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Un año después de la muerte del poeta

Huele a Luis Mizar, el hombre que

vivió, disfrutó y descubrió en las

letras un universo desconocido...

El aire huele a él, a sus

historias, a sus poemas​

Por Andrea Yuliana Arias Maestre

Mizar podría encantarles a 10 fans, confundir a 30 o enojar a algunos más, pero si hay algo

cierto es que después que lo leías ya no volvías a ser el mismo; cuando empezabas con una frase ya no había marcha atrás. Cada vez que te perdías en sus líneas simples pero elegantes y profundas al tiempo, reflexionabas y entendías con esa inteligencia y carácter, que Dios les dio permiso tanto a Mizar como a Nietzsche, en distintas épocas, de poner en duda no sólo las suyas, sino nuestras propias existencias.

Recuerdo su paciencia y sarcasmo y confirmo que no podría haber escogido mejor inspiración y

motivo para luchar. Mizar fue modelo sin saberlo de sueños que poco a poco se dibujan entre líneas torpes, listas para gritar.

Recordarlo, es evocar al tipo sonriente pero abrumado; al irónico, pero no por eso menos agra-

dable ser humano de la mirada perdida entre letras y las palabras enredadas entre metáforas descubiertas al andar.

Con nostalgia leía hace un tiempo ‘Más allá de la vida’, texto donde el poeta rezaba “... Si gusto

del silencio es porque me aleja de la muerte...”, una frase de las muchas que ese silencio deliraba por atrapar en una de las incontables TARDES TRISTES CON TESTIGOS que llenaron los rincones de su casa con una soledad absurda repleta de él, de libros, de letras, de múltiples recuerdos de un silencio en el que aún se escucha a Mizar; un silencio que a voces recita LAS PARTITURAS EN SEPIA PARA

LA MAGA y te hace querer escuchar-lo una vez más. Sólo Dios sabe cuán-tas veces el poeta se perdió entre esos fragmentos de vida que dejaba en cada línea, sólo Dios sabe cuántas noches en vela dedicó Mizar a trans-formar cada respiro en realidad.

El tiempo, torpe, tonto y cruel

amigo me hace creer que apenas hace un año oía recitar las LETANÍAS DEL CONVALECIENTE; uno que no se rendía, uno que luchaba y sonreía aunque le doliera el alma más que el cuerpo durante ese como cualquier otro día; uno que aun en medio de su convalecencia tuvo la fuerza y valentía de crear BRIZNAS DE LA NADA UMBRÍA, aun cuando esa ‘nada’ acechaba en medio de la soledad y el silencio apostada en el rincón de su habitación junto a los libros expectantes, conscientes de su siempre exagerada y absoluta osadía.

Mizar a través del tiempo,

estará siempre aquí. Su esencia está aquí: en cada letra, en cada signo de puntuación, en cada palabra extraña que no alcanzó a escapar de su magnífico y extenso vocabulario... El poeta, el tío, el sobrino, el primo, el hermano, el amigo y el incansable hombre que luchó hasta el final por dejar huella en las letras, vive y pasea por los salones que lo vieron crecer y compartir sus conocimientos con los demás, por los pasillos que sintieron sus pasos lentos pero firmes en la búsqueda de un futuro mejor, en los papeles que aún conservan sus garabatos con tinta tenue, desvanecida por el pasar de los días...

...El aire huele a él, a sus histo-

rias, a sus poemas.

Hoy, a un año de su partida fí-

sica confirmo que Mizar, además de ser mi escritor favorito, es el hombre que vivió, disfrutó y descubrió en las letras un universo desconocido, que todos —al menos una vez—, debe-ríamos explorar.

El 25 de agosto de 2015 el director de El Muelle Caribe despidió, así, con vivos colores, al poeta... Y por estos días la hermana de este, Amelia, le ha recordado a José Orellano una frase que este le dijo 24 horas antes de la partida de Mizaaar hacia el Parnaso de la Eternidad: “Nadie me había hecho salir de mi casa sin bañarme”. Y es que José daba respuesta a un llamado urgente con salida a las volandas de su residencia para ir, sin el previo aseo matinal, hasta el lecho de un amigo enfermo, para reiterar sentido de amistad. Allí ocurrió lo que se esboza en el texto.

Atánquez, Sierra Nevada, Cesar, agosto 25 de 2016

El poeta José Atuesta Mindiola, las hermanas de Luis Mizar Maestre: Amelia y Edilsa, con Joaquín Pertuz, cuando realizaban una ofrenda floral ante la tumba del vate vallenato al cumplirse el primer año de su fallecimiento.

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