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Tras 36 años de mortal amenaza pluvial

¡Fin de una era!

No más muerte ni
destrucción por el
arroyo de calle 84

Partiendo del hecho de que el 26 de mayo de 1980 ocurrió un suceso destacado en la

historia de Barranquilla, podemos decir, sin temor a equívocos, que ese día comenzó una era.

Una era de 36 años que tuvo cierre oficial el primero de junio reciente, no sin antes haber

dejado una estela de muerte: ¡13!, fatídico número, aunque el próximo en venirse en el calendario y en el santoral revista dicha y alegría para muchos: el Día de San Antonio de Padua —13 de junio—, patrono de Soledad, de un sector gay del mundo y de las solteronas.

Para la Real Academia de la Lengua Española ‘era’ es un “período de tiempo que se cuenta a

partir de un hecho destacado” y ese lapso al cual estamos refiriéndonos bien pudiéramos hasta llamarlo ‘era morspluviálica-13-84’, que muerte —además de destrucción— fue lo que, durante casi cuarentas años, generó la arrolladora fuerza pluvial que, en medio de torrenciales aguaceros, se encauzaba por largo tramo de la calle 84 de Barranquilla, de ahí su nombre.

Una fuerza mortífera y destructora —80 metros cúbicos por segundo, a una velocidad de

cuatro metros por segundo— a la cual no le tuvieron miedo los 1,40 metros de estatura de la hoy ministra de Vivienda Elsa Noguera durante su gestión como alcaldesa de Barranquilla, 2012-2015, cargo desde el cual, apoyada en sus infaltables muletas, se propuso enfrentar el arroyo, doblegarlo y solucionar desde la esfera oficial, ¡por fin!, el problema que cada temporada invernal asumía más y más connotación de invencible, desde su vertiginoso arranque en la calle 96 bajando por la carrera 43, para desviarse hacia la carrera 52 y empalmar con la calle 84, sobre la cual se deslizaba raudo hasta la carrera 70 y se desviaba hasta la calle 82, antes de terminar en la Vía 40, luego de haber recorrido cinco kilómetros.

Furioso, violento, al igual que el de la calle 79, el de La María, el de Rebolo y otros, casi diez,

que han puesto en jaque a la comunidad barranquillera —se cuentan hasta casi 100 los muertos debidamente registrados que han dejado los arroyos de Barranquilla desde 1933— con sus gobiernos incluidos. Nadie quita que haya habido más de una muerte nunca conocidas.

Ha llegado el turno para la revisión de fechas y tenemos que comprobar que tanto el

comienzo como el principio del final de la ‘era morspluviálica-13-84’, tuvieron ocurrencia en mayo: un 26 del año 1980 y un 30, en 2012. En esas fechas sucumbieron mortalmente ante el ímpetu pluvial de la calle 84 de Barranquilla el taxista John Jairo Arroyo Ramírez y el motociclista Sergio Armando Cárdenas Martínez, respectivamente, los dos de 26 años de edad.

Dominado el mortífero ímpetu pluvial, ahora, canalizado, corre con el mismo rugido y la misma

fuerza, pero sin matar ni destruir, por un subterráneo de 2.000 metros de longitud —un box coulvert o alcantarillado de aguas lluvias en forma de cajón en concreto reforzado, dispuesto para que sea limpiado por los mismos aguaceros—, entre las carreras 52 y 74, de 10 metros de ancho y más o menos cinco de profundidad, con sumideros transversales en las intersecciones para captación y canalización de las aguas. Resultante de un trabajo arquitectónico-ingenieril que requirió 29 meses para su ejecución, mediante una inversión del orden de los 80 mil millones de pesos, saldados con el recaudo por impuesto de valorización que pagaron los barranquilleros en 2012.  

Aunque falta por construir los andenes de acera y acera, sobre el nuevo cauce del arroyo de

la 84 se explaya ahora un pavimento de 27 centímetros de espesor, en concreto de 600 libras a la flexión —durabilidad de casi medio siglo—, base segura de una transitada calle de 11,70 de ancho, con cuatro carriles hasta la carrera 70, a partir de la cual pasa a dos.

Se ha llegado al final de una era y, este miércoles primero de junio de 2016, en acción de un

positivo continuismo administrativo de 12 años: Char-Noguera-Char, el actual burgomaestre —con una favorabilidad, a mediados de marzo, del 86 por ciento— no tuvo inconvenientes para hacer gráfico el acontecimiento: a pulso, derribó una señal metálica que indicaba que ese era un arroyo peligroso y, para reiterar lo del final de la ‘era morspluviálica-13-84’, oficializó la entrega de la obra, cuya vida útil, de acuerdo con los constructores, ha de ser de cien años.

Por Inocencio De la Cruz

Elsa Noguera no le tuvo miedo al arroyo de la calle 84 y lo hizo encauzar para que no mate ni destruya.

Alex Char Chaljub daba

apertura, entonces, al paso vehicular en tan importante tramo para la movilidad en Barranquilla y decía que con esta magna obra se estaba dando una muestra al mundo de que el Distrito “sí puede resolver sus obras estructurales como son estas de los arroyos, donde hemos perdido tantas vidas”.

Desde ese día, el tránsito

vehicular por la calle 84, aun en pleno aguacero, fluye expedito: el canal de encauzamiento de aguas lluvias va por abajo, gracias a una

Tras la apertura del tráfico vehicular por la calle 84, el alcalde Alex Char aplaude el fin, en esa vía, de una era de muerte y destrucción. 

obra que además genera relocalización de redes de servicios y la recuperación de espacio público, que incluye andenes —próximos a construir—, iluminación tipo LED, señalización vial, mobiliario urbano y paisajismo.

Tras el OK dado por la misma naturaleza a la efectividad de la obra —los aguaceros de abril

lo indicaron— y al dar vía libre el paso por la 84, Char Chaljub dijo querer hacerles un homenaje a “todas esas personas que perdieron la vida a causa de los arroyos” y recordó que un familiar suyo, Daniel Peña Carson, también fue arrastrado y literalmente desaparecido por la fuerte corriente de la 84. Era sobrino de “una familiar muy nuestra, estaba parqueado, el arroyo se lo llevó trágicamente, estuvimos varios días buscándolo, pero el cuerpo nunca apareció”, precisó Char Chaljub.

Para destacar en este histórico final de una era —36 años de la ‘era morspluviálica-13-84’—,

la paciencia de los barranquilleros residentes a lado y lado y en el entorno de la obra no tanto para esperar su entrada en servicio sino por los inconvenientes que debieron soportar durante los 29 meses de febril actividad constructora, la cual estuvo a cargo de la empresa Consorcio Canales del Futuro, con interventoría del Consorcio Calle 84.

En próximos días, de acuerdo con anuncios del alcalde Char Chaljub, se dará inicio a las

obras de canalización de los otros siete arroyos más grandes de Barranquilla —el comienzo del final de otras eras—, con una inversión de 665 mil millones de pesos, soluciones que debe estar listas al terminar este mandato, que ojalá empalme con un continuismo administrativo positivo para Barranquilla como estos 12 últimos años Char-Noguera-Char. Que entre ellos dos, Barranquilla ha sido planificada como ‘Ciudad futuro’ para que termine convertida en ‘Capital de vida’.

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