El Muelle
CARIBE
Homenaje perenne al Muelle de Puerto Colombia
Crónicas y Opinión
José Orellano, director
Turismo con sabor a santidad...
Los ‘duros’ para ilustrar a profanos
Jaime Alberto
Mancera Casas
Nació en Bogotá, el 18 de septiembre de 1967, en el hogar conformado por don Jaime Alberto y doña Clara Inés. Es bachiller del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario (1979-1984). Estudió Filosofía (1985-1987) y Teología (1988-1991) en el Seminario Mayor de San José de Bogotá. Fue ordenado presbítero para el servicio de la arquidiócesis de Bogotá, el 30 de noviembre de 1991, por el eminentísimo señor cardenal Mario Revollo Bravo. Es licenciado en teología Pastoral de la Universidad Pontificia de México (1999-2000).
Fue vicario parroquial en Nuestra Señora de Lourdes en 1992; párroco en Santa Bernardita y secretario notario de la Vicaría de la Santísima Trinidad entre 1992 y 1994; capellán el colegio Nuestra Señora de Nazareth en 1993; arcipreste del arciprestazgo Patio Bonito en 1994; miembro del Equipo de Superiores del Seminario Mayor de Bogotá de 1995 a 1998 y del 2001 al 2008; miembro del Consejo Presbiteral del 2004 al 2006; párroco en Nuestra Señora del Rosario –La Calera, del 2008 al 2010 y arcipreste del arciprestazgo N.2.3., rector del Santuario El Señor de Monserrate entre el 2010 y el 2011, y párroco en la Epifanía en el 2011-2012.
Desde marzo de 2011 es el vicario episcopal de Evangelización.
Conocedores del tema, monseñor Jaime Alberto Mancera Casas y arquitecto Gonzalo Correal Ospina, en compañía de la directora del Instituto Distrital de Turismo, idt, Adriana Marcela Gutiérrez, quien invitó.
asociaciones de carácter civil y profesional, local, nacional e internacional, promoviendo acciones y proyectos para el mejoramiento de la calidad de vida urbana y la excelencia en la educación y el ejercicio profesional. Desde estos espacios ha trabajado por la planeación y el desarrollo de lo local y lo regional, la conservación de los recursos naturales y culturales, y el desarrollo inmobiliario como generador de empleo.
Formación:
Arquitecto de la Pontificia Universidad Javeriana
Magister de Planeación Urbana y Regional Pontificia Universidad Javeriana
Máster en Dirección de Empresas Constructoras e Inmobiliarias de la Politécnica de Madrid.
Estudios de Restauración y Conservación del Patrimonio de ENCRM Churubusco en México DF.
Experiencia Laboral:
Profesor de las Universidades Javeriana, de La Salle, Grancolombiana de Bogotá y Armenia y de la Jorge Tadeo Lozano (C/gena).
Consultor Independiente en diseño arquitectónico y urbano, en conservación y restauración del patrimonio y en planeación urbana y regional.
Sociedad civil: Socio fundador del grupo Colombia de la ONG Internacional Restauradores Sin fronteras A-RSF
Fundador de la Asociación de Planificadores Urbanos y Regionales Javerianos PLANIJAV Miembro de Junta Directiva de la Sociedad Colombiana de Arquitectos SCA Regional Bogotá y Cundinamarca 2007-2009
Asesor y jurado del Concurso Universitario de Vivienda Económica ConvivE I, II, III y VI.
Consultor independiente en diseño arquitectónico y urbano, en conservación y restauración del patrimonio y en planeación urbana y regional.
Gonzalo
Correal
Ospina
Bogotano nacido en el seno de una familia de educadores. En permanente contacto con la Universidad y con la academia, se formó como un ciudadano con sólidos principios éticos, respetuoso de la pluralidad, la diversidad, la cultura y el medio ambiente y con profunda conciencia social.
Arquitecto y planificador urbano, ha consolidado una experiencia de alrededor de 20 años en temas como arquitectura, vivienda social, ordenamiento y planeación urbana y territorial, ciudades y ciudadanía, conservación del medio ambiente y del patrimonio cultural.
Ha ejercido como docente universitario, en pregrado y postgrado por más de 15 años y como investigador. A través de estas actividades ha contribuido a transformar la realidad del país.Ha pertenecido a grupos y
Reportaje gráfico de
Claudia Marcela Orellano Silva
Texto: Inocencio De la Cruz
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Entre
Patronos
Ante un grupo de periodstas y operadores turisticos, monseñor Jaime Alberto Mancera Casas y el arquitecto Gonzalo Correal Ospina dictaron cátedra sobre patrimonio arquitectónico religioso y la Catedral Primada de Colombia.
