origen del mejor café del mundo. Sus 4.140 kilómetros cuadrados de territorio están enmarcados por sitios de inmensa variedad ecológica y ambiental, como los valles de los ríos Cauca y Risaralda, el Parque Natural de Los Nevados y el Santuario de Flora y Fauna Otún Quimbaya.

En el corazón del Paisaje Cultural Cafetero, con sus catorce municipios privilegiados por naturaleza exube-

rante, pródiga en riquezas y tradiciones culturales, Risaralda es el destino predilecto para los que buscan la sereni-dad y el descanso en el colorido de sus paisajes y aguas termales, el vértigo de la aventura en la elevación de sus montañas o en las corrientes de sus ríos, el encanto en la arquitectura, la oportunidad de un gran centro de nego-cios y convenciones o el placer en los recorridos por sus fascinantes caminos.

Los aromas de la tierra cafetera atraen al mundo entero a conocer las tradiciones arrieras que dieron origen al

legado que hoy es reconocido por la Unesco. Una ruta excelsa, entre haciendas y sembrados, que devela la reco-lección de cada grano especialmente cuidado por hermosas chapoleras y hombres de poncho y zurriago; el proceso de transformación hasta el deleite de los sentidos en tierras de condiciones sublimes que forjan cafés únicos y expe-riencias memorables.

Su ubicación estratégica, las condiciones de conectividad, la multiplicidad hotelera, los recintos para exposi-

ciones y convenciones y el surgimiento de operadores especializados en turismo corporativo, la catapultan como destino ideal para la realización de todo tipo de eventos, a la par de las grandes ciudades capitales.

La Bangsia de Tatamá, la Tangara Multicolor, la Pava Caucana, entre otras son muestra de las 780 especies

de aves de colores increíbles y cantos delirantes que conforman nuestro departamento, que comparten bosques diversos y cuidadosamente adaptados por senderos de reservas y santuarios naturales para un avistamiento privilegiado.

Enmarcados en un paisaje de cultivos de café, los municipios risaraldenses dan la bienvenida a los visitantes

con grandes portones y balcones coloridos que adornan las calles por donde transitan arrieros, yipaos y chivas. Remansos de vida apacible que sirven de miradores paisajísticos, parques y reservas naturales, jardines botánicos, escenarios para la pesca deportiva, la producción artesanal de vinos, el turismo rural en cabalgatas, a pie o en bicicleta, deportes de aventura, para el avistamiento de aves, el comercio, la recreación y la rumba, museos, agroturismo, con epicentro en sus plazas principales donde se mezclan tradiciones, historias y leyendas (Versión Anato).