proceso de selección y arreglos de canciones...

Un día cualquiera, la ilustre profesora Consuelo Rodriguez de Pelaez le pidió a Rubén Lanao que participáramos en una misa especial del colegio Divino Niño, con acordeón y guitarra, a lo cual accedimos con mucho gusto. En los ensayos, conocí a un niño un tanto tímido, pero con mirada inteligente y quien no perdía detalle de nuestro quehacer. Ese niño, era Felipe Renán Peláez Rodríguez.

Con el paso de los años, en un paseo al Cabo de la Vela, al cual fuimos con la gallada del barrio San Martín, entre ellos mis hermanos de siempre Eduardo Solano, ‘Bolita’, sus hermanos ‘Chichi’ y Javier, ‘coqueto’; los hermanos Sardoth Solano —‘Puro’, ‘Cundo’, ya fallecido, y ‘El negrito’—; el extinto Moisés Joiro y Joaquín Valencia, entre otros, coincidimos con la familia Peláez: doña Consuelo e hijos; Diosela, ‘Chela’ (qepd) de Zúñiga e hijos; mi primo Fare Romero y hermanos, y muchos amigos más. Felipe, ya mas grandecito, daba sus pininos con la guitarra y tenía una nuevecita, de hermosa línea y magnífico sonido.

Por aquello de la fama y del compartir en tan magno escenario natural, matizado por el Old Parr y demás, a alguien se le ocurrió proponer que yo interpretara algunas canciones, a lo cual accedí gustoso. Felipe, muy gentilmente, facilitó su guitarra y se formó la parranda. En ese entonces, el tema vallenato de moda era ‘Directo al corazón’, de Ismael Rudas y el fallecido Jesús Manuel, canción que interpretamos todos. Felipe, en un interludio, me manifestó admiración y el deseo que sentía de algún día ser como yo, lo cual, en aquel instante, fue muy emotivo para quien escribe.

Por la dinámica misma de la parranda, un amigo pidió que cantáramos en una enramada vecina en honor de una dama que estaba de cumpleaños, por lo que nos mudamos de lugar y al terminar la actuación, la guitarra fue guardada en uno de los vehículos. Minutos después, ‘El negrito’ Solano y un grupo de amigos, decidieron ir al Pilón de azúcar… La guitarra se fue con ellos, sin que nos percatáramos… ¡Y sobrevino el desastre…!

En una curva cerrada, en medio de aquellas trochas, el carro dio un giro violento, por lo que una de las chicas de la comitiva rodó pesadamente, de un lado a otro, yendo a depositar su hermosa humanidad en el rincón en el que reposaba la flamante guitarra de Felipe, de la cual... ¡solo quedaron astillas!

Vinieron los lamentos, las quejas y, por supuesto, el malestar de Felipe, ante lo cual asumí el compromiso de resarcir el daño. Doña ‘Chela’, por ser mi vecina, quedó a recoger el instrumento en mi casa. Dios bendito, aún evoco esos recordatorios ‘Tade, la guitarra de Felipe’, de doña ‘Chela’, alma bendita. Sus visitas en casa, que eran de por sí frecuentes dada su amistad con doña Carmen, mi madre, arreciaron como por arte de magia. La tardanza, ajena a mi voluntad, radicó en que esa guitarra era bumanguesa y por supuesto de allí debía ser la refacción, lo que no era tan fácil en aquel momento —no existía el celular, ni el whatsapp, ni los envíos eran tan rápidos como ahora—. Finalmente, logramos traer el flamante instrumento, a entera satisfacción de mi novel amigo… y de Doña ‘Chela’, por supuesto, y demás familiares.

En los noventa, al organizar la agrupación ‘2000 del vallenato,’ Felipe ingresa con solo 17 años de edad como guitarrista. De hecho, muchos de los arreglos de nuestro primer álbum, ‘Canciones de cristal’, los hacemos él y yo. Poco después, se traslada a estudiar a Bogotá y empieza a escribir su rutilante historia de éxito, no exenta de sacrificio y esfuerzo, sin que recuerde, creo, aquel incidente en Jepirra (*), en el que su ídolo de entonces, por guardar la guitarra en el lugar equivocado, tuvo que pagarla. Por cierto, de la hermosa chica, cuya curvilínea figura ocasionó el desastre, no he vuelto a saber. Lo cierto es que, para mí, pase lo que pase, es inolvidable aquel día de playa, brisa, sol, mar y canciones, en el que ocurrieron los hechos, porque tuve que pagar La Guitarra de Felipe…

(*) Jepirra: Así denominan los indígenas wayúu, en su dialecto, al Cabo de La Vela, lugar sagrado por el cual los muertos hacen su tránsito al cielo.

El músico y cronista  con Eduardo Solano (Bolita) y el extinto Moisés Joiro, mas o menos para la época de los hechos que se cuentan: el daño a la guitarra de Pipe en sus inicios. Pipe Peláez, entrevistado hace un par de años, en el marco del Festival Vallenato de la Frontera, homenaje al cantautor maicaero, por Brugés Fuentes cuando trabajaba para un canal de televisión en Maicao.

La agrupación 2000...Nivaldo y Raúl... ¿Y Felipe Pelaez? El de la extrema derecha... ¡Muy ‘beybi’, en ese entonces.

bottom of page