Estamos en el entorno de una majestuosidad de la arquitectura religiosa.
En inmediaciones del mismo sitio aquel en el cual —capilla de bahareque y techo de paja—, el 6 de agosto de 1538, por orden del fundador de Bogotá Gonzalo Jiménez de Quesada, el misionero
español fray Domingo de las Casas ofició la primera misa en Colombia.
Activación de la historia patria para saber que, en este lugar también, a mediados del siglo XIV, se construyó un templo de ladrillo y pañete del cual, en 1560 —como sucede ahora con muchos casos de la ingeniería civil y hasta de la militar—, se vino al suelo el techo faltando pocas horas para su inauguración y tras una elevada inversión del orden, en aquel entonces, de los 6.000 pesos. ¿Con carrusel de contratación? ¡Nadie sabe! Nadie se ha referido jamás al tema.
Estamos en el mismo punto territorial bogotano que, tras haber sido considerado como el más antiguo a nivel religioso, fue elevado a la categoría de Catedral por el papa Pio VI, el 11 de septiembre de 1562. Estamos en la Catedral Primada de Colombia, en las inmediaciones de la plaza de Bolívar, en ese entorno arquitectónico que concentra los tres poderes: el ejecutivo, el judicial y el legislativo, a los que hay que anexarle un cuarto, más allá del de la prensa: el eclesiástico, que le ha empotrado a Bogotá, en condición de Arquidiócesis, dos santos patronos, en pareja, en equilibrio de géneros...
Sí, el poder de la Iglesia allí mismo, la sede del Arzobispado, que hasta relicario de páginas de la historia es, porque en pleno ajetreo de construcción del actual edificio catedralicio, entre cemento, andamios, albañiles de un lado para el otro y los sillares de piedra que lo engalanan, se le dio al chapetón González Llorente, que vivía a un lado, por negar el préstamo de un florero —que lo más probable es que no haya sido un florero—, actitud negativa que, el 20 de julio de 1810, dio paso a la reyerta que condujo a la independencia del yugo ibérico.
Sí, estamos dentro de una fortaleza icónica no solo desde lo
material-arquitectónico sino desde lo introspectivo-espiritual católico que, como lo dice el párroco de la Catedral Bogotá-San Pedro y Vicario Episcopal Territorial de la Inmaculada Concepción, monseñor Jaime Alberto Mancera Casas, “recoge la historia de toda la evolución de la ciudad, incluso la de este edificio en el que estamos: es el cuarto, porque a lo largo del tiempo, desafortunadamente, se iba cayendo... Cayó en tres ocasiones, durante los terremotos de Santa Fe de Bogotá... La construcción de la actual edificación la inició fray Domingo de Petrés, quien murió en 1811... Los trabajos de tan majestuosa obra arrancaron en 1807 y terminaron, más o menos, en 1830...”.
“La Catedral Primada ha estado siempre ubicada en el mismo lugar”, interviene el arquitecto Gonzalo Correal Ospina... “Es la Antigua, por ser uno de los templos más antiguos... Su construcción avanzaba cuando se daba el Grito de Independencia... Y hay una imagen que es muy representativa: la Casa del Florero de Llorente... Sugestivo imaginarse aquel momento: la iglesia en construcción, los andamios, la dotación de los elementos de piedra que engalanaba, como nunca hasta entonces, el templo que antes había sido una iglesia muy sencilla”.
Monseñor Macera Casas y el arquitecto Correal Ospina son los duros para ilustrar neófitos sobre pasado y presente de este patrimonio de la arquitectura eclesiástica. Los dos son conscientes de que, en términos de paisaje urbano y pincelada histórica,
El sobrecogimiento prima dentro del edificio catedralicio, mucho más si está vacío. Silencio con olor de santidad para escuchar y saber sobre ‘pechinas’, arcos torales, sillares de piedra... ¡puro léxico arquitectónico-ingenieril!
resulta muy interesante recrear aquel pasado y proyectarlo hacia este presente: de la mano del proceso independentista crecía el templo, hoy Catedral Primada de Colombia: precisamente en 1830, cuando se selló la libertad en el Puente de Boyacá, terminó la ejecución de los trabajos de construcción. La historia se complementa con la información de que en 1572 había habido una tercera construcción, la cual hubo de ser demolida en 1806 para permitir la construcción de la actual, sobre planos de Petrés. La básilica fue consagrada como Catedral Primada de 1823, ha sido restaurada en varias oportunidades y la última sucedió en 1998. Su condición de ícono histórico, su innegable valor arquitectónico y su aporte a los cultural sirvieron de base para que, el 11 de agosto de 1975, fuera declarada Monumento Nacional, por medio del decreto 1.584.
