Por Inocencio De la Cruz

Siempre se ha sostenido que apenas al calendario le llega el primer ‘bre’, lo que falta del año pareciera ‘irse’ en un santiamén.  Claro, un santiamén de cuatro meses.

Pero la sensación sigue siendo que tan solo cae septiembre, a octubre, noviembre y diciembre pareciera que les salieran alas: ¡es que vuelan en el tiempo!.

Ya pasó septiembre, octubre se desvaneció con aquelarres de su treinta y uno ‘jalogüinesco’, noviembre amaneció con ‘angelitos’, se paseó después por aposentos de difuntos y ahora se enruta para que otras dos fechas de las eliminatorias al Mundial de Rusia 2018, el 12 y el 17, nos reiteren que Peckerman, en efecto, sigue siendo el hombre... El mes también se apresta para darnos a conocer, el 16, el nombre de la nueva Señorita Colombia... Después vendrá diciembre, y ya no será mucho lo que nos queda del año: es otro mes de 31 días que se quemará con velitas, se animará espiritualmente con villancicos y novenas, se iluminará con fuegos artificiales manipulados por expertos, se diluirá en aguinaldos con papas Noel y Niños Dios en competencia y volverá a la quema, pero definitiva: la de sí mismo, el ‘año viejo’, que aún es costumbre nacional.

Estamos en noviembre, el mes del final de año escolar, de los exámenes finales, de las últimas actividades en escuelas y colegios y en medio de todo ese ajetreo, con gastos incluídos, aparecerán las ‘vaca’...

¡Las anheladas vaca... ciones!

Y aunque muchos tendrán facilidades dispuestas para irse de tures por fuera o por dentro del país, los que no las tienen tendrán, en cambio, muchísimas posibilidades de pasarlo bien en vacaciones, fuera de casa pero en familia. Y miro en especial a los niños de Barranquilla y su entorno. Hoy, cuando Barranquilla es orgullosa ciudad de parques... Ciudad de muchos pulmones.

Y entonces, la recomendación, casi perentoria, es la de que... “Niños, ¡al parque!”.

Al parque, a los parques, para se hagan, además, partícipes en el proceso que se forja en esos lugares como parte de la historia de las comunidades, testigos del paso, por su entorno, de muchas generaciones, “un tesoro para cuidar y valorar”, como recomienda el programa de Socialización y Pedagogía Fundación Urbe Futuro-Alcaldía de Barranquilla.

Sí, mis niños, a jalar por el brazo a papá o mamá y... ¡Al parque!, a los parques, para que, desde niños, puedan sumarse al paisaje, pues los parques son embellecedores urbanos de los cuales emanan, contagiosas, sensaciones de bienestar y alegría apropiadas para el crecimiento sano de la familia, de los vecinos y la comunidad en general. “El contraste de colores de su vegetación con los juegos infantiles y la dinámica de juego que ellos propician son un motivo de encuentro frecuente”, dice la Fundación Urbe Futuro-Alcaldía de Barranquilla. Y el encuentro frecuente facilita conocer a otras personas, hacer nuevas amistades.

Y al ir a hacer las vacaciones en los parques de Barranquilla, al ejercer sentido de pertenencia sobre ellos, los niños y niñas se vuelven amables con el ya golpeado planeta. “Indudablemente un parque es un pulmón que mejora la calidad del aire en la ciudad y, gracias a esos pulmones, todos hacemos un aporte con el que combatimos el cambio climático”, puntualiza Urbe Futuro.

Desde tal filosofía, por estos días —en la carrera 14 con calle 35 esquina, localidad Suroriente, barrio La Unión 1, localidad Suroriente— se han recuperado, mediante inversión de 702 millones de pesos en infraestructura y de 169 millones de pesos en iluminación de última tecnología, 4.100 metros cuadrados de terreno, para que se sumen a los amplios espacios que tiene Barranquilla con inclusión de ‘gimnasios bio-saludables’, ideales para las temporadas vacacionales. El total de la inversión 871 millones de pesos. Y al día siguiente del partido de Colombia contra Argentina en el Metropolitano —es decir el 18—, el parque de la Unión-1 tendrá iluminación alusiva a la temporada navideña. Sigue ejecutándose, pues, al ritmo requerido, el proyecto

‘todos al parque’ de la Alcaldía Distrital, en manos de Elsa Noguera.

Además de gimnasio biosaludable, el nuevo parque tiene, explican los encargados, “cancha de arena con cerramientos perimetrales en malla modular tipo ciclón, zonas verdes, paisajismo y riego, alumbrado público, andenes, bordillos, y accesos para personas en condición de discapacidad, una plazoleta central y zona de aeróbicos en concreto”.

Son, lo reiteramos en El Muelle Caribe, espacios adecuados para el total beneficio de los barranquilleros, para el disfrute a plenitud, pero con el manual de la cultura ciudadana en el pensamiento: un poquito de pedagogía con hechos: hacer buen uso de ellos, cuidarlos, protegerlos, no arrojar desperdicios sino en los recipientes de acopio dispuestos para ello y en fin: ¡untarse sin prevenciones de una Barranquilla que va a consolidarse en lo amable y en lo sostenible!

A cuidarlo y valorarlo, porque este otro parque aporta a la garantía de una vida sana en Barranquilla Ciudad Futuro, la gran urbe con la cual todos hemos soñado desde siempre, por siempre y para siempre.