Pero sustrayendo la Catedral de la faceta religiosa, admitido el hecho de que debemos circunscribirnos al mandato constitucional de la libertad de cultos y dispuestos a aceptar la diversidad en las maneras de aproximarnos a la dimensión espiritual, centrémonos entonces en el documento histórico que simboliza no solo esta construcción neoclásica sino todo el patrimonio inmueble que aporta la Iglesia a la riqueza cultural colombiana, en este caso a la bogotana.
Antes, detengámonos a definir, desde el punto de vista del arquitecto, el concepto básico de patrimonio, “una palabra que hoy utilizamos de manera generalizada, sin reflexionar sobre lo que en realidad significa”, dice para precisar: “Patrimonio es el conjunto o el acervo de valores culturales y están representados en bienes, bien sean materiales como bienes inmuebles como la arquitectura o bienes muebles como la ornamentación religiosa, como las pinturas que vemos dentro de las iglesias. Entonces yo creo que el patrimonio es muy importante porque finalmente es lo que construye y nos permite constituir esa pertenencia nos permite generar procesos de apropiación sobre nuestro territorio, nos sitúa dentro de un contexto y nos hace parte de ese proceso histórico que ha venido desarrollándose”.
Pues bien: siendo la arquitectura religiosa un documento histórico, hay dos conceptos, de acuerdo con el arquitecto Correal Ospina, que surgen como “muy interesantes” para poner sobre la mesa: “Uno, la iconografía, que es la interpretación de las imágenes y, dos, el de la iconología, que es la interpretación del significado de esas imágenes”.
—¿Y qué quiere decir con eso?
“Que estos edificios nos hablan... Nos hablan un lenguaje que a nosotros se nos olvidó, un lenguaje que estaba presente, tal vez, en nuestros padres, en los abuelos: la imagen era un vehículo de
comunicación, un vehículo también para la evangelización, un vehículo para la transmisión de la religión católica en particular”.
Y entonces, mediante un recorrido que había de llevarnos desde la plaza de Bolívar, comenzando por la Catedral, hasta las iglesias del Sagrario, de Santa Clara, de San Agustín, de San Ignacio, con terminación en la de San Francisco —el centro histórico del Distrito Capital— habíamos de encontrarnos con imágenes, full imágenes; con escudos, full escudos; con una cantidad innumerable de cosas que son representativas de momentos históricos y que, puntualiza Correal Ospina, “es muy interesante recordar, dentro de nuestra memoria genética, lo que esto puede estar comunicándonos, lo que esto puede estar diciéndonos”.
Pero vamos a estacionarnos exclusivamente en la Catedral Primada de Colombia, esa que tiene apariencia de permanecer siempre cerrada, una creación absoluta del imaginario colectivo.
“El único día en el que la Catedral está cerrada es el lunes, de resto, de martes a domingo, siempre está abierta”, aclara monseñor Mancera Casas. “El problema es que cuando hay marchas, y también por el peligro de las tomas, se cierra”, puntualiza. “Importante la ocasión para decir que la Catedral está abierta para tures y recorridos de martes a domingo, de 9:00 de la mañana a 5:00 de la tarde”, remata el religioso.
Y sí, el patrimonio arquitectónico religioso es, desde hace largo rato, destino turístico tanto para nacionales como para extranjeros. Pero como tal tiene sus reglas. Por eso monseñor Mancera Casas tiene un mensaje especial para los operadores turísticos: “Si van a venir con grupos de turistas, avisen, que también se entra por detrás, porque a veces cerramos el frente y abrimos por la famosa Puerta Falsa”.
A Dios lo que es de Dios y a cada santo lo que es de cada santo, que desde sus inicios el templo se levantó en homenaje a la Virgen María, en su advocación de la Inmaculada Concepción...
“Por eso la imagen central, allá arriba”, puntualiza monseñor Macera Casas, “es la de la Inmaculada Concepción. Es más, en 1904, cuando el templo fue elevado a la categoría de Basílica —basílica: templo que dentro de la Iglesia Católica se ubica en un estatus mayor que el de los demás—, se llamó Basílica de la Inmaculada Concepción”.
Interpretar las imágenes e interpretar el significado de esas imágenes, un atractivo turístico desde el patrimonio inmueble y mueble de la arquitectura religiosa.
Monseñor centra entonces la transmisión de sus conocimientos en lo que está allá arriba... en lo más alto del frontis de la Catedral Primada. “Mucha gente pregunta: ‘¿Quiénes son los que están allá arriba?’. Y yo contesto:
en la parte más alta, a lado y lado de la cruz, están los dos patrones de Bogotá —mujer y varón, equidad de género—: santa Isabel de Hungría y san Luis Beltrán... Santa Isabel de Hungría, porque en 1673, cuando llegó fray Luis Zapata de Cárdenas como arzobispo de Bogotá, traía consigo una reliquia que le dio la reina de España y que es una parte significativa del cráneo de la santa. Por eso se ungió como patrona de Santa Fe de Bogotá... Y san Luis Beltrán, porque fue uno de los primeros religiosos que, aunque no nació en Colombia, se hizo santo predicando aquí en Bogotá y, sobre todo, en unas misiones por la Costa Atlántica. Ellos dos están allá arriba, los dos patronos de la Arquidiócesis y que aquí en la Catedral tienen su capilla. Bueno: ahora mismo la tiene solo santa Isabel... san Luis también la tenía, pero le fue cedida a san Juan Nepomuceno, que es el patrono de los confesores —lo es, porque prefirió morir antes que revelar los secretos de la confesión—. Pero el deseo es el de que san Luis Beltrán vuelva a su sitio, a su capilla en la Catedral Primada de Colombia”.
El sobrecogimiento prima estando dentro del edificio catedralicio. Prima —e igual en Santa Clara—, aunque hagamos parte de un tour habido de saber... De escuchar nuevos términos para sus saberes, como, por ejemplo, de ‘pechina’, de uso arquitectónico e ingenieril para definir cada uno de los cuatro triángulos curvilíneos que forman el anillo de la cúpula con los arcos torales sobre los que estriba, puro léxico arquitectónico-ingenieril.
“Son estos elementos que hacen la transición entre el cuadrado y el círculo... En las pechinas aparecen unas imágenes, algunos de ustedes me pueden decir quiénes son: los cuatro evangelistas —Mateo, Marcos, Lucas y Juan el Apóstol—, cada uno de ellos asociados con una imagen”, precisa el arquitecto.
Y señalando hacia arriba, agrega: “Este, por ejemplo, es San Marcos, que está asociado a la plaza de San Marcos en Italia. Cada uno de ellos fue pintado entre 1900 y 1902 por artistas reconocidos, unos de Epifanio Garay, otros del padre Páramo que era un jesuita pintor. Y fíjense en algo uno muy interesante, una curiosidad: uno tiene el pie por fuera, un alto relieve, pero si nos movemos hacia un lado vamos a darnos cuenta de que el alto relieve no es tan alto, sino que lo potencia la forma como fue esculpido”.
Lecciones de iconografía e iconología por un duro en la materia (ver perfil). Historia sobre la presencia en la Catedral Primada de imágenes de Nuestra Señora de los Dolores, de Nuestra Señora de Chiquinquirá, de Nuestra Señora del Topo —que había desarrollado toda una devoción, muy grande, en el sector de Muzo, en Boyacá— que llegó a la Catedral el 7 de noviembre de 1610, una pequeña imagen que recogió toda la devoción hacia la virgen durante buena parte del tiempo de la Colonia.
Historias sobre devoción y fe y la ciudad entera, Bogotá, que se fue entregando a la celebración de la fiesta de la Virgen del Carmen, el 16 de julio: su imagen, otro elemento fundamental de la Catedral, y más allá la capilla de santa Isabel de Hungría, depósito de una parte de los restos de Gonzalo Jiménez de Quesada, de Antonio Nariño...
Y allí mismo, ese trozo de edificación que se convirtió en el taller de uno de los órganos más grande de América Latina, restaurado en agosto pasado con ayuda del Ministerio de la Cultura. Y que hasta el día de la reportería no había sido inaugurado porque el presidente Juan Manuel Santos no ha podido agendarlo, como si ese Santos nada quisiera con santificaciones.
“Todo el mundo nos tiene hasta aquí”, dice monseñor y raya su frente con su índice derecho, “diciéndonos ‘¿cuándo inauguran ese órgano?’. Es que todo el mundo sabe el valor histórico de este órgano y no hemos podido inaugurarlo”.
Es un órgano con historia. Data de 1870 más o menos. Se le ha cambiado la consola antigua, se renovaron ciertos tubos, se le incorporaros otros porque el órgano era de al fondo y del fondo se pasó a donde está. En la reforma de los años 60, se le quitaron unos tubos que ahora volvieron a ponérsele. Entre los órganos del país, es el más grande que hay.
Aquel día, monseñor Mancera Casas anunció que desechaba lo de la inauguración y que, un día de esos, lo haría sonar, con o sin inauguración, con o sin presencia presidencial. “El Ministerio pagó buena parte de la restauración del órgano, pero ya todo el mundo nos está pidiendo conciertos, todo el mundo quiere que se use, pero por estar esperando la fecha con el señor Presidente no hemos podido hacerlo”.
Y es que la música siempre ha sido parte fundamental de toda celebración litúrgica. Por eso, lo importante que ha sido para los templos católicos contar con un instrumento musical, un armonio o un órgano tubular. “Son parte de nuestro patrimonio y siempre deben de estar allí para acompañar a los coros, a las personas canten”, dice Monseñor.
Estampas de los dos patronos bogotanos, ella y él...
Y en ese contexto litúrgico, surgen también los dramas: a veces están los instrumentos, pero las personas no cantan, en otras están las personas que quieren cantar, pero no están los instrumentos.
Ahora, desde la dimensión turística —turismo cultural, vertiente de mucha importancia hoy día en el mundo—, el patrimonio religioso puede ser fuente de
Operadores turísticos y periodistas recorrieron la Catedral, sus capillas y sus rincones de misterio y escucharon juiciosos la cátedra sobre patrimonio arquitectónico religioso de los autorizados guías: un monseñor y un arquitecto
experiencia, “una experiencia que sea diferente, una experiencia que sea capaz de generar significado dentro de su propia vida.
Esa experiencia viene acompañada de algo sobre los cual hoy en día se habla dentro de los conceptos de patrimonio cultural: el paisaje cultural, no solamente el edificio, sino el edificio en su contexto amplio, no solo en el físico sino también en su contexto social, en toda su dimensión completa”, precisa el arquitecto.
Para el profesional es un concepto muy importante, que además tiene que ver con el clima, con las condiciones generales del ambiente del lugar, todo lo cual genera una manera diferente de percibir. “Hay una cosa que, para nosotros, hoy en día, es muy obvia: por lo general, favorecemos la luz sobre otras cosas, sobre la penumbra que, para nosotros, es misterio, puede ser incertidumbre, en ocasiones hasta de miedo”, dice Correal Ospina... “La mayoría de estos templos son coloniales, se construyeron en un momento en que no teníamos vidrio y, por lo general, son edificaciones cerradas, que en ocasiones tienen unas ventanas que son cubiertas con telas. En el caso de México, con materiales pétreos, traslúcidos, tipo mármol o algo así y que, obviamente, les dan un carácter y una connotación muy particular a esos templos que están, por lo general, iluminados con antorchas. Hoy en día se les ha practicado algunas aperturas, en busca de iluminación”.
Un contexto que hace del patrimonio arquitectónico religioso, un atractivo para los turistas. Y metidos en el tema del turismo, monseñor Mancera Casas tiene otras recomendaciones para los operadores turísticos. “En primer lugar, que sepan que nuestro deseo es que todo mundo conozca este patrimonio. Si lo cerramos a veces, es por cuestiones de seguridad, pero, siempre que lo permita la situación está abierta la puerta de la calle 11. La capilla del Sagrario permanece abierta de lunes a viernes de 7:00 de la mañana a 6:00 de la tarde. La gente anda diciendo que esto siempre está cerrado, pero no. A lo mejor piensan así porque como las puertas son de vidrio, pero ahí siempre hay un portero que abre cuando las personas se acercan”.
Y también tiene su recomendación para la feligresía, tanto la firme como la descarriada: “De lunes a sábado, hay eucaristía en la Catedral a las 12 meridiano. Los domingos se ofician a las 10:30 de la mañana, a las 12 del día o a la 1:30 de la tarde”.
Y, para finalizar esta primera parte de la historia, recomienda a todo tipo de público visitar la Catedral y conocer las capillas.
“Yo creo que cada capilla tiene su historia, historias susceptibles de querer conocer”, puntualiza el religioso.
Continuará
Desde el entorno arquitectónico del centro histórico de Bogotá en el cual se levanta un interesante patrimonio inmueble y mueble religioso —atractivo de indiscutible connotación turística—, el párroco de la Catedral Bogotá-San Pedro y Vicario Episcopal Territorial de la Inmaculada Concepción, monseñor Jaime Alberto Mancera Casas, invita a que se conozca el lugar: “Nuestro deseo es que todo mundo conozca este patrimonio... De lunes a sábado, hay eucaristía en la Catedral a las 12 meridiano. Los domingos se ofician a las 10:30 de la mañana, a las 12 del día o a la 1:30 de la tarde... Hay que visitar la Catedral y conocer las capillas, cada capilla tiene su historia, historias susceptibles de querer conocer”, dice el religioso.